El fenómeno no ha pasado inadvertido. Diversos parlamentarios lo plantean con mayor o menor énfasis: para algunos es una diáspora, otros advierten que lealtad no es obsecuencia. Pero para el PS, PPD, PL y PC se trata de una desilusión sobre las promesas programáticas de Boric.
Habiendo transcurrido menos de una semana desde la Cuenta Pública del Presidente Gabriel Boric, y tras la controversia por el anuncio sobre aborto legal, los apoyos de los partidos oficialistas –y la DC– mostraron que atraviesan por su mayor fragilidad.
El fenómeno no ha pasado inadvertido. Diversos parlamentarios lo plantean con mayor o menor énfasis: para algunos es una diáspora, otros advierten que lealtad no es obsecuencia. Pero el concepto en el PS, PPD, PL y PC apunta a una desilusión sobre las promesas programáticas de Boric.
“Se vive un momento de diáspora dentro de la coalición oficialista, ya que hay distintos temas, propósitos o intereses, y que no todos satisfacen a cada sector del oficialismo. Es más necesario que nunca que haya un grado de entendimiento en un cónclave o una reunión de muy alto nivel, que vuelva a poner las cosas en su lugar respecto a las metas, procesos electorales y la unidad en el oficialismo. Es necesario después de los hechos ocurridos recientemente que afectan a distintos partidos y que, claramente, pueden debilitar la unidad política del Gobierno”, señaló a El Mostrador el senador socialista Juan Luis Castro.
Su par del comité PS, Gastón Saavedra, tiene una visión similar sobre el debilitamiento de apoyos partidarios, el que puede ir en aumento hacia octubre.
“Estamos tensionados muy duramente, primero por esto de la agenda valórica, que convulsiona el ambiente. A medida que se acercan las elecciones, todos tratan de cuidar sus intereses. Eso también debilita los apoyos, pero hay cuestiones que no se pueden debilitar y que tienen que ver con demandas sociales de alta connotación pública, como el sistema de pensiones”, dice el senador por Talcahuano, Gastón Saavedra, a El Mostrador.
Y agrega: “Entonces, habrá que tener cuidado en dónde se hacen las apuestas, por declararse oficialistas o no, pero creo que hay mucha gente que saca cuentas distanciándose, sin considerar que hay demandas insatisfechas”.
Ambas reflexiones críticas surgen en una semana donde el presidente del PC, Lautaro Carmona, en el 112° aniversario de su partido, poco después de la Cuenta Pública, apuntó a que la tienda “será contribuyente con el Gobierno del Presidente”, sobre todo para cumplir con el programa con sentido crítico.
Y –para unos citando a Laclau; para otros a Gramsci– afirmó en su alocución de aniversario: “Porque la lealtad no es obsecuencia, y siempre se mantiene la política comunista”, sacando aplausos.
Carmona no es el único con una visión crítica. También las había entre sus legisladores y en las bases comunistas.
Para la diputada PC por Coquimbo y exdirigenta gremial de la prensa, Nathalie Castillo, la Cuenta Pública se debe a la ciudadanía y las aspiraciones del mandato presidencial se espera que sean bajo las directrices programáticas que se prometieron en campaña, y añade que también es normal que existan diferencias.
“En este sentido los oficialistas tenemos el legítimo derecho de evaluar y expresar al respecto, sea para ponderar medidas como la idea de legislar el aborto o para disentir en otras por diferencias u omisiones. Entonces es normal que existan matices o diferencias ideológicas en un abanico plural como la alianza de Gobierno, lo importante es tener la capacidad de unidad tanto para avanzar en las urgencias, que no pueden pasar de esta Presidencia –como la reforma al sistema de pensiones y pacto fiscal–, como para hacer frente al avance de la derecha y ultraderecha, que pone en peligro los derechos fundamentales y la democracia”, sostiene la diputada Castillo (PC).
Su par, la legisladora Carolina Tello, quien renunció al PC para sumarse al Frente Amplio, no comparte que haya una fragilidad en el apoyo a Boric, y precisa que es normal que en un espacio democrático y dentro de distintos partidos y movimientos políticos haya matices.
“Siento que responde más a eso (a matices) que a un debilitamiento de los apoyos. Por lo menos a nivel institucional, no veo que haya un debilitamiento en el apoyo de los partidos oficialistas al Gobierno (…)”, dice la diputada excomunista. Pero añade un detalle: “Por lo menos desde el Frente Amplio no percibo eso (un debilitamiento de respaldo). En democracia, el diálogo en las diferencias enriquece el debate político”.
Otro foco de tensión se desató en el Partido por la Democracia. Pasadas 72 horas del Mensaje Presidencial del 1 de junio, el PPD también se alejaba de La Moneda. La bancada de diputados PPD-Ind impugnaba el acuerdo de SQM y Codelco por el litio, y amenazaba con impulsar un nuevo retiro desde las AFP.
“Hay desorden en el bloque de Gobierno. Nosotros en el PPD vemos que los diputados sienten que Quintana está más cerca de Tohá que de la mesa del partido. Y a veces parece que nos envía un recado de ella”, asegura una fuente desde Valparaíso.
Y paralelamente los liberales acusaban maltrato, déficit en la gestión para considerar a los parlamentarios en las decisiones y que desde ahora votarían cada proyecto en su mérito. Precisaron que antes el diálogo con el Segundo Piso era fluido y también con los ministros; mientras que ahora solo conversan con el líder del Tercerismo socialista y ministro de la Segpres, Álvaro Elizalde.
“Lo que estamos pidiendo desde el PL es mayor participación. No es un tema de cargos, es un tema de gestión política. Cuando nuestros diputados alertan cosas y ponen temas sobre la mesa, que los temas sean oídos, porque son relevantes, porque recogemos el sentir de la población en distintas provincias donde estamos. (…) Estamos sentados en la banca”, señala el presidente del PL, Juan Carlos Urzúa.
Lo sucedido en las tres colectividades se sumaba a lo ocurrido con la DC, que aún es objeto de comentarios en la colectividad, respecto a que se anunció un proyecto sensible para ellos sin un aviso oportuno.