A fines de 1976 la antigua casona del dueño del diario “Clarín”, Darío Sainte Marie (Volpone), ubicada en San José de Maipo, fue escenario de una imagen shakesperiana, cuando la cúpula del Partido Comunista fue llevada hasta ese lugar y Pinochet acudió hasta allá. En tiempos mejores, la mansión fue un destino frecuente de los mandatarios electos en forma democrática. Ya en manos de la policía secreta del dictador operó como una escuela de inteligencia, en la cual los agentes recibieron instrucción de parte de la CIA y también de integrantes de Colonia Dignidad, como una especie de resort para los miembros de la DINA y también como un centro de exterminio.
La madrugada del 12 de septiembre de 1973, cuando los centros neurálgicos del poder en Chile estaban ya tomados por los militares, como sucedió con el palacio de La Moneda o la residencia de Salvador Allende, un grupo de comandos de la Escuela de Paracaidistas del Ejército fue acantonado en el comando de telecomunicaciones, en Peñalolén. Los subieron a varios camiones y enfilaron rumbo a la cordillera en medio de un máximo sigilo. Llevaban varios minutos de viaje cuando les comunicaron cuál era el objetivo: capturar la mansión conocida como “Casa de Piedra”, ubicada en San José de Maipo, la cual hasta ese momento pertenecía al periodista Darío Sainte Marie Soruco, más conocido como “Volpone”.
En la casa, como recordaría muchos años después ante la justicia el cabo Carlos Labarca, no encontraron nada de interés: no había armas, material subversivo ni nada parecido.
Lo que Labarca no sabía es que, en realidad, no estaban buscando nada de eso sino que, por el contrario, lo que estaban haciendo era expropiando dicha mansión precordillerana, un verdadero símbolo del poder que había gobernado Chile hasta dos días antes y que también se convertiría en los años siguientes en un símbolo del poder de quienes acababan de derrocar a Allende, que no pocas veces había estado en ese lugar.
Los mandos militares sabían muy bien lo que representaba dicha construcción. Era el solaz de “Volpone”, principal dueño de “Clarín”, el diario que, bajo el lema de “Firme con el pueblo” había sido quizá el principal sostén de la llegada del socialista al poder, pero su cercanía con él (que se remontaba a Valparaíso, donde ambos crecieron) no era la única experiencia de Volpone con el poder. Según Ciperchile, fue cercano a Carlos Ibáñez del Campo y luego, cuando se desempeñó como editor de United Press International en Estados Unidos, tuvo contactos bastante estrechos con el dictador cubano Fulgencio Batista, con su par dominicano Rafael Trujillo y con el presidente argentino Juan Domingo Perón.
En 1952, luego de que Ibáñez asumiera nuevamente como presidente, fue una suerte de asesor oficioso de este (su hermano Osvaldo Sainte Marie fue canciller en dicho periodo). En 1954 “Volpone” fue nombrado director de La Nación, el diario de Eliodoro Yáñez que Ibáñez le había expropiado en 1927, dejándolo bajo el control del Estado. Fue en ese contexto que, dentro de la empresa La Nación, crearon un vespertino llamado “Clarín”, que posteriormente Sainte Marie compraría para sí, convirtiéndolo en un diario popular de un éxito sin par. Para las elecciones presidenciales de 1970 el diario, que por aquel entonces era el más vendido de Chile y dirigía el legendario Alberto “Gato” Gamboa, se la jugó por Allende (y también por Tomic).
Su nieta Thea señaló en una entrevista, sin embargo, que Allende no era el único visitante de Casa de Piedra, que su abuelo compró a mediados de los años ‘50. Todos los presidentes (salvo Alessandri) lo habían hecho, pues señala que allí iban “Carlos Ibáñez del Campo, Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende Gossens. Este último frecuentaba ir, almorzando bajo la higuera y teniendo tardes de piscina”.
Luego de la elección de Allende, a fines de 1970, la relación con Volpone no volvió a ser la misma. Este se sintió presionado por el presidente, que a su juicio quería apoderarse del diario. Finalmente, según explicó su nieta a La Tercera, el entonces presidente amenazó en forma “metafórica” a su abuelo luego de lo cual este, en 1972, decidió abandonar Chile y radicarse en Madrid. Tras ello, Víctor Pey compró el diario, el cual fue expropiado el 11 de septiembre de 1973.
La CIA y Colonia Dignidad
Luego de que los comandos se tomaran Casa de Piedra, el recinto fue entregado a la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), como lo relataría el mismo Labarca, en el contexto de las investigaciones judiciales por los casos Conferencia I y II, relativas al exterminio de la cúpula del Partido Comunista. De hecho, él mismo fue trasladado a dicha policía secreta, a inicios de 1974, “siendo enviado a cuidar la misma casa que anteriormente me referí y que allanamos con mi unidad años atrás, el 11 de septiembre de 1973”, explicó, agregando que “en esa casa fuimos asignados alrededor de seis o siete funcionarios”, los que eran dirigidos por los oficiales Pedro Espinoza y Armando Fernández Larios.
La casona comenzó a ser habilitada como un internado de mujeres, hasta que se reveló que, en realidad, allí funcionaría una escuela de inteligencia femenina, “la que se concretó el mismo año 1974”. Según Labarca, “al curso de la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI) ingresaron cerca de 40 mujeres, todas civiles, y de entre 20 y 25 años de edad. En mi caso me correspondió hacer clases de manejo de armas y educación física”.
Todas esas mujeres formaban parte de la brigada femenina de la DINA, una agrupación liderada por la oficial de Carabineros Ingrid Olderock y en la cual había funcionarias que provenían de distintas ramas de las Fuerzas Armadas y Carabineros, así como escorts entre ellas Mónica Luisa Lagos, la famosa “Liliana Walker”, que en 1976 viajaría junto a Arturo Fernández Larios a Washington, con el fin de seducir a Orlando Letelier (lo que obviamente no pudo hacer).
Una funcionaria de la DINA, Margarita San Juan Donoso, diría posteriormente que “me integré a un curso en San José de Maipo, que se dio a puras mujeres, y este recinto se denominaba Casa de Piedra”.
En declaraciones prestadas en el marco de la investigación por la asociación ilícita que existió entre la DINA y Colonia Dignidad, Labarca precisó que “en la implementación de la citada escuela tuvieron una destacada participación colonos de la llamada Colonia Dignidad, quienes instalaron una antena de transmisión y equipos de radio, de alta frecuencia, muy adelantados para la época, pues se comunicaban directamente y sin problemas a Parral y otras ciudades. Este equipo era operado desde Santiago por Fernández Larios y Pedro Espinoza, quienes se comunicaban, en clave, diariamente con los colonos. Cuando los colonos venían a Santiago, concurrían a Casa de Piedra y ellos probaban los equipos y se comunicaban a Parral o a la casa que tenían cerca del Estadio Nacional”, aludiendo a la casona que los germanos poseían en Ñuñoa.
Labarca dijo haber visto allí a Paul Schäfer y otros alemanes, y también confesó haber participado en un curso de inteligencia ofrecido a la DINA por estos, el cual se realizó en el interior de su predio, en Parral. En la misma causa, Pedro Espinoza, que en 1995 sería condenado por su responsabilidad en el crimen de Orlando Letelier, junto a Manuel Contreras, minimizó la participación de los alemanes en la implementación de la Escuela Femenina, aseverando que estos solo fueron una vez a reparar equipos. No obstante, agregó un dato desconocido: que “en los meses de julio o agosto de 1974, hubo personal de la CIA que hizo cursos de instrucción en la Escuela de Inteligencia de San José de Maipo”.
Hacia 1975 Casa de Piedra comenzó a ser utilizada como una especie de resort, un lugar de descanso y celebración para los miembros de la DINA y el dictador en persona, como consta en la declaración de Juan Morales Salgado, el jefe de la brigada Lautaro, donde exterminaban a los opositores al régimen, quien aseveró que: “conocí un cuartel ubicado en el Cajón del Maipo, denominado Casa de Piedra, debido a que me correspondió asistir a una fiesta en ese recinto, recordando que en esa celebración se encontraba el coronel Contreras, el comandante Jahn Barrera”. Luego, agregó que “en una ocasión, estando a cargo de la brigada Lautaro, me tocó concurrir junto con el coronel Contreras hasta el sector del Cajón del Maipo, específicamente hasta una casa de reposo que tenía Salvador Allende, donde se efectuaba una celebración con asistencia del comandante en jefe del Ejército, Augusto Pinochet Ugarte, junto con su grupo personal”.
Mario Jahn Barrera, que fue subdirector de la DINA, confirmó los dichos de Morales: “fui invitado por Contreras, junto a otros oficiales. No recuerdo quiénes eran, pero deben haber sido los oficiales del mando de la DINA. Nos llevaron en un helicóptero Puma del Ejército, para participar en un almuerzo de camaradería que se celebró en dicho lugar. Hago presente que en esa misma ocasión, no estoy seguro, pero tal vez pudo haber concurrido el general Pinochet”.
La amplitud del lugar, su tranquilidad, su piscina y sus amplios salones y dormitorios no solo beneficiaban a la cúpula de la DINA, sino a todo el personal. El suboficial Basclay Zapata, por ejemplo, recordó que “respecto de un recinto denominado Casa de Piedras debo señalar que efectivamente lo conocí en el año 1975, antes de mi matrimonio. Es posible que haya sido en el mes de junio o julio de ese año, hasta donde fuimos llevados por (Miguel) Krasnoff con fines de descanso, por cuanto esa casa tenía todas las condiciones, al ser de grandes dimensiones, con todas las comodidades, muy lujosa y retirada de Santiago. Cuando llegamos a ese lugar, la casa era custodiada por agentes de la DINA vestidos de civil y armados, desconociendo a qué unidad pertenecían. Lo claro es que eran dotación del cuartel general. Durante la semana que estuvimos en ese lugar todos los integrantes de la Brigada Caupolicán fuimos mantenidos al interior de la casa, sin que se nos autorizara la salida. En todo caso, teníamos todo lo necesario”.
El agente civil de la DINA, Miguel Cifuentes Vargas relató que para 1976 Casa de Piedra “era la casa de reposo que tenía el entonces coronel de Ejército Manuel Contreras Sepúlveda”. Como encargado de seguridad y aseo del lugar, relata que “el chalet” estaba reservado al “Mamo”, quien, sin embargo, dio instrucciones de que se facilitara el teléfono y la piscina a los vecinos del sector.
“Las visitas al recinto -agregó- no eran muy cotidianas por parte del general Manuel Contreras, llegando en un año determinado a ir en dos ocasiones, oportunidades que visitaba junto a su familia, junto con un equipo de seguridad directa que tenía en su calidad de director de la DINA, que era integrado por cerca de seis agentes”. De cuando en cuando la vivienda se seguía utilizando para festividades masivas, como cuando se celebró “la pascua del soldado” , así como “en algunas ocasiones llegaron con motivo del cumpleaños de algún funcionario”. En otra ocasión, relata que luego de haber estado varios días con descanso, Casa de Piedra “había sido visitada por el general Augusto Pinochet Ugarte, quien habría llegado en un helicóptero al lugar y que esta visita habría sido con ocasión de un aniversario de la Dirección de Inteligencia Nacional. Producto de esa visita y que el helicóptero se posó en el recinto, las hélices de la aeronave dieron vuelta los parrones, por lo que una de las misiones que me encomendaron fue reparar ese daño, junto con el jardinero”.
Si el hecho que el refugio de Volpone se hubiera convertido en un lugar de descanso para los miembros de la DINA resulta impresionante, sin lugar a dudas que lo más shakesperiano que aconteció en ese lugar sucedió a fines de 1976. Hasta antes de la dictación del fallo por el caso Conferencia II (en julio pasado) se conocía lo sucedido en términos generales, pero los detalles eran desconocidos y emergieron a raíz de dicha investigación. Sigamos con la declaración de Cifuentes: “en el invierno de 1976 se me dio la instrucción por parte del Cuartel General, específicamente la secretaria (de la cual no recuerdo el nombre) que debía dejar el lugar, porque llegaría un equipo de agentes que llegaría a hacerse cargo de este, debiendo regresar al día siguiente, sin darme mayores detalles de quienes eran o qué tipo de operación realizarían. Al día siguiente llegué a Casa de Piedra a eso de las 11 horas. Había un equipo de agentes que me esperaba para entregarme las llaves”, precisó ante la justicia, aseverando que “en el momento de abandonar el recinto recuerdo que llegaron en un vehículo con tres agentes de la DINA, a quienes les entregué todas las llaves de las distintas dependencias para que hicieran uso, señalándome uno de ellos que volviera al día siguiente a eso de mediodía y que avisara al jardinero que no debía acercarse a la casa”.
Según él, “con posterioridad me llamaron una segunda vez para hacer entrega de la casa, en este caso fue a fines de 1976, y llegaron en un auto unas cinco mujeres, a quienes entregué las llaves, siendo las instrucciones las mismas; es decir, ninguno de nosotros podía quedarse en el lugar. Desconozco quiénes eran esas personas y en este caso ellas se quedaron todo el fin de semana, incluso preguntaron por los equipos de esquí. Recuerdo que eran buenasmozas, de más de veinte años de edad, y me parece que eran agentes de la DINA”.
Él no lo sabía (y si lo sabía, no lo dijo), pero al menos el segundo operativo de despeje de Casa Piedra obedecía a una situación muy llamativa, según lo que explicó el oficial de Carabineros Ricardo Lawrence, jefe de una de las unidades más temibles de la DINA, la brigada Delfín, que no se llamaba así por el mamífero marino, sino porque, como se indica en una declaración, era “Del-fin”; es decir, quienes caían en sus manos no podían salir vivos de allí.
Según Lawrence, luego de que otro oficial (Germán Barriga) le diera la instrucción de acudir a Casa de Piedra, “observé que en dicha casa había varios agentes de la DINA, entre ellos el coronel Contreras, el mayor Juan Morales Salgado y Barriga. En su interior se encontraba ‘El Chino Díaz’ y otros integrantes de la cúpula del Partido Comunista, los que al tiempo supe que uno era de apellido Pizarro y otro de apellido Zamorano, siendo alrededor de 11 personas. En ese instante llega Pinochet con su comitiva, quien conversa con todos los detenidos, pero principalmente con el Chino Díaz, quien le señala que si atacaba al Partido Comunista era como sacar el agua del mar con un balde”.
Todos quienes estaban detenidos allí fueron asesinados, incluyendo a Víctor Díaz, el líder del PC en la clandestinidad. Minimizando su participación en los homicidios, Lawrence aseguró que días después recibió una orden directa de Manuel Contreras: debía trasladarse de nuevo a Casa de Piedra, con el fin de escoltar a varios vehículos que trasladarían los cadáveres de las víctimas hasta Peldehue. Los cuerpos, que estaban al interior de sacos paperos y que tenían rieles atados a ellos, fueron posteriormente lanzados al mar, en la costa de la Región de Valparaíso.
En los años ‘90 las descendientes de Sainte Marie recuperaron la propiedad y los restos de Volpone, quien falleció en 1982 en Madrid, en circunstancias que aún levantan sospechas en su nieta, descansan desde 1995 en su refugio de la precordillera.
Inscríbete en el Newsletter +Política de El Mostrador, súmate a nuestra comunidad para informado/a con noticias precisas, seguimiento detallado de políticas públicas y entrevistas con personajes que influyen.