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Carlos Cortés, de las Empresas de Gas Natural: “Jugaremos un rol clave en la transición energética”

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Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
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En la COP28 se llegó al acuerdo mundial de avanzar hacia la eliminación gradual de los combustibles fósiles. El gas natural es un combustible fósil, pero el presidente de la Asociación de Empresas de Gas Natural cree que jugará un rol clave, junto al hidrógeno verde y los biocombustibles.


-Ustedes, como Empresas de Gas Natural, que están sin duda conectadas con los industriales de combustibles fósiles del mundo, cómo fueron monitoreando lo que estaba pasando en la COP28? 
-Yo, además de ser el presidente de la Asociación de Gas de Chile, soy el coordinador para Latinoamérica de la International Gas Union, que es la organización más importante a nivel global en la industria del gas. A través de la International Gas Union nosotros tenemos presencia permanente en estos foros. Estuvimos en la COP de forma muy activa promoviendo conversaciones interesantes, por ejemplo, sobre la disminución de las emisiones de metano que pudiesen haber en la cadena de la industria del gas. Hemos tenido, habitualmente, un rol muy activo en esta agenda. ¿Y por qué? Porque nosotros estamos conscientes de que, efectivamente, el calentamiento global es quizás la mayor amenaza que hoy en día afecta a la humanidad. Pero al mismo tiempo creemos que el gas, siendo un combustible fósil, al ser de mucho menores emisiones será un activo para avanzar mejor hacia una ruta de emisiones cero.

-Durante la COP28 surgieron varias polémicas. Una de estas fue el intenso lobby que hicieron las empresas ligadas a los combustibles fósiles en Dubái. Siendo ustedes una asociación incumbente, ¿cómo toman estas críticas que apuntan a intervenciones en la cumbre de parte de empresas de gran capital?
-Me ha tocado participar en algunas de ellas y, efectivamente, se posicionan posturas bien antagónicas. Finalmente se va avanzando a acuerdos que satisfacen a alguna parte, quizás no tanto a otra. En lo que respecta al número de representantes de empresas de oil and gas (petróleo y gas) en la COP, tengo entendido que eran menos del 2% del total de las personas registradas para asistir al evento. O sea, no estamos hablando acá de que el evento estuvo capturado por las empresas de oil and gas. Si bien fue organizado en un país importante, productor de petróleo, pero yo lo que destaco, trato de ser optimista y de mirar las distintas acciones desde la perspectiva bienintencionada, yo creo que es bueno que estas conversaciones tengan lugar en un país cuya economía depende de la producción del petróleo y el gas. Porque, obviamente, estas cadenas productivas están hoy en día desafiadas. Primero, en limpiar sus productos, sus procesos, pero también en ir viendo la manera en que van a ir virando los consumos hacia otras formas de energéticos.

-Según esto, ¿el problema son los consumidores y no los productos que generan la demanda?
-Hoy en día, el principal energético o combustible es el petróleo y los derivados del petróleo. ¿De qué manera nos hacemos cargo de eso? ¿Cómo hacemos un cambio desde la demanda? O sea, el productor, obviamente, el oferente va a tener que tener a disposición del mercado lo que el mercado demande. ¿Qué demanda el mercado hoy en día? En India, en Brasil, en Chile: bencina, gasolina, petróleo. Entonces, el tipo está satisfaciendo una necesidad. El desafío es cómo lo hacemos para, como sociedad, ir generando cambios en los patrones de consumo. Que la gente consuma menos y que use otras tecnologías que hoy en día, lamentablemente, no son más baratas. Entonces, hay una fricción ahí que no es de fácil solución. Generalmente, estas conversaciones las abordamos desde la óptica del primer mundo, desde la óptica de una sociedad mucho más informada que es capaz de evaluar los trade-offs de las distintas decisiones. Al final, esto impacta el bolsillo del ciudadano común. Y hay que ver hasta qué punto el ciudadano común está dispuesto a asumir costos para hacer de este planeta un planeta más limpio. Es la demanda la que gatilla el uso de este tipo de energético.

-Finalmente en la COP se logró el acuerdo de incluir en el documento final el objetivo de propender a la eliminación gradual de los combustibles fósiles. Desde la perspectiva de la Asociación de Empresas de Gas Natural en Chile, ¿ustedes esperaban que se terminara con una inclusión en ese texto así de clara o esperaban una redacción que apuntara más a una reducción de las emisiones?
-Nosotros como industria estamos comprometidos con la carbono neutralidad. En nuestro propósito figura la frase que estamos a disposición del sistema para contribuir en una evolución energética sobre una matriz carbono neutral. Nosotros estamos convencidos de aquello y creemos que el gas es un insumo para eso. El acuerdo de la COP es un acuerdo bastante largo. Efectivamente, por primera vez menciona, sin fecha, sin gradualidad, pero sí menciona la aspiración a superar a los combustibles fósiles de la matriz energética mundial. Y también asigna un rol transicional a aquellos combustibles más limpios que van a ayudar en esa tarea. Y creemos que el gas juega ese rol.

-Si para ustedes el combustible fósil del gas natural es una alternativa de solución, ¿cuál es el problema?
-El problema es el carbón, el problema son los petróleos pesados a nivel industrial, el problema es la leña. Primero tenemos que, como sociedad, ver de qué manera lo reemplazamos. Y luego, quizás, plantearse el retiro del gas fósil tradicional. Es muy difícil pensar en un mundo sin moléculas. Lo que pasa es que las moléculas van a empezar a ser cada vez más verdes. Más verdes, me refiero a hidrógeno verde, biometano, gas natural con captura de carbono. Y eso, por lo demás, está en los planes para alcanzar el neto cero en las principales economías del planeta. Pero es muy difícil, es prácticamente imposible pensar que al año 2050 todo tipo de consumos van a ser abastecidos por electrones. ¿Sabes por qué? Por la naturaleza de los consumos. Las soluciones eléctricas no están desarrolladas ni lo van a estar en condiciones competitivas y eficientes para usos industriales, para el transporte de larga escala, para el transporte marítimo. Entonces, necesariamente vamos a seguir conviviendo en un mundo con mayor eficiencia, con mayor energía, con mayores electrones, pero también con más moléculas, pero moléculas más verdes, más limpias.

-¿En qué área en Chile el gas natural va a desempeñar un rol importante en la transición energética?
-Primero, en el sector eléctrico. Ahí iremos reemplazando gran parte de la menor generación de carbón que irá ocurriendo progresivamente en los años que vienen. O sea, sacar el carbón y meter el gas para la empresa de generación de electricidad. Al sacar el carbón, el gas va a tomar una parte importante de esa menor energía y que da estabilidad al sistema, pero también lo van a tomar las empresas renovables. O sea, cada vez va a haber tecnologías de almacenamiento que van a ir tomando esa parte, pero el gas, sin duda, va a jugar un rol clave en asumir esa menor generación, porque necesitamos generación convencional que sea segura y que pueda acompañar de buena forma una mayor incorporación de las energías renovables. No olvidemos que una cada vez mayor generación de energía renovable estresa el sistema eléctrico en términos de continuidad, de inercia, de una serie de variables técnicas que lamentablemente las energías renovables por sí solas no han sido capaces de resolver. Y, por lo tanto, para tener un sistema seguro, robusto, continuo, se requiere un gen energético de base con características de flexibilidad que pueda acompañarlo. El gas va a jugar un rol clave.

-Y si hablamos de moléculas, ¿existe algún plan en que el gas natural se complemente, por ejemplo, con el hidrógeno verde?
-En el sector industrial, todavía no demuestra la capacidad tecnológica de ofrecer soluciones a los procesos industriales. El gas, pero también el hidrógeno verde, va a jugar un rol. La buena noticia es que hoy en día hay aplicaciones que vienen listas para operar con gas y para el día de mañana ser despachadas por completo en un 100% con hidrógeno, sin mayores adaptaciones. El sector residencial tiene un tremendo desafío con la leña. Un desafío y un problema. Tenemos el triste récord de ser el país de Sudamérica con la peor calidad del aire. Un reciente informe de Lancet Countdown, que es una institución norteamericana, nos sitúa con el triste récord de ser el país número uno del Cono Sur por muertes prematuras por mala exposición del aire. Se gasta más del 1,7% del PIB en aquello. Más de 4.000 muertes todos los años. ¿Y qué se hace? Lamentablemente, como es muy difícil, como es políticamente complejo de abordar, se hace muy poco. Logramos aprobar una ley de biocombustibles sólidos durante la administración del exministro Huepe en agosto del año pasado. Desde ahí hasta ahora se ha avanzado cero en la reglamentación. Uno va al sur en los inviernos y no ve cambio. Si no abordamos ese problema con la seriedad que requiere, vamos a seguir excediendo ese triste récord.

-¿Y en el transporte, cómo se juega en esa cancha?
-Jugamos un rol en el transporte de carga de larga distancia y el transporte marítimo, donde hoy en día no hay consenso en cuál va a ser la solución. Lo que sí está relativamente claro es que no va por las baterías el tema, por el tema del peso. O sea, cuál es la manera más eficiente y limpia de impulsar estos camiones de larga distancia o estos buques. Bueno, el gas está jugando un rol, también el amoníaco, también el hidrógeno verde. El gas es funcional al desarrollo, porque las infraestructuras de gas, con algún tipo de adecuaciones, pueden ser útiles para dar el salto tecnológico de combustible. No olvidemos que el hidrógeno verde es un gas, igual que el gas natural, es una molécula. Entonces, nosotros que estamos en la industria de las moléculas, tenemos una expertise, no digo que tengamos la mayor expertise, pero sabemos… trabajar las moléculas.

-Ahora el gas que se consume en Chile es importado, lo traemos de afuera. ¿Cómo se compromete la industria a participar activamente en la transición energética cuando dependemos de que otros nos quieran vender?
-Bueno, también tenemos que ir a comprar los paneles solares, los aerogeneradores, tenemos que ir a comprar el petróleo. Más que un problema en un mundo integrado, creo que afortunadamente como industria tenemos una robusta infraestructura que ofrecer. Tenemos dos terminales de clase mundial en el centro del país, en Quintero y en Mejillones, que permiten importar gas desde cualquier parte del mundo. Tenemos cuatro gasoductos binacionales que nos conectan con Argentina y que hoy, desde el año 2018, pero de manera cada vez más creciente, están satisfaciendo. O sea, aproximadamente el 50% de gas que llega a Chile llega por los terminales de Quintero y Mejillones y el otro 50% llega desde Argentina. Esperemos que eso mejore. Los anuncios de la administración del presidente Milei nos entusiasman bastante. Esperemos que se concreten y que se concreten bien.

Y además no hay que olvidar, porque Santiago no es Chile, que Magallanes también tiene un nivel de producción propia que, en el agregado, en el 100% de gas que Chile consume, aproximadamente un 15% es de producción local en Magallanes y está destinado a abastecer a los hogares de Punta Arenas, de Porvenir y de Puerto Natales, también algunos procesos industriales y la generación eléctrica de esa zona. No es mucho el gas que hay allá, pero al menos suficiente para hacernos cargo de las necesidades de los que están haciendo patria en la región más austral del país.

-¿Ves un mundo en donde efectivamente ya no exista la energía fósil?, ¿crees que eso sea posible? Y en el caso de que lo sea, ¿como industria se van a reconvertir al negocio del hidrógeno verde, por ejemplo?
-Mira, es de tal magnitud los problemas de contaminación local que hemos mencionado en Chile, que yo creo que más que estar pensando en terminar con el gas, la pregunta es de qué manera nos hacemos cargo de manera ambiciosa en reemplazar los combustibles que efectivamente están matando a la población año a año por la exposición a la mala calidad del aire. Se planteó por ahí la conveniencia de analizar un retiro precipitado del gas al año 2035 al sector eléctrico. Nosotros dijimos mira, analicemos eso. Fuimos y contratamos a uno de los equipos consultores más grandes y más serios que hay en el país, al Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería y ESPEC, un consorcio que lo lideró el académico Rodrigo Moreno.

-¿Y qué concluyó?
-Concluyó que si avanzáramos en un retiro del gas como energético al sector eléctrico al año 2035, el país tendría que asumir 26.000 millones de dólares adicionales en inversiones renovables, en almacenamiento y todo. Veintiseis mil millones de dólares adicionales a los 30.000 millones de dólares, que ya nos va a costar la salida del carbón. O sea, 8 puntos del PIB adicionales. Me pregunto yo: ¿un país que tiene la cantidad de necesidades, de urgencias sociales, en que los recursos hoy en día no sobran, está en condiciones de hacer ese desembolso, además por una reducción de emisiones que tampoco es la más eficiente? Voy con una sola cifra: el costo de abatir el carbón es del orden de los 20 a 25 dólares la tonelada. El costo de abatimiento de gas, de la tonelada de emisiones de gas, según este estudio, determina que es del orden de los 380 dólares por tonelada.

O sea, tenemos que hacernos cargo de muchos otros problemas que podemos abordar, ambientales, antes de pensar si quieren incurrir en esas cantidades enormes de recursos para prescindir de una fuente que, más que estar generando contaminantes globales y locales, está reemplazando a otros que son la causa del verdadero problema de Chile.

-¿Dónde está el futuro cercano del gas en la mezcla con biocombustibles?
-Gasvalpo tiene en la ciudad de La Serena y Coquimbo operaciones en que inyecta a su red de gas natural, gas natural de origen tradicional e hidrógeno verde. Inyecta esta mezcla. Está limpiando el producto. Mucha gente no lo sabe. Metrogas, acá en Santiago, inyecta todos los días 30.000 metros cúbicos de biometano de la planta de La Farfana, que es gas natural, pero de origen renovable. El desafío es de qué manera vamos incorporando cada vez más estos recursos renovables a nuestras operaciones, en que cada vez vamos haciendo las moléculas más verdes. El problema no es el combustible, el problema son las emisiones. Si el día de mañana logra desarrollarse la captura de carbono y tenemos operaciones de gas natural que emitan cero, que todo el carbono que puedan emitir se pueda capturar y reutilizar, y si eso es una solución eficiente desde el punto de vista social, económico, yo no me cierro a que eso ocurra. Más que estarse autoimponiendo metas, muchas veces con voluntarismo y sin considerar los costos de las mismas, yo creo que en lo que tenemos que ser ambiciosos es en ya empezar a reducir nuestros contaminantes. Me gustaría que fuéramos realmente ambiciosos en tener ciudades, polos industriales, tener un Chile con una mejor calidad de aire. Y en eso el gas, sin ninguna duda, tiene un tremendo rol que cumplir en los próximos 15, 20, 25 años.

-Si tú dices que el gas natural tiene que participar de la transición y por otra parte se está llegando al compromiso mundial de eliminar los combustibles fósiles, ¿cómo cierras la ecuación?
-Primero que todo, hacerse cargo del enemigo número uno, que es el carbón. El carbón, no solamente en Chile, a nivel global, es la principal causa de las emisiones de CO2. Observemos lo que está pasando en China, observemos lo que está pasando en India. La comunidad internacional tiene que enfocarse, porque tú no puedes tratar de acometer 30, 40 batallas en paralelo para avanzar hacia la carbono neutralidad. O sea, hay que ser muy ambiciosos, pero el principal desafío es el carbón en la generación eléctrica. Y yo pondría la mayor cantidad de fichas ahí y la mayor cantidad de ayuda económica del mundo desarrollado para con las naciones menos favorecidas, en que puedan hacer el cambio tecnológico. Y ahí aparece el gas natural, pero también aparece el almacenamiento y aparecen otras opciones.

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