Domiciliado en la ciudad alemana de Krefeld, donde se refugiaron varios de los jerarcas prófugos de la justicia chilena, fue un fanático predicador de la doctrina de “la lluvia tardía”, nacida en Estados Unidos, a la cual adscribía también Paul Schäfer, con quien se conoció en 1955.
En el lugar que siempre fue su bastión, la ciudad alemana de Krefeld, falleció el 8 de junio pasado Ewald Frank, el sucesor de Paul Schäfer como pastor de Colonia Dignidad. Con la muerte de Frank, además, desaparece el último de los tres grandes puntales de la doctrina de “la lluvia tardía”, que fue el basamento teológico sobre el cual Schäfer y otros líderes sectarios construyeron sus congregaciones, incluyendo a Jim Jones, el creador de la secta de Jonestown, que se hizo mundialmente famosa en 1978, cuando 913 de sus integrantes se suicidaron en forma masiva.
Frank falleció a los 90 años. Según explicó en su cuenta de X el periodista de DW Benjamin Alvarez, en el funeral estaba presente Hartmut Hopp y también habló Thomas Schnellenkamp, “actual encargado financiero de Villa Baviera” e hijo de Kurt Schnellenkamp, miembro del círculo íntimo de Paul Schäfer, encargado del tráfico de armas en el enclave.
Schnellenkamp hijo expresó sus condolencias a la familia “en nombre de muchos hermanos de Sudamérica”. Dijo que el “hermano Frank” estuvo tres o cuatro veces en su casa y también relató que hablaba frecuentemente con él por teléfono, como lo hacían los jerarcas antiguamente.
La “lluvia tardía” es una interpretación bíblica que se originó en algunos grupos escindidos de la Iglesia pentecostal en Canadá, hacia fines de los años 40, a partir de un versículo del Libro de Joel, que dice que dios envió a los hijos de Sion “lluvia temprana y tardía como al principio”. En definitiva, la lluvia tardía es una suerte de anticipo del retorno de Cristo y del fin de los tiempos. En otras palabras, se trata de una doctrina apocalíptica, que supone que estamos en el fin de los tiempos, asunto que obsesionaba a Branham, Schäfer y Jones.
Esa idea fue llevada a su máxima expresión por un pastor estadounidense llamado William Branham, un sujeto misógino y que se jactaba de tener “un pequeño FBI” dentro de su secta (llamada “El Mensaje”), por medio del cual espiaba a todos los adeptos a ella. Entre 1955 y 1956, Branham –cuyas prédicas y supuestas sanaciones por imposición de manos lo hicieron mundialmente conocido– se hizo amigo de los que quizá sean sus tres seguidores más célebres.
A dos de ellos los conoció durante una gira por Alemania, en julio de 1955. Se trataba del entonces joven predicador evangélico Paul Schäfer, quien junto a un grupo de sus fieles adláteres (varios de los cuales, posteriormente, se convirtieron en los jerarcas de la colonia) se acercaron a Branham y su comitiva, ofreciéndose para brindarles seguridad durante el viaje por Alemania, lo que el norteamericano aceptó.
Quien dio a conocer lo anterior fue el exjefe de inteligencia de Colonia Dignidad, Gerd Seewald, en un escrito que envió al juez Jorge Zepeda, antes de fallecer. En este, además, explicó que Branham consideraba que “la mujer era una criatura inferior” y que “las mujeres habían recibido su belleza por el diablo, para seducir a los hombres”.
Fue de Branham que Schäfer copió parte importante de sus prédicas (como la relativa al inválido al que Jesús sana en la fuente de Betesda, según el Nuevo Testamento), así como la idea de que el fin del mundo era inminente y, también, varias prácticas, como el espionaje a los fieles, la confesión pública de los pecados y la interpretación (pública también) de los sueños. Por cierto, además recogió de él el eje central del poder que ejercía sobre sus súbditos: que él era un mensajero de dios, una suerte de mesías que recibía mensajes divinos.
En el mismo viaje a Alemania, Branham conoció a Ewald Frank, quien ofició como su traductor, y en 1956, de vuelta en su país, el norteamericano se hizo amigo de un compatriota suyo, James Jones, más conocido como “Jim Jones”, quien también predicaba el fin del mundo y la doctrina de la lluvia tardía, con el cual incluso predicaron juntos.
Branham, Ewald y Frank siguieron en estrecha comunicación hasta 1965, cuando Schäfer ya estaba en Chile y Branham, que a esas alturas ya manejaba un imperio de varios millones de dólares, falleció en un sospechoso accidente vehicular. Pese a ello, Schäfer siguió en contacto con los seguidores de “El Mensaje” en Estados Unidos y con Frank, que fundó en Krefeld la “Iglesia Misión Popular Libre”. No es casualidad entonces que esa ciudad haya sido escogida como refugio por dos de los más importantes jerarcas que lograron arrancar de la justicia chilena, como Albert Schreiber o el médico Hartmut Hopp, entre otros excolonos.
Igual que Branham y Schäfer, Frank también decía conversar con dios, y visitó Estados Unidos cuando el primero estaba vivo. Luego de ello, siguió en contacto con sus descendientes y entorno, pero sin dudas que su amigo más estrecho fue Schäfer. Documentos secretos encontrados en la colonia en los años 2000 y 2005 dan cuenta de que en 1970, cuando se pensaba que era inminente el advenimiento del Gobierno socialista de Salvador Allende, Schäfer pidió ayuda a sus amigos en Alemania y Estados Unidos para armarse, convencido de que su pequeño paraíso pedófilo sería expropiado.
Varias cartas dan cuenta de que alguien a quien solo identifican como “el señor Krefeld” les envió, desde Alemania, visores nocturnos, barreras de luz infrarroja, cámaras espías, decodificadores, detectores de minas terrestres y subacuáticos, además de chalecos antibalas, cascos, más de cinco pistolas semiautomáticas, miles de balas, cargadores, granadas de humo lacrimógeno y, además, “tres clasificadoras de papas” y “1.500 papas”. Años más tarde, uno de los jerarcas, Kurt Schnellenkamp, confesaría ante la justicia que con el concepto “papas” se referían a granadas de mano, a las cuales también llamaban “huevos”.
“El señor Krefeld” no se limitó a lo anterior, sino que además ayudó a enviar “tubos de oxígeno”, destinados al hospital de la secta. Sin embargo, dichos contenedores metálicos no contenían oxígeno, sino ametralladoras, además de “otras papas y huevos”, como señala una de las misivas. En otra, Schäfer le pide al “señor Krefeld” que le manden “forraje”, lo que –como dijo Schnellenkamp– eran, en realidad, las ametralladoras. Sarcásticamente, la mayoría de esos envíos eran rotulados (al igual que los tubos) como ayuda médica, y en varios de ellos aparecía la misma leyenda: “¡Cargamento de vida o muerte!”.
Luego de que Schäfer huyera de la colonia, a inicios de 1997, cuando fue sacado clandestinamente de ella y trasladado hasta el aeródromo de Los Ángeles, donde tomó un avión que atravesó la cordillera rumbo a Argentina, Brigitte Baak, la esposa de Gerhard Mücke, otro de los jerarcas, invitó a Frank a asumir como “líder espiritual” de la colonia, por lo que empezó a viajar en forma muy seguida a Chile. Entre 1997 y 2005 se estima que Frank alcanzó a realizar al menos 170 bautizos en la colonia. Ese año (2005) un video enviado anónimamente a la PDI mostraba imágenes de una prédica de Frank, en Krefeld, en medio de la cual se veía claramente al encargado de asuntos legales de la secta, Albert Schreiber, y a su esposa, ambos prófugos de la justicia chilena.
Tras ello, el Gobierno de Michelle Bachelet emitió un decreto prohibiendo su entrada al país, por lo cual cuando Frank intentó entrar en octubre de ese año, la PDI se lo impidió. En el recurso de protección que interpuso (y que fue fallado a su favor en 2014), se autodefinía como “pastor decano de una importante congregación de fe cristiana-evangélica, la que en Alemania es reconocida de bien común”.
Del mismo modo, aseveraba que “en los últimos 42 años me he desempeñado predicando, evangelizando en todo el mundo, similarmente a la manera del señor Billy Branham”. Aunque su abogado (Sergio Rodríguez Oro, vinculado a la defensa de exagentes de la DINA) dijo en el recurso que Frank había viajado a fin de celebrar un matrimonio, “ya que es ministro de culto branhamita”, una minuta de la PDI, incluida en la misma causa, indica que “el motivo de su viaje era visitar a exmiembros de Colonia Dignidad, los que en ese momento se encontraban detenidos, Gerhard Mücke y Gerd Seewald”.
Pese a ello, dos de sus más fieles seguidores siguieron viajando a predicar a la secta (Urs Graff y Helmut Myskies), los que a su vez indoctrinaron a nuevas generaciones de pastores.
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NOTA DEL EDITOR: Esta crónica fue adaptada del libro “La Secta Perfecta” (Ediciones Aguilar), del mismo autor.