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Beatriz Sánchez: “Quisiera que el FA fuera un conglomerado que se repiensa constantemente” PAÍS

Beatriz Sánchez: “Quisiera que el FA fuera un conglomerado que se repiensa constantemente”

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Silvia Peña Pinilla
Por : Silvia Peña Pinilla Periodista - Editora del newsletter Efecto Placebo
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En su primera entrevista, la embajadora en México y excandidata presidencial del Frente Amplio mira el país desde un ángulo diferente, no solo con la perspectiva que le da su cargo, sino porque la situación del país y la suya propia han cambiado radicalmente en los últimos años. En 2017 fue la primera candidata del FA a la Presidencia, donde con un 20,27% de los votos posicionó al conglomerado en el mapa. Luego, integró la Convención Constitucional que redactó la rechazada propuesta de Carta Magna. Un duelo que aún procesa. Ahora, concentrada en la próxima visita oficial a nuestro país del mandatario de México, Andrés Manuel López Obrador, Sánchez reflexiona sobre la figuras del Presidente Boric y el ministro Jackson, así como acerca del futuro del Frente Amplio. “Me gustaría que no nos durmamos en los laureles”, dice.


“Para ser muy honesta nunca imaginé ser embajadora. Este es mi Gobierno, el Presidente es mi Presidente. Es mi proyecto político. Y si el resultado de la constituyente hubiese sido otro, me hubiese imaginado trabajando en el Gobierno. Pero el resultado fue el que fue y el Presidente me invitó a representar al país”, reflexiona de entrada la embajadora de Chile en México, Beatriz Sánchez Muñoz (52).

Desde su oficina en el DF, la periodista cuenta con entusiasmo su paso de las comunicaciones al trabajo diplomático y cómo de la sorpresa por el ofrecimiento tuvo que pasar rápidamente a la acción. “Todo se aceleró porque el Presidente venía de visita oficial. Mi marido –Aravena como le digo yo (Pablo)– estaba trabajando, pero me dijo ‘renuncio y te acompaño’. Me saco el sombrero ante un hombre que ha estado conmigo en las distintas aventuras. Antes en la política, ahora acá. Hoy está estudiando, algo que nunca pensó a estas alturas de su vida. Y mis hijos: el mayor trabaja, así que se quedó en Chile; el segundo está estudiando allá, pero vino un tiempo a acompañarnos y el menor terminó el colegio y decidió estudiar en Chile, así que vamos a quedarnos solos”, relata.

Hoy está concentrada, entre otras cosas, en la organización de la visita del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que viajará a Santiago para el próximo 11 de septiembre. “He estado trabajando mucho con mi contraparte inmediata, que es la Cancillería mexicana. Hay una muy buena percepción de Chile, no solamente por lo que el país hace, sino por lo que es. Es muy gratificante cuando una se reúne con un gobernador, un ministro, alguna organización o academia y nos reconocen como un país serio, donde las instituciones funcionan, económicamente solvente, donde se están tocando temas actuales, donde hay credibilidad para invertir. Estando fuera te das cuenta de eso y una se siente muy orgullosa de lo que se ha ido construyendo en la historia de Chile”, expresa.

-Y en otros aspectos, ¿cómo se ve Chile?
-Lo primero es darse cuenta de que somos muy isleños, nos portamos como si no nos rodeara nadie. Por ejemplo, las noticias son prácticamente sobre Chile. Miramos poco el continente y reparamos solo en algunos hitos internacionales. Pensamos que lo que nos ocurre no pasa en ninguna parte más. Y la verdad es que la inflación, los grandes debates políticos, los temores, la crisis de seguridad, la delincuencia, son temas mundiales. Cada vez que veo una noticia chilena, está abordada como si solo afectara a Santiago, a un barrio… Lo otro es que, si bien yo siempre digo que Chile está al comienzo del mundo (mirando el mapa al revés del establecido), está muy lejos y eso se siente.

El duelo por el anterior proceso constituyente

-Usted vivió el primer proceso constituyente desde dentro, ¿cuál es hoy su mirada sobre esa etapa?
-Es una reflexión que ha ido cambiando con los meses. Me vine de Chile muy, muy triste. Para mí el Rechazo fue una derrota extremadamente dura. Sobre todo por los que estuvimos adentro, porque fue una forma muy democrática de escribir una Constitución… (se emociona varias veces mientras habla). Ese proceso, que no va a volver, quedó en tela de juicio con una crítica muy dura a quienes lo integramos. Quedó para siempre la sensación de que no era la forma para hacer una nueva Constitución, y yo voy a sostener, por siempre, que para mí la forma era lo mejor de ese proceso. Fue justo lo que yo creo es la democracia completa, verdadera. Nunca voy a perder esa sensación de que parte importante de esa crítica dura hacia el proceso, de cómo fue la composición diversa, barrial, de repente inorgánica, súper difícil de articular de la asamblea… fue un espacio único, democrático para tomar decisiones y que, en el fondo, quedó tan afectado que a lo mejor la idea era dañarlo tanto, que nunca más volvamos a tener, en la historia de Chile, un proceso tan democrático como ese que vivimos. Eso me entristece profundamente.

-¿Así de rotundo?
-Por lo menos en un mediano plazo creo que sí, aunque también me cuesta irme de tesis, porque en Chile nos han pasado demasiadas cosas en poco tiempo. El proceso constituyente para mí es como de otra vida… He leído grandes teorías sobre lo que pasó, pero es demasiado reciente y me siento con pocos elementos para sacar conclusiones. No tengo la distancia, no tengo la lectura, no he tenido el tiempo… Me cuesta, porque todavía estamos viviendo un proceso. Todavía estoy masticando, de a poco, todo lo que pasó.

Mea culpa, duelo…
-Me he ido reconciliando poco a poco. Con distancia uno mira de otra manera y entiende que, a lo mejor, todo esto es un proceso muchísimo más largo donde se necesita más tiempo. Quizás en el largo plazo se vuelva a repetir una experiencia como esta, pero me faltan más herramientas para hacer una tesis más acabada. Lo que sí lamento profundamente es que quedó en mala posición algo que para mí era muy luminoso, un proceso muy democrático de construcción de algo que, en mi caso, era lo más interesante del proceso constituyente.

-¿Cómo recibió el resultado del 7 de mayo y la superioridad absoluta del Partido Republicano en el Consejo Constitucional?
-Me sorprendió el resultado y la gran cantidad de gente que emergió y de la que nunca había escuchado hablar. Eso refleja este Chile donde pasan muchas cosas en poco tiempo. Estamos en una suerte de vorágine, por eso es muy difícil irse de tesis.

-¿Qué le parece el nuevo proceso?
-Lo he seguido poco y de lejos. He visto muchos titulares contradictorios, pero no se sabe si es el acuerdo final o está en primera discusión, que era algo que nos pasaba a nosotros también. La verdad, no me he detenido mucho a mirarlo.

-Han hablado de enmendar varios puntos propuestos por la Comisión Experta: paridad, aborto en tres causales, entre otros temas.
-Ojalá no lo logren. Los republicanos nunca han falseado lo que buscan, siempre lo han puesto muy claro sobre la mesa. Entonces, desde un principio, no es un misterio lo que fueron a buscar en el proceso constituyente. Pero, insisto, creo que estamos en un proceso más largo. Hay que esperar hasta el final para ver qué pasa.

-¿Imaginó estar en la encrucijada entre aprobar o votar rechazo y seguir con la Constitución de 1980?
-Cuando partió el primer proceso constituyente tenía la idea de que ese era el punto final, cúlmine de la protesta, del estallido. Después de la derrota, se abrió un nuevo proceso constituyente, con otra elección, de otra manera… Y con la gran tristeza de haber sido derrotada, masticando las cosas, me di cuenta de que es muy difícil decir “estos son puntos finales”. Vi un documental sobre el proceso de paz en Colombia que cuenta cómo el acuerdo –que costó años–, al plebiscitarlo, fue votado en contra. Al final de la película había una conclusión que me llegó muy profundamente y me abrió a otro espacio de reflexión: decía que había que entender los procesos como un inicio y no como un punto de término. Por eso sirve tanto mirar a Chile a través de los ojos de otra gente, con distancia. No ser tan rotundos y pensar que “esto se termina o se cierra aquí”. Quizás estos procesos constituyentes no hay que entenderlos como finales, sino como partes de un proceso más grande. O quizá es una forma de aliviar mi pena, no lo sé, pero mi proceso de reflexión en marcha va un poco por ese camino. Esta Costitución del 80, heredada de la dictadura –a propósito de que estamos a 50 años del golpe de Estado–, es una Constitución que termina su ciclo, independiente de lo que votemos en diciembre, porque todo lo que ha pasado en los últimos cuatro años marca eso.

La huella del golpe de Estado

México cumplió un importante papel acogiendo a exiliados chilenos tras el golpe de Estado de 1973, entre ellos, a la propia familia Allende. El entonces embajador de ese país, Gonzalo Martínez Corbalá, abrió la sede diplomática en Santiago para alojar a una gran cantidad de familias y, después, se jugó la vida para sacarlos en un avión. Parte importante de la tarea que ha realizado hasta ahora Beatriz Sánchez ha sido la organización y coordinación de las actividades de conmemoración, en ese país, de los 50 años del golpe.

“El exilio chileno en México tuvo mucho peso intelectual, cultural, social. En el Senado o en la academia, hay muchos mexicanos y mexicanas que me han dicho que se formaron con un académico chileno o una académica chilena. A una se le paran los pelos cuando cuentan de su admiración, de cómo la vocación política o en otras disciplinas nació y se la deben a algún compatriota. Hay un gran respeto por nuestro país, por lo que fue la Unidad Popular y la figura de Salvador Allende, incluso en la derecha política mexicana los reconocen como referentes en América Latina. En la Universidad de Guadalajara tienen el Salón Salvador Allende, donde el ex Presidente hizo ese discurso histórico el año 1972, donde dijo: ‘Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción casi biológica’. Cada año los estudiantes que entran a esa casa de estudios son recibidos con ese discurso”, cuenta.

Como embajada resolvieron realizar distintas acciones a lo largo del año y en ciudades diversas. “Partimos en la Feria del Libro de Manzanillo en marzo. Hemos estado en el Estado de Coahuila, vamos a estar en Monterrey, en Santa Lucía, en Guadalajara, Puebla, Tabasco, Chiapas y en Ciudad de México. Están programados ciclos de cine, del libro, documentales, música, un foro con la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Guadalajara y una exposición de fotografías de gran tamaño que, en conjunto con la Fundación Víctor Jara, vamos a inaugurar en el Museo Centro de la Imagen de Ciudad México. Además, estamos apoyando actividades de la comunidad chilena que está armando una ruta de la memoria, que recorre las estaciones que siguieron las familias exiliadas. En cada lugar realizarán un acto cultural”, detalla.

-A propósito de los 50 años, en Chile se han levantado voces negacionistas en torno a los hechos, protagonistas y la dictadura, ¿qué le parece? 
-Es muy decepcionante para uno como chilena y para México inentendible, pero al mismo tiempo nos demuestra que los 50 años –y esta es una idea personal y es mi forma de explicarles también a las y los mexicanos cuando me preguntan muy impresionados qué pasa– no son pasado, para Chile es presente. El que estemos en un debate abierto para dejar atrás la Constitución de Pinochet nos muestra lo presente que está la dictadura, y el golpe que le dio origen, en nuestra vida cotidiana, en el Chile de hoy. Los 50 años no son pasado, es algo que vivimos todos los días.

Y agrega:

“La dictadura nos mostró una cara terrible, con graves violaciones a los derechos humanos. Tenemos una deuda de verdad y de justicia, de memoria… pero además la dictadura lo que buscó –hay registros escritos y de audio– fue instaurar un modelo económico, que todavía vivimos en Chile. El terror fue para instalar un modelo económico. Entonces, la dictadura nos dejó una herencia que todavía está viva. El estallido, el proceso constitucional, tienen que ver directamente con eso. Entonces, los 50 años no son pasado, son presente. Cuando hay gente que, en este contexto, trata de apartar aguas y dice: ‘Separemos lo económico de las violaciones a los derechos humanos’ o señala que Pinochet fue un estadista, es porque es un tema presente para ellos también. Aunque algunos traten de darlo por decreto como superado: decir ‘pero miremos al futuro’. ¡¿Cómo se va a mirar al futuro si el pasado no está resuelto?!”.

-¿Eso lo entenderán las generaciones que nacieron mucho después, un ciudadano común y corriente que “disfruta” del modelo?
-Puede no racionalizarlo o no tenerlo presente, porque hemos hecho pocos ejercicios de memoria. ¿Cuánto se enseña de nuestra historia reciente en la educación formal? ¿Desde cuándo en los textos de historia hablamos de dictadura? ¿Cuánta gente en Chile sabe que Salvador Allende fue uno de los grandes salubristas del país, uno de los que fundó nuestro sistema de salud pública? ¿Por qué se habla de la vía chilena al socialismo? No hemos hecho un consistente ejercicio de memoria. Pero no es una nueva entelequia, se trata de incluirla en los textos de estudio, en los sitios, que sea un acto permanente de la ciudadanía. No me extraña que exista gente de 40, 30, 20 años que no sabe muy bien sobre el golpe, para los que “la Unidad Popular fue una época en que se hizo cola para comprar”. El ejercicio de memoria deberíamos llevarlo a la práctica todos lo días.

-Un producto de la dictadura, que borró parte de la historia…
-Pero la dictadura terminó hace 33 años. Por eso hablo de la memoria, es bueno en estos 50 años hacer esta reflexión. A mí me gusta mucho y tengo suerte de hacerla desde lejos, porque uno se da cuenta de cosas que no se ven cuando se tienen tan cerca.

-¿Cuáles cosas?
-Como que la política chilena siempre ha estado a la vanguardia. Es lo que pasó con la Unidad Popular en los 70, lo que estaba pasando en el proceso constituyente o cuando se formó la Concertación de Partidos por la Democracia para derrotar a la dictadura. Hay cosas señeras que muestran a Chile en la vanguardia política. Nuestro país, pese a todo lo que lo criticamos, tiene una fuerza institucional republicana que es muy emocionante.

Frente Amplio y poder: ‘‘Se llega cuando se llega’’

-¿Cómo ve desde allá el Gobierno del FA?
-Cuesta un poco, porque viene muy de cerca la opinión. En general, Chile se ve siempre como un país muy estable, confiable, independiente de los gobiernos. Con una institucionalidad muy robusta. Hoy, en particular, existe mucha sintonía desde la administración del presidente Andrés López Obrador con la del Presidente Boric. Al margen de eso, hay varias cosas que se miran con mucha simpatía desde distintas naciones. Por ejemplo, que sea un Presidente joven, con un discurso de justicia social, que –me han hecho saber especialmente desde países europeos– tiene muy presente el cambio climático, los derechos de las mujeres, una agenda progresista. Hay mucho interés por este Gobierno que pone sobre la mesa, sin ambigüedades, cuestiones de interés mundial. Es más, hoy nosotros, una embajada latinoamericana, está presidiendo junto con Alemania la Mesa Internacional de Cooperación en Términos de Género y trabajamos temas con otras 24 embajadas, principalmente europeas, en una instancia que antes solamente era liderada por naciones europeas y nórdicas.

-Su evaluación para el año y medio de Gobierno del Frente Amplio…
-No es justo opinar tanto, porque no he estado en el día a día. Además, una agenda de cambios, varios  estructurales, es una tarea compleja de implementar. Sé que la coyuntura hace que muchas cosas no se vean, pero estoy muy contenta de que se haya aprobado el royalty, que se presente el proyecto contra los delitos llamados de cuello y corbata. Que, al mirar un estudio, hace poco, sobre economía latinoamericana, me haya encontrado con que Chile tiene un salario mínimo muy por encima de nuestros vecinos, haber logrado el fin del copago en Fonasa… O sea, esas cuestiones que van avanzando y que no llenan los titulares como a uno le gustaría, pero que son cambios fundamentales para una serie de familias y que también son parte del programa que siempre se quiso hacer.

-Pero al parecer se renunciará a las grandes reformas.
-No sé, eso lo ve Santiago.

-En 2017 participó en la elección presidencial, usted podría haber sido la primera Presidenta de esta coalición, ¿lo imaginó?
-Todos los objetivos que nos planteamos en esa primera candidatura tan incierta se cumplieron. Siento que han pasado como 200 años desde entonces (ríe). Era todo nuevo, no solamente porque hicimos algo muy de corazón, sino que, además, lo que buscábamos era que se rompiera con el bipartidismo estático que había y que irrumpiera una fuerza nueva y que, además, se asentara en una bancada parlamentaria en ese momento y después en alcaldías. Todo eso pasó gracias a esa candidatura. Es bonito haber sido y ser parte de algo que ha ido creciendo y desarrollándose con mucho esfuerzo, con mucha gente… Porque hacer política tiene cosas muy duras, pero también muy hermosas.

-Y también tiene cosas complicadas, ¿cómo ha llevado el tema que involucra a RD y las fundaciones?
-Prefiero no meterme en ese tema. No tengo antecedentes. Hay mucha expectación, porque es muy complejo. Y, además, no me corresponde opinar.

-Hace varios años usted dijo que le haría un queque a Giorgio Jackson y le cargaría la bip! a Gabriel Boric, ¿lo haría hoy?
-Eso es porque encontraba que como dirigentes estudiantiles eran lo máximo. Y hoy sigo opinando parecido, desde el cariño y la admiración. Ellos pasarán a la historia, porque marcan una generación, una forma de hacer las cosas de otra manera. Al Presidente y a varios políticos de esa generación los encuentro excepcionales por varias razones. Una, porque efectivamente considero que hacen una forma de política distinta. Y sé que se han hecho miles de caricaturas al respecto, que se creen los no sé qué… me refiero a que entienden la práctica política de una forma inherente a las personas, como parte de la vida. Y yo suscribo eso. Siempre hacemos política, no se entiende la política fuera de la vida de las personas. Me encantaría que todos entendieran eso para que se apropiaran de sus vidas y de sus decisiones. El Presidente, al ejercer esa forma de hacer política, es un hombre muy llano, se acerca a la gente, se va a meter a todos lados, porque –aunque lo pueden recibir mal– entiende que tiene que estar ahí dando la cara, porque para eso está en un puesto de liderazgo y no para hacer la estrategia desde la oficina, que también puede ser así, pero él entiende que gobernar también se trata de acompañar y de sentir. Esa forma me gusta mucho. Y también me parece que es un hombre inteligente, con ideas muy claras, y que hace algo muy difícil para cuando uno está al mando, que es no engolosinarse con sus ideas. Sabe soltar. Y eso es muy difícil cuando uno está liderando.

-¿Y el ministro Giorgio Jackson?
-Soy muy giorgista, le tengo un aprecio enorme. Me parece muy injusto todo lo que ha pasado.

-¿Tiene que ver con su desempeño?
-Mi opinión personal, muy personal, es que lo ven como un sucesor. Entonces, tratan de sacarlo del mapa nomás. No hay un sustento real detrás de todo lo que dicen. No es que haga algo mal, no es que no sea inteligente, es porque lo ven como un posible sucesor. Él también era una de nuestras opciones, pero no tenía la edad para ir de candidato, por eso fue Gabriel Boric.

-¿Cómo ve el futuro del FA?
-Más que predecir, digo lo que me gustaría. Quisiera que siguiera siendo un conglomerado que se repiensa constantemente. Y que fuéramos un solo Frente Amplio, un solo partido. Por sobre todo me gustaría no dormirnos en los laureles, que haya una reflexión permanente de lo que es hacer política. Me interesa que no perdamos algo que tuvimos desde el origen: estar siempre preguntándonos para qué estamos haciendo política, qué queremos hacer para el momento en que vivimos.

-Da la impresión de que no están haciendo mucho de eso ahora…
-Cuando gobiernas las reflexiones no se hacen tan constantemente, pero tienes que hacerlas igual. De hecho, Convergencia Social celebró un gran encuentro hace poco. Ahora, mientras estás sustentando un Gobierno, también tienes que hacerte la pregunta: ¿qué quieres lograr con el Gobierno? ¿Qué es lo que está haciendo el Presidente? Los partidos que acompañan este camino también tienen que irse cuestionando, sobre todo las prioridades. Es algo que hay que tener a la vista siempre.

-¿Le faltó madurez al Frente Amplio para llegar al Gobierno o se llegó muy rápido?
-Creo que se llega cuando se llega. Hay gente que no llega nunca… No hay momentos precisos ni perfectos, ni hay madurez suficiente. Se llega cuando se llega.

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