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Frontera Norte: migrantes que abandonan Chile igualan a los que llegan PAÍS Cristián Ascencio

Frontera Norte: migrantes que abandonan Chile igualan a los que llegan

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Cristian Ascencio Ojeda
Por : Cristian Ascencio Ojeda Periodista de la plataforma de periodismo Connectas.
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La imposibilidad de regularizar sus papeles y el aumento del costo de la vida están empujando a migrantes a retomar la peligrosa ruta hacia el norte. Denuncian que mafias, e incluso la policía peruana, están aprovechándose de ellos.


Elizabeth López está muy flaca y quemada por el sol. Caminó tres días para avanzar 32 kilómetros desde Pozo Almonte a Huara, dos poblados en el interior de la Región de Tarapacá, en pleno desierto de Atacama. Va junto a un grupo de ocho personas, incluyendo a su hijo de tres años, el cual es chileno. “Queremos cruzar por Bolivia, porque en Arica los policías peruanos están pidiendo 100 mil pesos. Eso nos dijeron otros venezolanos que también se van de Chile”, explica.

¿A qué país se van?

Nos volvemos a Venezuela.

¿Dónde vivían en Chile?

En Nogales, pero ya no hay cómo trabajar. No pudimos sacar los papeles. Y a todos nos meten en el mismo saco por algunos malandras que andan haciendo cosas malas. A nosotros nos robaron otros venezolanos.

Elizabeth agrega que salieron en octubre desde Nogales. Recién llegaron en enero a la Región de Tarapacá, porque han caminado la mayoría de la ruta. Solo paran en algunas ciudades a tratar de  ganar algunas monedas vendiendo dulces. “En el camino es difícil que nos lleven. Muchas personas pasaban y lo que hacían era reírse, nos gritaban cosas groseras, pero vamos con la confianza en Dios”, asegura.

Casi 300 kilómetros más al norte, en el terminal de buses de Tacna (Perú), Alejandra Salas, también venezolana, espera que salga su bus en el que viajará junto a sus dos hijos, de 20 y 4 años. Está sentada en medio de un grupo de 12 compatriotas. De todo ese grupo, solo uno de ellos va hacia Chile. Todo el resto sale del país. “Vamos hacia Estados Unidos”, dice Alejandra. Cuando se les pregunta si Venezuela es opción para retornar, responden “¡Nooo!” a coro.

El plan de Alejandra es cruzar toda Latinoamérica para llegar a Estados Unidos, donde la espera una hija. “Pero voy a esperar un poco en Perú, porque Ecuador está muy peligroso. También me da miedo cruzar la Selva del Darién… trato de no pensar en ello”.

Según los registros de las casas de acogida de la fundación Scalabrini, que funcionan en Tacna y Arica, en los últimos meses del año pasado se comenzó a registrar un cambio en el fenómeno migratorio: los extranjeros en condición de irregularidad que están abandonando Chile igualaron en número a los que intentan llegar al país. Al tratarse de migración irregular, no hay cifras oficiales, por lo que los datos de estas instituciones son de los pocos que existen para ayudar a cuantificar estos flujos migratorios.

Los registros de la fundación Scalabrini coinciden con las encuestas realizadas en Arica por la fundación Caritas, en agosto del año pasado. En estas también se registró un 50% de migrantes con intenciones de abandonar Chile y un 50% llegando al país (se conversó con 86 migrantes). En ese caso, los destinos principales de quienes dejaban Chile eran Venezuela, Perú, Estados Unidos y Colombia.

A la vez, El Mostrador conversó con una veintena de migrantes en distintos puntos del norte del país y de Tacna, en Perú. La mayoría dijo que estaba abandonando Chile.

Isaldo Bettin, sacerdote brasileño que colabora en la casa de acogida de Tacna, explica que, en lo que va de 2024, “de los que hemos atendido son más los que se van de Chile que los que van hacia Chile. Las cifras están equiparadas y es difícil decir si es una tendencia que se mantendrá, porque los fenómenos migratorios son muy dinámicos, pero esto se empezó a ver desde los últimos meses de 2023”.

Bettin agrega que, cuando se les pregunta a los migrantes por qué se van de Chile, estos argumentan que “es muy difícil regularizar sus papeles, que hay más discriminación contra los venezolanos (la principal nacionalidad que cruza la frontera de forma irregular) y que aumentó el costo de la vida”.

Milagros Calizaya, quien es la encargada de proyectos de la fundación Scalabrini en Arica, explica que, según los registros que llevan en la casa de acogida de esa ciudad, desde septiembre a enero un 50% de los migrantes que han pasado por ese recinto estaba saliendo de Chile (más de 200 migrantes fueron acogidos el año pasado en ese lugar, el cual tiene cupos limitados, por lo que suele haber lista de espera).

Muchos solo tenían claro que querían salir de Venezuela, pero dónde van a llegar, con qué redes y apoyos, no lo tenían claro. Por eso, cuando no se sienten acogidos en un lugar, siguen migrando sostiene Calizaya.

Jessica Calizaya, colaboradora de la casa de acogida de Tacna, añade que los niños son los más afectados por esta migración constante: “Hay algunos que con 8 o 9 años aún no saben leer y escribir. Es muy chocante, porque no han podido vivir su niñez adecuadamente. En el camino han comido muy poco, están con bajo peso… llegan acá y quieren  comer y comer, pero sus mamás les advierten que lo hagan despacio, porque se pueden enfermar”.

Mafias y coimas

Un grupo de unos 40 migrantes acampa justo en la Línea de la Concordia, a un costado de la transitada ruta que une Tacna y Arica. La mayoría son haitianos y venezolanos que esperan la noche para cruzar a Perú, según explican los taxistas que llevan turistas y comerciantes entre las dos ciudades limítrofes. “Esperan a la noche, porque a esa hora los policías peruanos les cobran coimas y después les traen taxis para que los lleven hasta Tacna. Por eso, todos los días cambian los grupos de personas que están en la Línea (de la Concordia)”, dice uno de los taxistas.

Lo que relata coincide con lo narrado por migrantes irregulares a El Mostrador y lo denunciado por la prensa peruana desde a lo menos septiembre del año pasado: agentes policiales están cobrando sumas que van desde los 20 mil hasta los 100 mil pesos por dejarlos pasar.

“Tuvimos que esperar en la frontera porque están cobrando 40 mil pesos (chilenos) a cada uno. Lo cobran policías peruanos. Después tuvimos que pagarles desde la frontera hasta Tacna 20 mil pesos chilenos por persona a unos taxistas”, dice Alejandra Salas. El precio regulado de un taxi desde Arica a Tacna, por persona, es de $6.500.

A las coimas se suman las estafas de los “coyotes”, que después de cobrarles grandes sumas de dinero por mostrarles las rutas clandestinas, suelen dejar a los migrantes abandonados en el desierto, no sin antes robarles.

Jéssica Calizaya explica que algunos niños le han relatado el impacto de ver a sus padres perderlo todo después de ser asaltados por los coyotes o “trocheros”, como también se les llama: “Al cruzar les roban a los papás, les quitan incluso los documentos, a veces sus mismos compatriotas. Los niños se quedan con eso: ‘A mis papás les han hecho esto’. Los niños son como esponjitas y van absorbiendo todo”.

 

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