El arquitecto Iván Poduje advirtió en Al Pan Pan con Mirna Schindler que el Estado de Chile no tiene la capacidad para erradicar los grandes campamentos que existen y además ha perdido el control de estos, por lo que en su interior funcionan con una lógica parecida a las favelas brasileñas.
El hallazgo del cuerpo del exmilitar venezolano, Ronald Ojeda, al interior de la una maleta que estaba enterrada bajo más de un metro de concreto en una toma en Maipú, tras estar nueve días desaparecido luego de ser secuestrado desde su domicilio en la comuna de Independencia, puso nuevamente en debate lo que ocurre al interior de los campamentos y tomas de nuestro país.
Al respecto, el arquitecto y urbanista, Iván Poduje, estuvo en Al Pan Pan conversando con Mirna Schindler acerca de la actualidad de una problemática habitacional que ha traspasado hacia la inseguridad y la labor del Estado en erradicarlos.
Poduje aclaró que la toma en que fue hallado el cuerpo de Ojeda tuvo su origen en la llamada “nueva oleada de campamentos” que comenzó con el estallido social y la pandemia. “Antes del estallido había en Chile 45 mil familias en campamentos, ahora tenemos 120 mil familias”, acotó.
Con respecto a las nuevas tomas que se comenzaron a ver durante el estallido, pero principalmente en la pandemia del Covid-19, el arquitecto sostuvo que, en Maipú, durante un estudio que estaba realizando, los “vecinos ya nos estaban avisando que estos campamentos eran mucho más violentos que los campamentos de antaño”, donde se ve “fundamentalmente balazos, prostitución y tráfico de drogas”.
Asimismo, remarcó que varios campamentos y tomas que surgieron en esta oleada “el 60% de sus habitantes son inmigrantes” que han llegado con el flujo migratorio hacia nuestro país, creciendo de forma rápida lo que provocó que “el Estado perdió su control entre 2018 y 2020”. Además, advirtió que están siendo controladas -especialmente en el norte- “por bandas del crimen organizado”.
En esta línea, acotó que “el Estado de Chile no tiene capacidad para erradicar los grandes campamentos que existen“. Al respecto, ejemplificó con lo sucedido en el campamento Sentinel en San Antonio, región de Valparaíso, dónde la Corte Suprema emanó una orden de desalojo, pero Carabineros no cuenta con la capacidad para realizarlo.
El urbanista advierte que, al perder el control de los campamentos, estos operan con una lógica parecida las favelas brasileñas, en que su gran tamaño le permite tener su economía propia, sus propias leyes en donde” hay interior delitos e incivilidades que quedan completamente al margen del control del Estado”.
Al desmenuzar como actúan las bandas del crimen organizado al interior de los campamentos, el urbanista sostuvo que para este tipo de agrupaciones es más importante las casas tomadas que los campamentos.
A su juicio, las viviendas tomadas en el centro de Santiago “es lo más grave que tenemos hoy día”, esto porque “en esas casas están las bases de operación del crimen organizado y de las bandas que se disputan los barrios”.
Poduje sostuvo que la realidad de las casas tomadas está afectando a gran parte de los barrios Matta Sur y Yungay, puesto que el modus operandi es el mismo. El aprovechamiento hacia adultos mayores, quienes son los dueños de los inmuebles, para echarlos y quedarse con el domicilio para transformarlo en un bunker.
Esta realidad se ha visto a la hora de los desalojos realizados, sin embargo, la “velocidad del Estado para desalojarlas ha sido lentísima”, manifestó el arquitecto.