El excomandante en Jefe del Ejército habla del proceso que lo llevó a escribir “Un Ejército de Todos”, libro que le ha significado ser tratado de traidor por algunos excamaradas de armas. “A ellos les pregunto si están de acuerdo con que se hayan efectuado ejecuciones sumarias o entierros clandestinos”, señala. Además, sobre la responsabilidad de mando, plantea que “las órdenes que emite un superior ‘sine qua non’ deben ser legales. Si no son legales, no se pueden cumplir”.
Ha pasado más de un mes desde el lanzamiento de Un ejército de todos, el libro que nació de las reflexiones que el general (r) Ricardo Martínez Menanteau (63) comenzó a elaborar en 2019 y presentó en su cuenta del 2 de marzo de 2022, poco antes de renunciar a la Comandancia en Jefe del Ejército, donde estuvo desde el 9 de marzo de 2018, nombrado por la ex Presidenta Michelle Bachelet.
Se trata de una obra que le ha traído polémica desde su lanzamiento en la Casa Central de la Universidad Católica, cuando el exteniente coronel Jaime Ojeda Torrents irrumpió gritando en su contra y lo llamó traidor. Unas semanas después, otro militar en retiro lo increpó en la calle. Esta vez, la discusión terminó a golpes y Martínez Menanteau con una multa de 1 UTM por agresión.
“Era previsible que el libro tuviera algún grado de resistencia. Pero pienso firmemente que era una acción que tenía que realizar en beneficio del Ejército, de las nuevas generaciones de soldados, de cara a la sociedad. Una institución como el Ejército, a la que el Estado le ha entregado la potestad del uso de las armas, tiene que ser capaz de mirar los pasos que ha recorrido, ver las conductas positivas para repetirlas, adaptarlas, y las negativas para ver en qué se falló y cómo hacemos para que no se repitan”, reflexiona Ricardo Martínez.
-¿Quiénes son esas personas que lo increpan públicamente?
-El contenido del libro produjo ruido fundamentalmente en los militares en retiro, los que hicieron una vida dentro del Ejército y que estuvieron muy involucrados en el gobierno militar. Pero también, tal como hay militares en retiro que no les gustó lo que escribí, sin fundamento por lo demás, hay otros en retiro y activos que valoran este trabajo. Porque, como lo he dicho decenas de veces, es un libro que lo único que pretendió fue, sobre la base de la verdad, pararse frente a la sociedad para estar en condiciones de construir el futuro. Es un libro de futuro, pero sin dejar de mirar qué fue lo que hicimos o lo que no hicimos.
-¿A qué le temen?
-La respuesta tendría que tener algún componente sociológico que debiera ser estudiado, pero no pretendo dar una explicación por aquellas personas. La gran mayoría de ellos no ha leído el libro, tienen una opinión de repeticiones. Ese libro precisamente lo que hace es respaldar a las generaciones jóvenes de la época del golpe de Estado y después del golpe. Me refiero a los subtenientes, tenientes, capitanes, a los soldados, a los cabos, a los agentes… respaldarlos a ellos, que en una situación de Estado de Sitio, que se consideraba una guerra interna, no tenían otra opción que cumplir las órdenes.
-La responsabilidad de mando de la que habla en el texto.
-Una responsabilidad de mando que estaba en los superiores. Resulta paradójico que el libro trata de respaldarlos a ellos y una parte de ellos está en desacuerdo con lo que se plantea. Al final del día, uno saca por conclusión, y lo que he podido corroborar también, es que quienes critican no han leído el libro. Increíble, pero es cierto.
-Más allá de estas personas, ¿cuál ha sido el feedback del mundo militar?
-Las generaciones nuevas lo valoran. Me refiero a los tenientes, capitanes, mayores, tenientes coroneles, incluso coroneles. Oficiales de casi 30 años y algo más. También hay oficiales y suboficiales jóvenes a quienes no les gusta, cuyos padres o parientes estuvieron firmemente involucrados en la etapa del 70, de los 80, los 90, cuando el comandante en Jefe era el general Pinochet. Entonces obviamente que también ahí hay un sentimiento afectivo, que los impulsa a pensar que el libro no es una buena idea. ¿Por qué no sería una buena idea? ¿Porque dice verdades? ¿Porque son incómodas? ¿Cuándo enfrentamos las verdades incómodas? Siempre las posponemos. En algún momento se dijo: “No es el momento”. ¿Y cuál es el momento? ¿Cuándo uno tiene que abordar situaciones que nos complican? ¿Nunca? Pero en mi rol como comandante en Jefe del Ejército tenía una responsabilidad mayor que el resto de mis camaradas de armas, porque llegué a esa instancia y tenía que ser capaz de producir esta fusión completa del Ejército con la sociedad.
-A propósito, ¿era el momento de lanzar el libro justo antes de la conmemoración de los 50 años del golpe? ¿Se pensó así?
-No, no se pensó así. Este trabajo quedó plasmado en el Plan Carrera, un plan estratégico que se difundió al Ejército a inicios de 2019. La idea era presentarlo en 2020, en la mitad de mi mando, de manera tal de hacerme responsable, ante las autoridades políticas y ante la sociedad, de las consecuencias de lo que se plantea en ese texto. Pero en octubre de 2019 fue el estallido, a partir del 2020 la pandemia. El 2021 fue una opción, pero la desechamos inmediatamente porque había cinco elecciones y no queríamos que el texto fuera utilizado por alguna facción o pensamiento político. Entonces me quedaba solamente el año 2022. Y por eso se lanza el 2 de marzo. Yo entregaba el mando el 9 de marzo, por lo tanto, lo hacía una semana antes. Pero tuve una citación imprevista a declarar y no podía permitir, en una situación incierta e injusta también, verme sometido a un arresto siendo el comandante en Jefe. El Ejército para mí siempre ha estado primero. Dejé de ser el comandante en Jefe a partir de marzo del 2022, pero nadie me quita el derecho de opinar sobre la institución a la que pertenecí por más de 46 años. No estoy en el servicio activo, pero fui soldado y voy a morir como soldado. Es imposible que me puedan cambiar el ADN construido en casi medio siglo.
El texto de las reflexiones fue bajado de la web institucional a los pocos días de renunciado el general, lo que impidió que gran parte de la ciudadanía tuviera acceso a ese texto. “Pero todas las cosas tienen un cara y un sello. Sirvió para hacer este libro y convertirlo en una pieza de discusión y de acceso a toda la sociedad civil”, expresa.
La citación a la que se refiere es la que hizo la magistrada Romy Rutherford, quien lo llamó a declarar como inculpado en la arista “pasajes aéreos” del llamado caso “Milicogate” y luego lo procesó por delitos de fraude al fisco, disponiendo prisión preventiva de la que salió bajo fianza. Sin embargo, un par de meses después, la Corte Marcial revocó el procesamiento.
-¿Cómo enfrentó su situación judicial?
-Cuando recibí la citación de la ministra en visita, unos pocos días antes de la entrega del mando, y más aún habiendo tenido la posibilidad de haber sido citado dos años antes para despejar materias que después la Corte Marcial y Suprema desecharon íntegramente, le pedí a mi abogado que fuera a conversar con ella, para indicarle que estaba dispuesto a declarar al día siguiente de entregar mi mando. Pero se nos dio una explicación que resultó ser ilógica y discordante con el estado del asunto. Desde ese punto de vista, entonces, renuncié a la Comandancia en Jefe para no exponer a la institución a que su mando en Jefe fuera eventualmente detenido, por injusta que fuera esta situación, como se demostró más tarde ante los tribunales superiores. Fue un trato completamente injusto e innecesario el que sufrí.
-¿Por qué piensa que no postergaron su citación?
-No lo sé, pero un dato curioso es que la primera citación en marzo de 2022 se agendó pocos días antes de dar a conocer públicamente las reflexiones de los últimos 50 años del Ejército. Y la noticia filtrada este año a la prensa, de una investigación de mis viajes en el Estado Mayor Conjunto el 2014 y 2015, se hace antes de que la ministra abandone la investigación y pocos días después del lanzamiento de mi libro “Un Ejército de todos”, que se basa en las anteriores reflexiones.
-Por estos días es su hermana Leticia quien está investigada por mal uso de dineros fiscales.
-Creo que ella va a tener el tiempo para entregar los antecedentes que tenga que entregar. Obviamente que toda mi familia tiene el apoyo para enfrentar lo que sea. Y el que sea acusada de algo no significa que sea culpable. Yo lo he vivido. Cuando no lo vives, te da lo mismo. Pero cuando a ti te hacen un cargo, como en mi caso, que me cuestionaban viajes, que me cuestionaban mi patrimonio, que fui parte de programas matutinos por horas, nadie sabe efectivamente si mis bienes, por ejemplo, son o corresponden a lo que yo he declarado en mis sucesivas declaraciones en Impuestos Internos. Pero, además, fíjate que a raíz de esto mismo se hizo una investigación sobre mi patrimonio.
-¿A raíz de sus viajes?
-No, a raíz de mi patrimonio. El fiscal José Morales pidió la apertura voluntaria de las cuentas de cinco años. Le di acceso inmediato al mío y al de mi esposa y le hicimos entrega de una auditoría de 18 años para que viera la trazabilidad de todos mis ingresos. ¿Cuántas personas de figuración pública están en condiciones de tener un acto de transparencia como ese? Entonces, ¿qué más puedo hacer? Cuando eres acusado de algo, y demuestras que es todo lo contrario, no aparece en ningún lado. Fíjate que sobre la acusación del principio, cuando renuncié, la Corte Marcial estableció que no existían los fundamentos para haberme procesado. Y después la Corte Suprema reafirmó lo dicho por la Corte Marcial. ¿Y salió en algún medio? ¡Nada!
Ricardo Martínez entró a la Escuela Militar en 1976, cuando tenía 15 años, y permaneció 46 años en sus filas. Como él, sus cinco hermanos se vincularon a la institución. Todos inspirados por el padre, Carlos Martínez Aguirre, quien era comandante del regimiento Aconcagua de Quillota en 1973.
Casado hace 33 años con Cecilia Militzer Puiggener, tiene dos hijos, quienes no continuaron la tradición familiar militar. Es melómano y asegura que su lista musical tiene de todo, desde Frank Sinatra hasta Bad Bunny. Es además un fanático lector, en especial de temas históricos. Egresó como alférez en 1980 y tiene la especialidad primaria de oficial de Estado Mayor. Luego obtuvo las de comando y paracaidista.
-Usted se formó como militar en dictadura. ¿En qué momento comenzó a darles vueltas a las reflexiones sobre las responsabilidades de mando en el Ejército?
-Aproximadamente la mitad de mi vida militar la hice cuando el comandante en Jefe era el general Pinochet, pero la otra mitad la hice con los gobiernos elegidos democráticamente. La mirada del mundo que vivimos hoy, en donde prácticamente no hay secretos, porque todo se sabe, las redes sociales informan y desinforman, no es la misma de los 70 o de los 80. Ingresé a la vida profesional como oficial el año 80. Y el compartimentaje que se producía en términos de información dentro del Ejército era como debe ser en una organización militar: uno conoce lo que tiene que conocer y absolutamente nada más. A eso agrégale que los medios de comunicación en general informaban masivamente de una determinada manera. Súmale también que los fallos de la justicia iban en la misma dirección.
Fue un proceso. Lo venía meditando en mis últimos grados. Pensaba que si bien hubo un gesto importante con el “Nunca más” del general Cheyre, había algo que el Ejército no había analizado: ¿qué había pasado con nuestro comportamiento con los detenidos? ¿Por qué había detenidos desaparecidos? ¿Por qué había entierros clandestinos? Y eso era algo que me producía una contradicción con lo que precisamente había recibido en la formación: hacer siempre lo correcto. Y fui informándome. Las memorias del general Prats, los libros de Patricia Verdugo, todas esas cosas fueron conformando una idea de que algo había que investigar más. Y obviamente ya en esos grados decía que el Ejército debía efectuar esta reflexión, pero para llevarla a cabo tenía que hacerse bajo el liderazgo de la Comandancia en Jefe. Era la manera que tenía yo para discutir este tema con mis subordinados y contestar las interrogantes que ellos pudieran tener y construir entre todos lo que finalmente se hizo. Mirando a la institución. No lo hice de espaldas a los generales.
-Usted habla en el libro sobre la responsabilidad de mando. ¿Qué tanto se ha asumido?
-Creo que gran parte de aquellos que tenían la responsabilidad de mando están fallecidos o tienen una edad muy avanzada. Pero yo no puedo soslayar como militar eso. Tengo que decir que una estructura jerárquica, vertical, más todavía en un estado de guerra interna, el superior tiene que hacerse responsable de las órdenes. El asunto está en que hoy nos hemos puesto en una posición más crítica con respecto a qué tipo de órdenes se deben cumplir y qué tipo son imposibles de cumplir. En esa época no había una distinción tan clara con respecto a esto, porque estábamos en un estado de guerra interna. Hoy planteo que las órdenes que emite un superior “sine qua non” deben ser legales. Si no lo son, no se pueden cumplir. Entonces la responsabilidad de mando en ese periodo obviamente es de los mandos superiores, de los que estaban con mando de tropas y finalmente, por verticalidad, llega al mando en Jefe. No decir eso significa renunciar a los principios, a los valores que recibí de los mismos instructores que tuve en la Escuela Militar y en la Escuela de Formación.
-Usted dijo en radio Cooperativa que el responsable final era el general Pinochet, pero él nunca lo reconoció así.
-Lo que haya hecho o no haya hecho el general Pinochet es su responsabilidad, no la mía.
-Pero él marcó a varias generaciones de militares y décadas del Ejército.
-Pero no a mí. A mí no me marcó Pinochet.
-En relación con la violación de derechos humanos, ¿el Ejército tiene información que no haya entregado?
-Hay que partir de la base que, cuando se realizan acciones que están reñidas con el procedimiento normal, nadie deja registro. Además, estamos hablando de situaciones que ocurrieron hace 50 años.
-Se ha hablado también de los pactos de silencio.
-Yo no he participado ni he sabido de pactos de silencio. Lo que sí es es probable que personas que hayan participado en algo constitutivo de delito se hayan puesto de acuerdo entre ellos, pero eso no significa que la institución como tal tenga algún registro. Ahora, si existe información, no está en los archivos del Ejército. Cada vez que se ha pedido por parte de los Tribunales de Justicia información con respecto a situaciones, el Ejército recibe esa petición de manera muy seria y revisa sus archivos. Archivos que tienen muchos años, pero que se encuentra la información que se encuentra, y si no hay más información es porque no está.
-Las familias de los detenidos desaparecidos no han encontrado nunca respuesta. De eso estamos hablando.
-Realmente lamento mucho este doble sufrimiento que tienen las familias de los detenidos desaparecidos. Porque si hay un elemento ritual que tenemos los seres humanos es enterrar a nuestros seres queridos y tener la posibilidad de visitarlos cada cierto tiempo. Eso es algo que no tiene ninguna justificación. Y así yo lo dejo expresamente establecido en el libro y en las palabras del lanzamiento del libro. Creo que la información debería estar en las personas que eventualmente estuvieron ahí. Algunos de ellos ya deben estar muertos. Se hace más difícil después de 50 años hacer eso. Si se hubiese hecho tal vez varias décadas atrás, no sé si hubiese tenido alguna respuesta distinta.
-Como jefe del Estado Mayor usted se negó a entregar el nombre de agentes de la CNI que habían sido recontratados por el Ejército.
-Cuando se es jefe del Estado Mayor General del Ejército uno es la autoridad responsable de responder todos los requerimientos de la Justicia. Lo que nosotros establecimos fue que, independientemente de los hechos de sangre que estaban siendo investigados por la Justicia, no podíamos condenar a personas, a oficiales y suboficiales cuya destinación fue hecha a organismos de seguridad sin su consentimiento. Ellos obedecieron una orden. Hubo oficiales y suboficiales que fueron destinados a la Central Nacional de Informaciones y no por eso van a recibir el escarnio público. La CNI tenía organismos administrativos y otros operativos.
-Además, se reveló que usted firmó un informe en el que se confirmaba la quema de información de la DINE.
-Esa ha sido una fábula construida por algunos medios de comunicación al día siguiente de haber sido nominado por la Presidenta Bachelet como comandante en Jefe del Ejército. Me designaron el 15 de noviembre y el 16 aparece en algunos medios que el nuevo comandante era el responsable de haber quemado los archivos de la CNI en la DINE. Esa es una mentira gigantesca. Lo que hice fue, ante una petición del ministro de Defensa de la época, José Antonio Gómez, que quería saber si en el Ejército existían archivos de la Central Nacional de Informaciones, se hizo una investigación formal, recibí la orden del Comandante en Jefe, nominé a un general como fiscal. El fiscal interrogó a todas las personas y llegó a la conclusión, el año 2016, que entre el 2000 y 2001, se habían quemado archivos de la CNI sin el acta de incineración y eso quedó consignado en la investigación, con los nombres de las personas. Esa investigación se le entregó al ministro de Defensa y al ministro Madrid que llevaba la investigación, por lo tanto, responsabilidad mía, absolutamente ninguna. Lo que hice fue constatar que hace 17 años había pasado eso.
Ricardo Martínez sostiene que en el siglo XX existieron dos caudillos militares: Carlos Ibáñez del Campo y Augusto Pinochet. “Si la influencia de Ibáñez duró 30 años en la vida política y en el Ejército, desde que el general Pinochet entregó el mando en Jefe, el año 98, han pasado 25 años. Por lo tanto, es normal que se produzca este ruido con respecto a tocar o no tocar al general Pinochet. Y yo soy de los que creo que todas las personas tenemos también nuestra fortaleza, pero también tenemos asuntos que tenemos que mejorar”.
-¿Para usted fue gobierno militar o dictadura?
-La mayoría de las personas tiene una opinión respecto de si fue una dictadura o un gobierno militar. Yo me quedo con el objetivo del libro: en base a la verdad producir puntos de encuentro y puntos de reconciliación. Tengo certeza absoluta de que el tiempo le dará la razón a lo que planteo.
-Pareciera que algunos políticos de derecha piensan que las Fuerzas Armadas son de su sector.
-Los partidos de derecha apoyaron al gobierno del general Pinochet y después ellos mismos ocuparon cargos políticos en los partidos de derecha. Ahí está la conexión que uno pudiera hacer. Pero el Ejército es más que los 17 años del gobierno militar con el general Pinochet. El Ejército se inicia con Carrera y ha tenido muchos mandos en Jefe. Y tenemos que enfocarnos en la esencia de que el Ejército existe solo si representa a la sociedad chilena en su conjunto.
-¿Sabe cómo piensan, cómo vienen las nuevas generaciones de oficiales y suboficiales?
-Todas esas generaciones están formadas hace bastantes años en el respeto del Derecho Internacional Humanitario. Un ejemplo, en el estallido social los soldados que estuvieron en las calles eran de rangos medios y bajos, no habían estado en ese tipo de tareas. Los problemas que tuvimos en términos de conducta, fueron en las primeras 48 horas, y después no tuvimos ningún problema grave. Y los soldados en las calles tuvieron muchísimas provocaciones y mantuvieron una conducta ejemplar.
-¿Hubo una instrucción ahí, de su parte?
-Del minuto en que nombran al general Iturriaga como jefe de la Defensa en Santiago, me reuní con los generales que estaban en el cuartel general, y les dije que tanto al general Iturriaga como al resto de los generales que eventualmente se designaran como jefes de la Defensa, el Ejército no podía dejarlos solos. Por lo tanto, se organizó un cuartel general que hacía un seguimiento de todas las cosas que estaban ocurriendo en el país para entregar orientaciones. Le recuerdo que la responsabilidad de mando del jefe de la Defensa no es con el comandante en Jefe, es con el Presidente de la República. Por lo tanto, yo legalmente podría haber hecho absolutamente nada, pero entendía que mi responsabilidad era que los soldados y sus mandos fueran acompañados. Y eso fue lo que hicimos. Entregamos orientaciones, órdenes de cómo emplear la munición a fogueo, de cómo tratar con los civiles. Y por eso que los problemas que tuvimos, insisto, fueron las primeras 48 horas. Ahora, en lo particular, creo que las Fuerzas Armadas no pueden ser empleadas en tareas de manifestación pública. Esa era la gran objeción que tenía con las autoridades de gobierno de la época.
-¿Y resguardar la infraestructura crítica?
-Eso sí que podemos hacerlo. Pero con reglas de uso de la fuerza muy claras, porque no saco nada con resguardar algo si no tengo claro qué tanta defensa tiene que tener esa infraestructura crítica. Y la otra muy distinta es tratar con los manifestantes, con los que tiran piedras, bombas molotov. Para eso está la policía. Ellos tienen una formación y una cultura policial. El soldado tiene una cultura militar que es muy distinta.
-¿Cuál es su opinión sobre Punta Peuco?
-Yo creo que, como ha dicho el Ministerio de Justicia, no hay ningún establecimiento penal que esté sobrando. Y la cárcel de Punta Peuco o de Colina I, donde están los presos que tuvieron un paso por el Ejército o por las Fuerzas Armadas, ellos cumplen una normativa del Gobierno y, por lo tanto, son cárceles que están previstas dentro del ordenamiento carcelario y cumplen con esa misma función.
-¿Cree importante que exista una cárcel diferente?
-Creo que las personas que tienen una cantidad de años, como lo tienen las personas en Punta Peuco, tienen necesidades distintas. Los distintos gobiernos han consolidado la permanencia de la cárcel de Punta Peuco. Hay que avanzar en que la sociedad chilena, que tiene una estructura ética superior con quienes la han agraviado, debe ser capaz de encontrar penas sustitutivas para aquellos que no son valentes o tienen una enfermedad terminal. Eso le hace bien a la sociedad. No es importante lo que yo pueda pensar. Lo relevante es lo que piensa la sociedad, los congresistas.
-¿Ha seguido el nuevo proceso constitucional?
-Sí, pero de manera general.
-¿Cuál es su opinión, su termómetro?
-Espero que las fuerzas políticas tengan una mirada republicana, que sean capaces de ponerse de acuerdo para lograr una Constitución que deje conforme transversalmente a la mayoría. Porque es la manera de tener estabilidad, tranquilidad, mayores inversiones, mayor empleo y todo lo que esperamos para los ciudadanos. Es decir, que todos puedan prosperar. Creo que no merecemos el estar en una situación de incertidumbre por tanto tiempo.
-¿Cómo proyecta el futuro del país, del Ejército, las Fuerzas Armadas, el suyo?
-El país está viviendo momentos importantes. Los actores políticos tienen que aquilatar y responder a las expectativas de la población. Ese es un mandato que tienen que cumplir. Con respecto a las Fuerzas Armadas y al Ejército, pienso firmemente que hay una gran deuda con la Defensa. Una deuda que no ha sido abordada y que tiene que ver con el fortalecimiento del nivel conjunto. No puede ser que todavía sigamos en una organización que no responde a las necesidades y los desafíos de la acción castrense en el mundo. Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y en todos los países, el nivel conjunto es muy fuerte. Acá en Chile siguen siendo las instituciones.
-¿Por qué no se ha avanzado?
-Es una responsabilidad política. Particularmente el año 2014, 2015, cuando era subjefe del Estado a nivel conjunto, propicié esto. Cuando fui comandante en Jefe, cada vez que el gobierno me preguntó con respecto a la necesidad de las cuatro estrellas, yo era un firme partidario.
-¿Cuánto falta para tener una comandante en Jefe?
-Hoy no existe ningún impedimento para que una mujer tome todos los cursos que toman los hombres. Creo que las Fuerzas Armadas, en general, en eso tienen un salto gigantesco por sobre un montón de otras instituciones civiles. Un capitán o una capitana reciben exactamente el mismo sueldo. Por lo tanto, el ingreso a las academias, lo tienen todos y todas. Se va a dar cuanto corresponda, pero tampoco hay que empujar, quien sea tendrá que competir con los hombres en igualdad de condiciones. Lo que no puede ocurrir es que, ante un hombre y una mujer que tengan el mismo grado, se la segregue por el solo hecho de ser mujer. Ahí están los méritos. Será cuando corresponda.
-¿Y cuándo corresponde?
-Cuando las mujeres que hayan hecho la Academia de Guerra, la Academia Politécnica empiecen a llegar a los grados superiores. Porque para ser general necesitas haber pasado por las academias. Y entiendo que los grados más altos que han pasado por esa academia deben estar en teniente coronel.
-En lo personal, ¿qué espera?
-Que mis camaradas de armas, aquellos que han criticado el libro y que no lo han leído, lo lean, y aquellos que lo han leído y lo siguen criticando, les pregunto si acaso ellos están de acuerdo con que se hayan efectuado ejecuciones sumarias o entierros clandestinos. Y si no están de acuerdo, estamos entonces en la misma óptica. Creo que se ha puesto mucho hincapié en que yo he hablado de la responsabilidad de mando del general Pinochet, porque la tiene, y para algunos de ellos es un caudillo que no debe ser tocado aunque las evidencias estén sobre la mesa. La verdad es que me debo a la institución, a su historia y no a un mando en Jefe en particular.
-¿Ha tenido ofrecimientos políticos?
-No, ninguno.