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Nuevo escándalo de los Legionarios de Cristo alcanza a familia del presidente de la CPC PAÍS Sacerdote Luis Francisco González

Nuevo escándalo de los Legionarios de Cristo alcanza a familia del presidente de la CPC

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Ya se inició una investigación penal por estos hechos y también una canónica. Víctima de estos abusos, que publicó una carta con su identidad, es el hijo de Ricardo Mewes, presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), que agrupa a los principales gremios empresariales del país. Profesores del colegio San Isidro de Buin, donde ocurrieron los hechos, dieron a conocer una misiva en la cual hacen un mea culpa al respecto.


Los Legionarios de Cristo, una de las órdenes católicas favoritas del poder chileno, se encuentra hoy nuevamente en el ojo del huracán, después que se divulgara una carta en la cual un exalumno del colegio San Isidro (de Buin) denuncia los abusos sexuales de los cuales fue objeto en dicho establecimiento.

La víctima, que hoy tiene 34 años, se identifica con sus nombres y apellidos en dicha misiva, que ha circulado ampliamente. Se trata de Martín Mewes Achondo, hijo de Ricardo Mewes Schnaidt y María Alejandra Achondo Labbé.

Profundamente católico, Ricardo Mewes fue presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo (CNC) y en 2020 sucedió a Juan Sutil al frente de la organización más poderosa del empresariado chileno, la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), que agrupa a los gremios más influyentes del país, como la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) y la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), entre otras.

Una vez conocida la carta, fuentes cercanas al colegio confirmaron que tanto Ricardo Mewes como su esposa hicieron ver su molestia al colegio por los hechos sufridos por su hijo cuando era menor de edad.

En dicha misiva, dirigida a su familia, a la comunidad de colegios de los legionarios y “para todos a los que mi testimonio pueda servir”, Martín Mewes señala que hasta 2022 vivió en Estados Unidos, época en la que abusaba del alcohol, por lo cual, al regresar al país, su esposa le sugirió buscar ayuda profesional, luego de que ella quedara esperando una segunda hija.

Según detalla, en las sesiones de terapia “empezaron a aparecer recuerdos; imágenes de mí siendo niño, en una sala en mi colegio (San Isidro), con dos personas más. Un cura que recuerdo perfectamente, Luis Francisco González, y otro que siempre intuí que era el padre Daniel Reynolds, ambos pertenecientes a la congregación de los Legionarios de Cristo. Cuando vi su nombre en una denuncia reciente, se me removió todo, me dieron ganas de vomitar y mi sospecha se hizo más real”.

Finalmente, señala, “mi psicóloga me ayudó a nombrar lo que para mí era una sospecha. Dijo: ´Lo que viviste fue una situación de abuso’. En ese minuto confirmé lo que siempre había creído. Había sido abusado”, hecho que ocurrió cuando tenía entre 10 y 12 años y era acólito. Según rememora, “a esa edad mi personalidad cambió en manera radical. Al parecer, pasé de ser un niño muy alegre y cariñoso, a un niño muy retraído, malhumorado, bajé un montón las notas y mi actitud frente a todo lo relacionado con la religión cambió abruptamente y empecé a llevar la contra en todo lo que se refería a la iglesia”.

Ante ello, decidió no hacer la primera comunión ni confirmarse, lo que, añade, le significó una serie de hostigamientos de parte del sacerdote Daniel Reynolds. Asimismo, recuerda que cuando comenzaron los rumores sobre los abusos sexuales cometidos por el fundador de los legionarios, el mexicano Marcial Maciel, la respuesta del colegio a los alumnos era que “esta noticia es falsa, es sólo el diablo que quiere hacerle daño a la iglesia”.

Sin embargo, “un poco después de lo de Maciel, en el colegio comenzó el rumor de que al padre Luis Francisco González, el mismo que había abusado de mí, había sido visto en prácticas sexuales inusuales. Creo que lo único que supimos fue que, al poco tiempo, a este cura lo mandaron fuera del país y nunca más nadie supo de él”.

Luego de relatar una serie de consecuencias que tuvo en su personalidad el abuso del que fue objeto, precisa que “no sé si es habilidad de los curas, de los Legionarios en particular o, bien, de un abusador en sí, pero te hacen sentir débil, sucio, culpable, traicionado, con rabia, con impotencia. Sientes que no vales nada. Empiezas a dudar si efectivamente pasó, si le estoy poniendo color o si habrá sido realmente tan grave, proceso que te va comiendo la cabeza”.

Ante todo lo vivido, indica que es necesario cuidar a los niños y expresa su rabia respecto de la forma en que la Iglesia católica ha manejado los casos de abusos, preguntándose: “¿Cómo se van a salir de nuevo con la suya? ¿Cuánto poder tienen realmente? ¿Cómo va a ser esto tan injusto para las víctimas? ¿Cómo no van a ser capaces de hacerse cargo? ¿Hasta cuándo van a seguir escondiendo cosas? Creo que es muy importante informarse, principalmente quienes tengan contacto con los legionarios, de cómo fue formada esta congregación”.

Por cierto, califica en forma positiva la carta abierta enviada por la dirección del colegio San Isidro (que se puede leer aquí), la cual señala que se recibió una denuncia al respecto en agosto pasado y que “se inició una investigación canónica, a cargo de una abogada externa con amplia experiencia en este campo. Adicionalmente y en el entendido que posiblemente hay aspectos penales que deben ser investigados, los contenidos de la denuncia también se han llevado a conocimiento del Ministerio Público”.

Asimismo, aseguran que el sacerdote González (en la foto principal) vive fuera de Chile desde 2017 y que Reynolds ya no ejerce ni tiene contacto con menores de edad, pero aseveran además que este “llegó a Chile por primera vez en febrero 2005, tres años después de la fecha de la situación de abuso denunciada, que habría ocurrido entre 1999 y 2001”.

En el mismo documento, se invita a quienes posean antecedentes relativos a este u otros hechos a enviarlos a la abogada encargada de la investigación canónica, Joanna Heskia. Sin embargo, no se pronuncian respecto de la información que señala que la directora de la época en la cual sucedieron los hechos denunciados por Mewes, Marcela Arteaga Urzúa, habría descartado la información aportada por una coordinadora de piso, en orden a haber visto en una actitud sospechosa al sacerdote González, junto a una niña de segundo básico.

En otra comunicación al respecto, el director de los Legionarios en Chile, Gabriel Barcena, y la directora de las consagradas del Regnum Christi, Bernardita García, indican que en cuanto a la investigación penal “se le asignó fiscal instructor (y) los padres han ido adjuntando sus escritos de patrocinio en la causa”.

Por su parte, los profesores del colegio también emitieron un comunicado, en el cual indican que “nos duele mucho esta situación”, agregando que “hacemos un doloroso mea culpa, tal vez no estuvimos a la altura de la misión que nos encomendaban los padres de familia y, por supuesto, los mismos alumnos. Nos sentimos engañados, utilizados, ya que nosotros muchas veces impulsábamos encuentros y reuniones Intercolegios en donde también asistían sacerdotes”.

Cabe recordar que la congregación ha enfrentado varias acusaciones semejantes, incluyendo las que recayeron sobre el sacerdote irlandés John O’Reilly, la figura más emblemática que la orden ha tenido en Chile, quien en 2014 fue condenado por la justicia chilena como autor de abuso sexual en contra de una menor. Capellán del colegio Cumbres, era cercano a Marcial Maciel.

Lea la carta de denuncia

Lea la carta de los profesores

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