Operativo de la PDI contra un grupo chileno de traficantes, el que operaba en la zona sur de Santiago, arrojó un impresionante hallazgo: en el mismo sitio donde acopiaban marihuana que compraban en la zona del secano costero de la Región de Coquimbo hallaron una granja de bitcoins. Hasta antes de ello, solo se habían detectado operaciones con criptodivisas por parte del Tren de Aragua, en Iquique.
En principio, el operativo no tenía nada muy distinto de los que habitualmente realiza la Brigada Antinarcóticos Sur de la PDI en la capital: había que entrar rápido, sin dar tiempo a los ocupantes de reaccionar ni, mucho menos, de deshacerse de la evidencia o de la droga.
Sin embargo, el allanamiento que los detectives realizarían el martes 6 de septiembre pasado en una casa de avenida Fernández Albano, en La Cisterna, poseía una complejidad adicional: no se trataba solo de una vivienda y un patio, como es habitual, sino de un sitio bastante más grande, en el cual también se ubicaba un galpón que, hasta hace algún tiempo, fue un lubricentro, por lo que era una superficie bastante extensa a cubrir y ello siempre puede acarrear sorpresas.
No obstante, no hubo mayores dificultades. Cuando la PDI ingresó detuvo a todos quienes se encontraban en el comedor de la casa. Los policías incautaron 36 kilos de marihuana y una prensa que fabrica pastillas, además de ketamina y pastillas de MDMA (éxtasis), pero la mayor sorpresa se la llevaron al ingresar a uno de los dormitorios, donde vieron una serie de CPU conectados entre sí, emitiendo mucho ruido y calor, por lo cual se pidió la concurrencia de la Brigada del Cibercrimen, cuyos efectivos constataron que se trataba de una granja de minería de bitcoins.
Era la primera vez que los detectives chilenos hallaban un centro de distribución de drogas y un sistema de minería de criptomonedas, pero no es algo extraño en Europa.
Desde inicios de 2023 que los efectivos policiales andaban detrás de los pasos de Kevin Piña Catalán, un sujeto de 28 años que, de cometer delitos como hurto y receptación, ingresó al mundo del narco, lo que ya le había valido una detención. Tras ello, decidió formar su propio grupo y, en muy poco tiempo, prosperó, vendiendo marihuana de gran calidad, que –se cree– adquiría a alguna de las tantas bandas que la cultivan en el valle de Quilimarí, en el secano costero de la Región de Coquimbo.
Gracias a su nueva prosperidad, dejó su antigua casa en La Cisterna y se mudó a otra, más segura y muy lejos de ahí –en un condominio de Lampa, vivienda por la cual pagó 4 mil UF–, y organizó un sistema de distribución y también de ocultamiento de los fondos ilícitos, de acuerdo con la Fiscalía, según la cual este tenía varios testaferros –entre quienes se cuentan una expareja y dos primos suyos– que adquirían a nombre de ellos automóviles que, sin embargo, eran usados por Kevin Piña, motivo por el cual fue formalizado, además de tráfico, por lavado de activos. Entre estos móviles se cuentan un Peugeot 3008, un Lexus y un MG.
La investigación, que se inició en enero, fue bautizada “Lucerna”, debido al nombre de la calle de La Cisterna en la cual se encontraba una de las viviendas en la cual se vendía droga.
Como explicó el subprefecto Eduardo Gatica, jefe de la Brigada Antinarcóticos Sur, “nuestra investigación estaba orientada a desarticular un grupo de delitos violentos dedicada al narcotráfico que operaba en la zona sur de la capital, que tenía vinculación con distintas comunas, como La Cisterna, San Miguel, Buin, Pedro Aguirre Cerda, Cerrillos y Lampa”. Para ello, indica, una vez coordinado todo con el fiscal Carlos Yáñez, de la Fiscalía Regional Sur, la investigación “se dividió en tres fases, para poder lograr la desarticulación total de este grupo criminal”.
De ese modo, el primer operativo se realizó el 5 de agosto pasado, ocasión en la cual se incautaron 1,6 kilos de marihuana, así como algunos vehículos, dejando además cuatro detenidos. Una segunda fase, en la cual cayó el líder del grupo, se ejecutó el 30 de agosto. En dicha ocasión fueron decomisados otros 13 kilos de la misma droga, 71 gramos de clorhidrato de cocaína, dos armas de fuego y municiones. De nuevo, fueron cuatro las personas aprehendidas, entre ellas, dos hermanos (hombre y mujer) y Piña, en cuya vivienda se encontraron dos kilos de marihuana.
El tercer procedimiento se realizó el 6 de septiembre, cuando cayeron siete personas detenidas, incluyendo al segundo objetivo de la investigación, Felipe Illanes, cuya madre es la propietaria del sitio de La Cisterna en el que se halló la granja de criptomonedas y, además, algo no menor: la máquina para confeccionar drogas de síntesis. De hecho, el subprefecto Gatica señala que, aunque se encontraron pocos estupefacientes de este tipo (28 gramos de éxtasis y 48 comprimidos de este), había ketamina (43 gramos), colorantes y aromatizantes, es decir, “los elementos utilizados para efectuar droga de síntesis”, agregando que esa “máquina de comprimidos tiene la capacidad de, en un tiempo muy breve, poder comprimir sobre 2.500 dosis, cada una de las cuales en el mercado tiene un avalúo de 15 mil pesos”.
Para lo que los detectives no estaban preparados, sin embargo, era para lo que hallaron en uno de los dormitorios: la granja de minería de bitcoins. Gatica indica al respecto que “es un hecho inédito, a nivel nacional”, agregando que “es la primera vez que se vincula de manera tan directa el tráfico de drogas con la minería de datos virtuales de criptomonedas. No había ocurrido antes en el país”.
Al respecto, indica que hechos semejantes se han visto en otras latitudes y, aunque la minería de criptomonedas no es un delito, sí existen antecedentes que indican que esta actividad informática “permite a los grupos criminales, a las bandas organizadas, poder efectuar el lavado de activos sin dejar registro de la actividad ilícita y convertir dinero ilícito en dinero lícito, para poder incorporarlo al mercado”.
El prefecto Luis Orellana, jefe de la Brigada del Cibercrimen Metropolitana, abunda en ello, precisando que lo que se denomina “granja” en realidad “son equipos que están dedicados a la minería de criptomonedas, interconectados a través de un software”, como se observa en el video ubicado al final de esta nota.
Se trata de redes de computadores interconectados por todo el mundo que están todo el día y noche efectuando minería de datos y que reciben recompensas (en criptomonedas, bitcoins en el caso de la granja de La Cisterna) en la billetera virtual que cada criptominero maneja.
Por cierto, para hacer eso no solo se requieren conocimientos bastante avanzados, sino que también equipos y softwares especiales, que además consumen mucha electricidad, debido a que el trabajo que realizan básicamente consiste en resolver problemas matemáticos, que garantizan la seguridad de las transacciones que se efectúan. De hecho, explicó el prefecto, “se incautaron 19 sets tecnológicos relacionados a criptomonedas, que son equipos dedicados o especializados en la minería, pero tenían instalados solamente 10, porque la red eléctrica no le permitía poder instalar los 19”.
La sospecha es que, quien fuera que manejara la red –lo que aún no está totalmente claro–, iba a aumentar su capacidad de procesamiento de datos, sobre todo teniendo en cuenta que dichos equipos formaban, a su vez, parte de un pool, es decir, una unión de nodos como el descubierto.
Por cierto, puede haber sido una actividad totalmente legítima, al margen del tráfico de drogas que se realizaba un par de habitaciones más allá, pero los organismos de persecución penal creen que el objetivo del sofisticado sistema era lavar activos, ya fuera por medio de la compra de más y más equipos (adquiridos con dinero del narcotráfico), a fin de realizar minería a gran escala e incorporar las ganancias a la economía formal, o de algún modo justificar las ganancias ilícitas, por medio de la minería de criptomonedas o de la inversión en ellas.
En este caso, se trata de instrumentos económicos que no son controlados por Estado alguno, que son completamente anónimos, y en otros países, ya no es extraño que los grupos narcos usen esta metodología, aunque, en realidad, en Chile también se ha detectado: en una de las investigaciones que se realiza en contra del Tren de Aragua (en Iquique), se detectaron al menos cuatro mil millones de pesos invertidos en criptomonedas.
De hecho, las billeteras virtuales no obedecen al nombre de nadie sino a un código, lo que hace al sistema de criptomonedas ideal para encubrir actividades ilegales, aunque no fue creado para ello, por cierto.
En efecto, explica el jefe de la Brigada del Cibercrimen, en la mayoría de los ransomware (secuestro datos) que se han producido en Chile en los últimos años, siempre se pide que el rescate sea pagado por medio de criptomonedas. Y no es lo único: como señala el oficial, en la deep web es posible comprar cualquier cosa ilícita usando criptodivisas.
El fiscal Carlos Yáñez Díaz, de la Fiscalía de Alta Complejidad y Crimen Organizado de la Fiscalía Metropolitana Sur, dijo que lo ocurrido “es un procedimiento, por decirlo de alguna forma, novedoso, en el cual se encuentra ligado la minería de bitcoins con el delito de tráfico de drogas y también delito de la Ley de Armas”.
Según explicó, “todavía queda parte de la organización y eso es materia de investigación”, junto con agregar que los integrantes del grupo fueron formalizados por tráfico de drogas, lavado de activos y tráfico de municiones, entre otros delitos.
Imágenes de la granja de criptomonedas hallada en La Cisterna: