El grupo criminal, formado por dominicanos en su mayoría, no solo sometió a un sector del campamento, sino que arrendaba los sitios y entregaba electricidad a quienes eran sus “arrendatarios”. Si no pagaban, destruían sus enseres domésticos.
La imagen y el sonido son elocuentes. Se trata de una furgoneta con sus dos puertas traseras abiertas de par en par. En cada una de ellas hay dos grandes parlantes y sobre el techo del vehículo se cuentan 16 más, montados en una estructura con luces estroboscópicas de todos los colores. Los parlantes retumban a todo volumen, con una canción de DJ K4 Luis Carlos, que reza “compramos colchones malos, compramos, malos, malos, malos…”
De pronto la “música” se interrumpe y una gran cantidad de hombres comienza a corear “se quemó, se quemó”, en alusión a la disco móvil, pero ésta regresa desde la ultratumba y comienza a sonar con mucha más fuerza, tanto que el video que registra ese momento hace que reverberen los parlantes de cualquier equipo electrónico.
No se trata, sin embargo, de una noche al interior de una disco cualquiera, sino -como lo evidencian las mismas imágenes- de un domingo de 2023 al interior de la toma Nuevo Amanecer, en Cerrillos. No se sabe la fecha exacta, pero da lo mismo, pues todos los domingo la pandilla que dominaba el sector de los dominicanos en dicho campamento realizaba el arqueo de las ganancias ilegales de la semana y luego efectuaba una fiesta a todo volumen, impidiendo que los vecinos pudieran descansar.
Fueron precisamente ese tipo de incivilidades las que marcaron el inicio del proceso penal por medio del cual más de 40 integrantes de la organización criminal transnacional conocida como “Los Trinitarios” comenzaron a ser investigados el año pasado.
En efecto, casi un año atrás, detectives de la Brigada de Investigación Criminal (Bicrim) Maipú-Cerrillos, de la PDI, comenzaron a infiltrarse en el sector manejado por ciudadanos dominicanos. Las pesquisas, coordinadas con la Fiscalía Occidente, partieron debido a las constantes denuncias de los pobladores chilenos del sector, quienes, cansados de los hábitos de los pandilleros -como la consabida fiesta dominical- decidieron denunciarlos por una serie de hechos, incluyendo el tráfico de drogas en el sector.
Los detectives que comenzaron a trabajar en el caso no tenían idea de la magnitud del mismo, al inicio. De hecho, al igual que en la fiscalía, no habían escuchado nada acerca de Los Trinitarios, un grupo nacido al interior de la prisión de Rikers (Nueva York) en 1993 y que hoy por hoy es una de las más importantes organizaciones de crimen organizado trasnacional del mundo.
Los investigadores tampoco sabían por esas fechas que el grupo también es conocido como “El siete”, que hicieron suyo el lema de República Dominicana “Dios, Patria y Libertad” (por lo cual son frecuentes los tatuajes son la sigla “DPL”) ni que practican rituales de santería, a tal punto que mantenían una mediagua exclusivamente dedicada a ello.
Sin embargo, más allá de las especiales características de Los Trinitarios, de la violencia con que actúan (al menos 15 homicidios en menos de un año), se trata de una organización que de algún modo quebró los esquemas del crimen organizado como se había observado en Chile pues, no solo se dedican al tráfico de drogas, a la trata de personas y al ejercicio de la violencia, en lo cual no se diferencian mucho de otros grupos, como “Los Gallegos”, “Los Pulpos” o “Los espartanos”. Lo que sí los hace singulares es, sin embargo, que ellos se conciben a sí mismos como una empresa cuya base es el rubro inmobiliario, como explica una fuente a El Mostrador.
El control territorial
Desde hace varios años que en distintos sectores de Chile la presencia de organizaciones criminales que ejercen control territorial viene quedando en evidencia. El cerro Chuño, en Arica, fue tomado por “Los Gallegos”, que comenzaron a eliminar a todos los traficantes del sector a sangre y fuego. En el caso de “Los pulpos”, pandilla peruana originaria de Trujillo, con fuerte presencia en Santiago, el control territorial que ejercen sobre distintos cités en los cuales desplazaron a sus dueños originales quedó en evidencia a raíz del homicidio del ciudadano estadounidense Eric Garvin, a quien confundieron con un miembro de un grupo rival, asesinándolo en enero de 2023, mientras el abogado, de etnia afroamericana, caminaba por el barrio Yungay, tomando fotos.
Otra evidencia del control territorial del crimen organizado fue lo ocurrido con el homicidio del suboficial mayor de Carabineros Daniel Palma, asesinado en abril del año pasado en avenida Matta, cuando acudió a un llamado por disparos en la vía pública, los que habían sido realizados por sujetos pertenecientes al Tren de Aragua, que intentaban desalojar a un colombiano que no les había pagado el arriendo de un cité que ellos controlaban.
Sin embargo, lo que apareció en la investigación en contra de Los Trinitarios es que ellos llevaron la práctica criminal del dominio territorial a otro nivel, pues no se limitaron a adueñarse en forma ilícita de construcciones preexistentes, sino que levantaron una población completa desde cero.
En efecto, según fuentes cercanas al caso, en medio de la toma Nuevo Amanecer, que comenzó en 2020, Los Trinitarios se adueñaron de un extenso paño de terreno y, como si fueran una empresa cualquiera del rubro, comenzaron a ofrecer en arriendo las subdivisiones de este, por valores que oscilan entre 250 y 500 mil pesos mensuales. Se trata de terrenos muy pequeños, pero en los cuales es habitual que vivan varias familias, las que prorratean el valor del arriendo, que incluía -además- agua y electricidad, esta última provista por un sujeto de origen peruano, que trabajaba para Los Trinitarios y que además era funcionario de Enel.
Si alguien no pagaba, lo era castigado solo con intereses, sino que los sicarios a la orden del grupo, una célula del Tren de Aragua subcontratada por los dominicanos, amenazaban a los morosos y luego de ello, si no pagaban, ingresaban a sus viviendas para robarles el televisor o el refrigerador, pero el objetivo no era apropiarse de dichas especies, sino quemarlas en medio de la calle, un mensaje ominoso. Hasta el momento, se sabe de 56 sitios “arrendados” bajo este concepto, lo que dejaba a Los Trinitarios un ingreso mensual estable del orden de los 20 millones de pesos.
A ese dinero se sumaba lo que obtenían por la venta de “bombas”, como llamaban a las bolsas que contenían dosis de todo tipo de narcóticos, que vendían por toda la Región Metropolitana, para lo cual contaban con un verdadero ejército de vendedores, que trabajaban las 24 horas del día, en turnos de 12 horas, distribuidos en distintas partes, pero especialmente en la toma, de la cual se apoderaron negociando -al principio- con dos clanes chilenos que operaban en el sector. A quienes no negociaron, simplemente los eliminaron, actuando en conjunto con el Tren de Aragua. De hecho, eso es lo que hay detrás de dos triples homicidios (uno a mediados de 2023 y otro a inicios de este año) y en varios otros hechos del mismo tipo.
Las drogas y los arriendos extorsivos no eran, sin embargo, sus únicas fuentes de ingresos. A estas se sumaban otros negocios ilícitos, entre ellos dos restaurantes ubicados al interior de la toma, que en las noches funcionaban como discotecas y prostíbulos, además de un carwash, ubicado también en ella, donde confeccionaban las “bombas”.
Los Trinitarios, además, operaban tres casas de cambio y ocho barberías, ubicadas en la misma toma, en Estación Central y en Santiago centro, las que se estima eran utilizadas para lavar los activos mientras que las primeras se utilizaban para transferir dinero al extranjero, principalmente a Estados Unidos y España, donde Los Trinitarios también tienen fuertes bases de operaciones. Por cierto, las ganancias ilegales no solo se mandaban a través de las casas de cambio, sino también por medio de bitcoins y transferencias, que exigían que eran retiradas en los países de destino por miembros de Los Trinitarios en Chile, que viajaban al menos una vez por mes al extranjero.
La huida del líder
El cabecilla de Los Trinitarios en Chile fue, hasta mediados del año pasado, el dominicano Onnys Moreno Consoro, quien llegó en 2013 a Chile. Cuatro años más tarde fue detenido en la esquina de Nicasio Retamales con Obispo Javier Vásquez, en la parte trasera del terminal de buses Alameda Sur, cuando a eso de las 3.30 de la madrugada una patrulla de Carabineros fue impactada por un móvil, que conducía Moreno, en cuyo poder se encontró un revólver Taurus calibre 38 con varias municiones.
Según el testimonio de Moreno (un hombre que mide dos metros), él se desempeñaba como guardia de una discoteca del sector y fue encañonado por un sujeto que dejó el arma de fuego en su auto, versión que no convenció a nadie. Según un informe de Gendarmería, que fue adosado a la causa, Moreno estuvo seis años preso en la cárcel de La Victoria, en República Dominicana, por tráfico de drogas. En el mismo informe, aseveró haber vivido en la calle, haber sido vendedor de la vega y haber trabajado en un local “de entretención”.
Pese a ello, evadió la prisión preventiva pagando una caución de tres millones de pesos en efectivo, y además llevó su causa ante el Tribunal Constitucional.
En 2021 fue condenado a tres años y un día por el Cuarto Tribunal Oral en lo Penal de Santiago, pero recibió el beneficio de la libertad vigilada y aunque acudió varias veces a los controles ante Gendarmería, dejó de asistir en mayo del año pasado, ante lo cual se dictó una orden de detención en contra, en octubre del año pasado.
Sin embargo, para esas fechas Onnys Moreno ya estaba en Nueva York, hacia donde huyó luego de participar en un triple homicidio junto a miembros del Tren de Aragua. Actualmente, según la información que maneja la policía, sigue en dicha ciudad estadounidense junto a su pareja.
@cerrillos_noticias Registros exclusivos desde el interior del campamento, donde vehículos con parlantes producen los mayores ruidos molestos durante el fin de semana que afectan a vecinos de #Cerrillos, #Maipu y parte de #EstacionCentral ♬ sonido original – Cerrillos Noticias