Como uno de los hombres fuertes del Segundo Piso durante el primer Gobierno de Michelle Bachelet, conoce perfectamente cómo es “la previa” de una Cuenta Pública presidencial. Su elegante humor negro lo ocupó más de alguna vez buscando votos en el Congreso, como subsecretario de la Segpres y, también, desde la Subdere. Igualmente ganó fama de diestro negociador en al menos cinco elecciones municipales.
Sin embargo, el también exsecretario general de la DC, Víctor Maldonado, cultiva un bajo perfil público. El sociólogo, analista político y electoral de la falange considera que esta Cuenta Pública es difícil, pero que el Presidente Boric llegará al Congreso tras un acierto: “Logró alinear filas y aprobar la ley de isapres”, dice
-¿Cómo cree que va a ser la próxima Cuenta Pública del Presidente?
-Va a ser extensa, aunque el Presidente dice que será corta. Va a ser una Cuenta bien expresada, o sea, muy como es el Presidente. Y eso es por un estilo que no lo puede cambiar. Pero Cuenta corta en su costumbre, es decir, no significa que no sea extensa en minutos, con los criterios que cualquiera pudiera tener (…), no de tres horas, digamos. Creo que va a ser argumentativa, va a ser apuntando a logros que se presentan, que son argumentativos. Y un discurso “hacedor” (…), que muestra lo que se hizo.
-¿Usted dice un discurso “hacedor” más que retórico?
-Sí. Como dicen los que hacen discursos presidenciales, en un Gobierno hay dos tipos de discursos presidenciales ante el Congreso: dos fáciles y dos más difíciles. Los más fáciles son el primero y el último. El primero, porque explica lo que tú quieres hacer, es de propósitos, y, el último, porque dejas el mensaje instalado para el relato final del mandato, es el que deja como marcado lo que tú quisiste hacer. Y los dos de en medio tienen que ser de Cuenta de gestión. Dices lo que avanzaste. Entonces, este discurso es uno que requiere ser demostrativo de que se hicieron cosas. Tienes la obligación de hacerlo.
-¿Y hay mucho que mostrar de lo hecho o quizás un énfasis en algunas cosas?
-Lo que hace un Presidente en su Cuenta Pública, y el equipo que prepara el discurso, es que destaca lo mejor que tiene y prepara sus propósitos del año, lo que él llama las metas. Entonces, como tiene que defender la gestión, habrá muchos ejemplos concretos de cada una de las cosas que se hacen, de tal manera que tú te vas convenciendo de que en realidad se hizo mucho. Se tenga mucho que mostrar o poco, el Gobierno (muestra que) siempre es un hacedor de cosas, entonces uno queda con la sensación de que el Gobierno va avanzando. Entonces, por eso creo que va a ser con argumentos de que no subimos el tanto por ciento, un porcentaje, sino que con el ejemplo humano que muestra que tal cosa se hizo. El Gobierno necesita mostrarse hacedor, práctico, que está preocupado por las personas. Al Presidente le gusta hablar de eso y, cuando se junta el hambre con las ganas de comer, sale un discurso salpicado de demostraciones.
-¿Por qué el Presidente necesita mostrarse así? ¿Está ligado a que, tras un largo lapso de 30% de aprobación, esta desciende?
-Siempre el Presidente habla de sus intenciones. Por ejemplo, cuando habla a los empresarios, les dice “a mí me preocupa mucho el crecimiento, contrariamente a lo que ustedes”… y trata de demostrar que, todo este tiempo, tiene un interés genuino en aquellas cosas que, a veces, las creen de solo intenciones. Pero el país ahora dice “oye, a ver, a mí no me interesa saber cuáles son sus intenciones, me preocupa saber cuánto ha hecho por lograr cosas concretas para mí, para personas como yo” o, también, pregunta “¿qué me puede decir a mí de lo que usted ha hecho?”. Entonces, es una Cuenta donde hay que abandonar los sueños. Porque la gente dice “mire, el Presidente es joven”. Perfecto, pero ya no es joven como Presidente. Esta es su tercera Cuenta Pública, es decir, no hay joven en la Cuenta tres.
Yo diría que el Gobierno sufrió la muerte de los tres carabineros y tengo la impresión de que eso marcó algo donde tú no puedes responder ni con intenciones, ni con ingenuidad, ni con buenos propósitos. Tienes que mostrar que el puesto de Presidente está plenamente ocupado y que puedes cambiar la situación. Creo que, de lo ocurrido, era muy difícil y que, al mismo tiempo, el Presidente –o el Gobierno– encontró la fórmula para que le vaya bien. Eso es algo que puede ocupar en esta Cuenta y no antes, digamos.
-¿Y cuál es esa fórmula?
-Es algo rarísimo, pero sería así: el Gobierno, primero, intentó implementar su programa, estuvo perdido porque es irrealizable, y es irrealizable porque es retórico. Él quiere cambiar el país, porque es grandilocuente, y no tiene ninguna posibilidad de hacerlo, porque eres una minoría. Mientras el discurso fue ideológico, con grandes cosas que no tiene cómo hacer… Hoy, si el país cree que eres minoría, que te ha ido mal, que has perdido grandes cosas, entonces sucede que la gente no le va a pedir grandes cosas. Por ejemplo, si logras aprobar una ley que ya no es para superar las isapres, sino para que las isapres sobrevivan, y te resulta, consigues los votos de la oposición, te apoyará el resultado. Si bien no es el cambio del país, no es una nueva salud, es que el sistema básicamente no se destruya, y de verdad se ve al Presidente y al Gobierno involucrados, se está muy satisfecho porque lograron un éxito (finalmente).
Entonces, mientras eres más pragmático, concreto, específico en lo que quieres lograr, e invitas a cosas específicas y lo logras, eres revaluado, porque ya no estás hablando de la transformación del planeta, sino que estás diciendo “esto será una nave que llegará a un puerto seguro”. Eso es posiblemente lo que muchos en el país quieren: un país cada vez más seguro y un Gobierno preocupado de cosas concretas. Si cambia a lo concreto, gana mucho.
-¿Y el incidente del perro “matapacos” tiene un impacto importante en la gente?
-Bueno, el Presidente siempre va a ser sincero. En el sentido de que siempre cree lo que está diciendo. Es sincero cambiando de visión, de cosas, puede ser contradictorio. Antes era pro “matapacos” y ahora es anti “matapacos”. Y es sincero las dos veces. No cambió el perro, cambió el Presidente Boric.
-¿Es cambiar a lo práctico al Presidente?
-Es la imposibilidad de ser otra cosa que no sea práctico. ¿A qué se recurre cuando eres minoría? La minoría se ha demostrado en la Cámara de Diputados. Ahí (al inicio del Gobierno) tenía una cierta mayoría (77 diputados), y en el Senado había un empate. Ahora lo tienes todo en contra, todo ha ido a la reducción, a ponerse más duro, a tener menos. Entonces, así el Gobierno es un pato cojo con mucha anticipación, por anhelos y por capacidad de hacer cosas. O sea, las grandes metas no las realizaste. Las dos patitas con que un Gobierno se mueve, realizaciones y sueños, las dos se las cortaron.
Sin embargo, cuando el Gobierno es un pato es cojo de las dos patas, lo increíble es que empieza a caminar derecho, más bajito, digamos más pegado al piso, pero derecho. Eso puede funcionar (…) si fija metas alcanzables. Y entonces ser un pato que funciona, que camina, que se ve más decoroso porque está avanzando. El Presidente tiene una retórica que ahora se asemeja a los pequeños logros y, si es así, va a ser bien valorado. La impresión que me da es que hace el giro hacia el pragmatismo e invita a que la oposición lo acompañe. (Dice) “cómo es posible que retrasen las reformas, necesitamos que los pensionados suban su nivel de vida, y yo los invito a que hagan esta reforma”, invita a lo específico. Eso es alcanzable
-¿Es seguro que sea alcanzable?
-Tengo la idea de que el Gobierno, si va por la línea que inauguró con el triunfo de la ley corta de isapres, si hace lo mismo, se fija metas alcanzables y reducidas, va a ganar credibilidad, pero va a perder su lírica. No obstante, a nadie le interesa o importa, en este momento, que un Presidente en su tercer año, a punto de dar su Cuenta final, se ponga lírico.
-¿La ley de isapres podría ser el giro más importante del Gobierno en este año?
-La ley de isapres es una ley que señala el camino: ser concreto y disciplinado. El Presidente Boric logró una cosa que no había logrado. Como ya no tiene la posibilidad de gobernar a sus dos coaliciones, porque están permanentemente en disputa todo el tiempo, ahora se disciplinan. Los indisciplinados fueron muy pocos. Entonces tiene cohesión en la adversidad de su apoyo político. Tiene la posibilidad de convertir pequeños logros en grandes éxitos. Si trabajas para eso, entonces, el Gobierno puede continuar así, unido en lo pequeño para salir bien parado. Si logra que eso suene bien concreto, aterrizado, humanizado, creo que puede irle bien.
-¿Usted se refiere a un discurso o un relato del Presidente?
-Estamos hablando de que ahora no hay que hablar de discursos, sino que tiene que ser demostrativo. Recuerdo que el diputado Winter, en la Cuenta anterior, dijo a la salida: “Estamos ante un estadista”. Lo declaró un estadista a la altura de nuestros más grandes hombres de la historia. Eso es autorreferido, autocomplaciente, sin ninguna autocrítica, muy propio de los que se consideran que no tienen competidores, que son la punta de lanza de la historia. Ese tipo de discurso está condenado a morir ahora, no puedes hacer eso, porque les estás hablando a los propios, le estás hablando al grupo político tuyo. No está atendiendo a los grandes problemas de la mayoría de la gente, a la cual no le dice nada ninguna de esas cosas.
Si cambias el tono, le hablas a la mayoría de las personas de cosas concretas, entonces ganas, porque estás abriéndote a un público al que antes no llegabas. Y si esto es respaldado con ejemplos concretos (…), habla de un giro, de que el Gobierno tiene el control de una cancha pequeña, de futbolito, no es el Estadio Nacional, pero mete goles. Creo que tienen bajarse de los pedestales y ponerse overol.
-¿La reforma tributaria, la creación del Ministerio de Seguridad, las RUF son una cancha donde puede meter goles?
-Sí. Por ejemplo, cuando entró Carolina Tohá a Interior, al poco tiempo tenía un acuerdo nacional (de seguridad) con la oposición y, cuando estaba a punto de que se hiciera público, el Presidente con los indultos hizo un frenazo completo a una iniciativa muy promisoria a punto de fructificar. Fue una cosa tremenda, porque lo hace porque a la mitad de su coalición le da un mensaje y a los más moderados les da otro mensaje. Y el mensaje a los más duros, Boric lo hizo en el peor momento y desactivó uno de los grandes logros que podría haber tenido en su Gobierno. Esa capacidad ahora vuelve pragmática. Ya este Gobierno está con dirección completamente socialdemócrata, si no hace la señal contradictoria, en el momento menos oportuno. Entonces pudo, en la agenda de seguridad, conseguir casi todo lo que la agenda quería lograr, porque a la derecha también le importa mucho. Otra es tenerlo muy avanzado y que tú te tropieces en tus propios pies. (…) El Ministerio de Seguridad, lo puede lograr. Es difícil, tiene los votos, porque la oposición colabora, ya que se piensa que el próximo Gobierno es de ellos y quieren que el Gobierno funcione cuando lleguen a La Moneda. O sea, no va a volver a tener el sello del perro “matapacos” con el computador
-¿Y en qué momento cambiamos de un Gobierno de grandes transformaciones a uno socialdemócrata?
-Cuando ya chocaste con la pared, cuando dice queremos que saquemos la reforma, pero no podemos. ¿Por qué no podemos? Porque la derecha no quiere. Entonces, el Presidente convoca a los acuerdos nacionales. Y hace de todo, pero no pasa nada, tiene el cerco completo cerrado, está encerrado y la oposición sabe que tiene la sartén por el mango. Pero de repente te vuelves más práctico, y la oposición piensa que va a ser Gobierno. Eso junto le da un pase de la oposición, logra cosas que son bien pocas, pero que se pueden mostrar, existen.
-¿Cree que este Gobierno es más autoflagelante o autocomplaciente?
-No, el Gobierno tiene del auto que le pidan. Es autorreferido particularmente, alérgico a la crítica, confunde nueva generación con desplazamiento de todo lo anterior, pero lo han salvado las generaciones anteriores. Al principio pensaron que el país estaba en onda transformadora y ellos eran los representantes de la transformación que venía. Al final el Gobierno los transformó de rebeldes a administradores. Nadie había hecho ese giro tan brusco jamás, tampoco ninguna otra generación había llegado tan rápido a un puesto donde no estabas preparado para ejercerlo.
-¿Ve que la oposición va a ser Gobierno?
-Digámoslo al revés. Ahora ocurre que la derecha tiene todas las posibilidades para ser Gobierno, se le dan todos los tickets de la lista, todas las cosas que se necesita para ser Gobierno y tienes en América Latina gobiernos que están dejando herederos de su oposición (…). Lo que viene en las elecciones regionales, municipales, son avances de la derecha. Entonces capitaliza el descontento, tiene candidato, le falta conformar equipo, el Gobierno (…) y metódicamente avanza, lo tiene todo para eso. Excepto que se le ocurra ahora comenzar a cometer errores no forzados. Pero ocurre. Es muy extraño que, cuando lo tienes todo para ganar, empiezan las dificultades que no te imaginaste. (…) Entonces, mientras el Gobierno se ordena, la derecha está avanzando y avanzar es más que ordenarse. Pero esto es como el cuento de la tortuga y la liebre. El Gobierno es la tortuga, la derecha es la liebre. Pero si la liebre se pone vanidosa, o si empieza a hacer alardes, o si se confía, una tortuga que empieza ordenada puede empezar lentamente a acortar distancia. No es que no se pueda. Es que ahora no parece posible.