Desde la UDI comentan que el trabajo de los republicanos sí ha influido en las decisiones de Chile Vamos. Advierten que la jugada maestra de Kast fue centrar la atención en la indecisión de Matthei. Desde la derecha dura calculan que una derrota en el plebiscito afectará más a Chile Vamos.
Las elecciones en Argentina del pasado fin de semana han marcado una tendencia que se observa a nivel mundial: el avance de las derechas más extremas y el retroceso de las tradicionales. El inesperado resultado dejó al candidato oficialista Sergio Massa con el 36,6% de los votos, seguido de cerca por Javier Milei con el 30%, mientras que la carta presidencial de la derecha clásica, Patricia Bullrich, logró reunir poco más del 20% de los votos. En Chile, la derecha más radical también ha ganado protagonismo, evidenciado en la elección de los consejeros constitucionales, situando a la derecha clásica en un rol secundario. Sus representantes esperan que mantener un tono más dialogante les brinde beneficios a largo plazo.
A pesar de las notables diferencias entre los procesos electorales de Argentina y el panorama político chileno, tanto analistas como miembros de Chile Vamos identifican similitudes en el auge de los discursos más extremos a la derecha. Este fenómeno ha llevado a que el protagonismo, y la responsabilidad en el proceso constituyente actual, recaiga en el Partido Republicano, relegando a Chile Vamos a un papel secundario.
Juan Carlos González, secretario general de Evópoli, sostiene que “no son contextos plenamente comparables” los de Chile y Argentina. A su juicio, “las comparaciones para Chile Vamos, en este caso, no son muy aplicables respecto al caso argentino e incluso no creo que sea totalmente aplicable al caso de Kast y los Republicanos”. Sin embargo, sí identifica lecciones importantes. En primer lugar, reconoce que “los discursos radicales pueden ser muy efectivos a corto plazo o en elecciones específicas”, pero también considera que “a largo plazo es difícil sostenerlos”.
Mirando hacia la política interna, González reconoce el protagonismo del Partido Republicano por sobre Chile Vamos, destacando que esto es “un hecho palpable en los resultados del Consejo Constitucional”. No obstante, señala que existen diferencias entre las propuestas de los republicanos y las de Chile Vamos. “Ellos hicieron una campaña constitucional basada en problemáticas actuales, intentando convertir el plebiscito constitucional en uno contra el Presidente Boric”, comenta el secretario general de Evópoli.
Por otro lado, fuentes de Chile Vamos admiten, en reserva, que el senador y presidente de la UDI, Javier Macaya, intenta algo similar cuando emplaza al Gobierno a definir su postura respecto a votar “A favor” o “En contra”. Esto se evidencia al observar las críticas realizadas por Chile Vamos hacia el Gobierno en el plebiscito anterior y por mostrar preferencia por el “Apruebo”.
A pesar de eso, González precisa que la línea de Chile Vamos está en ser una coalición más dialogante, ponderada y responsable que el Partido Republicano, aunque coinciden en el mal diagnóstico que tienen sobre el Gobierno. “Si bien no validamos este Gobierno de ninguna manera, hemos mostrado una actitud mucho más abierta al diálogo porque, al final, nos interesa que el país funcione. No gano nada dinamitando el Gobierno si eso termina generando una espiral inflacionaria o ahuyentando las inversiones”.
Al preguntarle si cree que a largo plazo la ciudadanía optará por la marca original de la derecha tradicional, responde afirmativamente. Pero advierte que “eso requiere de un esfuerzo de nuestra parte”, y añade que dependerá de la capacidad de la coalición “para mantener una identidad, evitar caer en el populismo, ser serios, responsables y no dejarnos llevar por lo que puedan representar los republicanos. Es un partido que se nutre básicamente del descontento con la izquierda radical”.
Dicho esto, hace un llamado a Chile Vamos a no imitar al partido de José Antonio Kast, que representa a una derecha menos dialogante. Bajo esa lógica, “la gente va a preferir el original, que son los republicanos”.
Para Frank Sauerbaum, jefe de la bancada de diputados de RN, la teoría es similar: “Chile Vamos debe resistirse a ser el vagón de cola de los republicanos y creemos que tenemos una clara identidad de partidos distintos”. El diputado sostiene que el sello de su coalición es claro y es crucial mantenerlo. Este se refleja en “partidos de centroderecha que siempre están abiertos al diálogo, al consenso y al acuerdo, que tienen su propia base electoral, así como un acuerdo político y programático”, afirma Sauerbaum.
El parlamentario concuerda con González en cuanto a las diferencias con el caso argentino. Para Sauerbaum, se trata de “una situación extrema en la que las posiciones se han polarizado hasta el infinito”, lo que, en su opinión, “ha llevado a tener candidatos como Milei”.
Sauerbaum confía en que la situación en Chile “se ha ido moderando paulatinamente” y tiene fe en que la consolidación de su coalición “abierta al diálogo” les brindará beneficios: “Creemos que en el año de la elección presidencial la gente valorará mejor a quienes somos capaces de representar a los sectores más centristas y moderados”.
Esto habría sido lo que impulsó a la alcaldesa de Providencia, además de lo declarado por ella misma, a alinearse con la oposición.
Federica Sánchez, analista internacional y académica del Departamento de Política y Gobierno de la Universidad Alberto Hurtado, señala que “mientras las cosas están sucediendo en Argentina, donde no ha pasado ni una semana desde las elecciones, lo que estamos viendo es justamente una fractura en la coalición opositora o de la derecha”.
Para Sánchez, ese escenario plantea uno de los principales dilemas para la derecha tradicional tanto argentina como chilena: “Unirse a la ultraderecha, si se quiere ver así, o cómo resistirse a ella”. La académica sostiene que, aunque teóricamente se piensa en la barrera sanitaria, “la derecha tradicional no es la que realmente pone límite a las ultraderechas sobre cuánto pueden avanzar en el sistema político, es muy difícil controlarlo”.
En cuanto al protagonismo del Partido Republicano en el Consejo Constitucional, Sánchez piensa que “la derecha tradicional no logra establecer los límites de esa barrera de contención para evitar perderse”. Esto se debería a que “hay algo en esta fuerza arrasadora de las ultraderechas que resulta muy tentador y es muy difícil resistirse”.
Esta disyuntiva que impide establecer límites claros entre un proyecto y otro, presenta un problema mayor, según Sánchez. Si Chile Vamos no logra mantener posiciones separadas en temas institucionales o relacionados con el valor de la democracia, por ejemplo, “corren el riesgo de perder votantes, pero también de perder identidad”. Este fenómeno se traduciría, a juicio de la experta, en que “al perder identidad, también pierdes posturas programáticas y eso diluye la marca de la derecha, confunde al electorado y termina por preferir una marca más clara, que en este momento encuentran en las ultraderechas”. A largo plazo, concluye Sánchez, “corren el riesgo de su propia existencia y permanencia dentro del sistema”.
Marco Moreno, doctor en Ciencia Política y académico de la Escuela de Gobierno y Comunicaciones de la Universidad Central, afirma que la política argentina nunca ha sido un referente para la chilena. Sin embargo, destaca algunos elementos a los que hay que prestar atención, como el voto contra el miedo a Milei, el voto motivado por la ira contra la clase política, y donde el voto económico parece no tener la mayor influencia.
Además, resalta que la ciudadanía tiende a premiar la cooperación y la búsqueda de acuerdos, por lo que el apoyo de Burllrich podría generar mayores expectativas de éxito para las derechas. No obstante, Moreno advierte acerca de “la búsqueda de las derechas tradicionales de mimetizarse con los discursos de una derecha radical (Vox en España y ahora Milei en Argentina) para obtener el apoyo de los ciudadanos desencantados con la política”.
Sobre esto, el académico observa que estos movimientos terminan “pasándoles factura a los políticos, porque esos ciudadanos prefieren la versión original y no sus sucedáneos, lo que contribuye a desdibujar a las derechas”.
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