En su gira europea el Presidente Boric asistió a la presentación de este informe sobre el costo de la exclusión educativa en el mundo. Insistió en que la educación es un derecho, eso mientras en Chile escuelas de segunda oportunidad deben cerrar por falta de una ley que financie su funcionamiento.
En la sede de París de la UNESCO, el presidente Gabriel Boric, en su condición de copresidente del comité de dirección de alto nivel para una Educación de Calidad para Todos, asistió como invitado especial a la presentación del contundente informe “El precio de la inacción”, en el marco de su gira europea.
Diez mil billones de dólares es el costo de que 128 millones de niños y 122 millones de niñas estén excluidos de la educación y de que el 57 por ciento de los niños del mundo no hayan adquirido niveles de habilidades educativas básicas. Un monto de dinero equivalente a la suma del producto interior bruto de Japón y Francia, advierte la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO.
En Chile, desconocemos con exactitud cuántos niños, niñas y jóvenes no están recibiendo ese derecho humano fundamental –la educación–, pero antes de la pandemia la cifra concordada por expertos y autoridades, tras muchas disquisiciones, era de 227 mil. Ese número fue confirmado en 2022 por Marcos Ávila, primer ministro de Educación de la administración Boric.
Luego de las tremendas consecuencias que tuvo el COVID-19 sobre el aprendizaje, el propio Ministerio de Educación ha indicado que anualmente son unos 50 mil los estudiantes que están abandonando el sistema, de los cuales más del 60 por ciento no retornan el año siguiente. Pese a esto, a todas luces, dramático, hasta ahora no contamos con el número oficial, consolidado y actualizado, del total de los excluidos. Esto pone de manifiesto que nunca el tema del abandono escolar ha sido prioritario. No parece sopesarse ni su importancia ni su urgencia, ya que contar con la dimensión del problema es clave para abordarlo.
La directora ejecutiva de Fundación Súmate del Hogar de Cristo, que trabaja por devolverles su derecho a la educación a niños, niñas y jóvenes desescolarizados, Paula Montes, afirma: “La modalidad de Reingreso Educativa, que se encuentra a la espera de la creación de una ley que garantice su financiamiento, requiere esa data para la planificación y adecuada localización de la oferta especializada. Hacemos un llamado al Mineduc para que entregue la información. Así los operadores y sostenedores educativos, que se orientan a la importante labor de enfrentar la exclusión educativa, podremos enfocar mejor nuestros esfuerzos”.
Discursos huecos
A esto se suma que los especialistas hoy perciben una desvalorización de la educación como herramienta de promoción y progreso social, tanto entre los jóvenes como en sus familias. Eso, en el caso de que cuenten con ella. Una de las razones de abandono escolar contempladas en el decálogo de la exclusión elaborado por Fundación Súmate del Hogar de Cristo es no contar con padres o figuras significativas que impulsen a los niños, niñas y jóvenes a estudiar y completar su educación formal.
Así lo confirma el director del Centro de Políticas Comparadas de Educación de la Universidad Diego Portales (UDP), sociólogo y educador Cristián Cox. Esto nos dijo hace un par de meses: “Lo que ocurre entre los grupos más vulnerables es una doble crisis y desafío. Efectivamente, hoy no se le ve valor a la educación. A esto se está sumando la gran interrupción de la rutina de ir a clases que significó la pandemia. Y el paso a las clases por Zoom, que erosionó la creencia en la obligación de la asistencia a clases en estos jóvenes. Esto sobre el piso de que, en general, no cuentan con el factor presión pro-asistencia a clases por inexistencia de un núcleo familiar estructurado capaz de ejercerla”.
La ex ministra de Educación en el segundo gobierno de Michelle Bachelet, la trabajadora social Adriana Delpiano, quien hoy es miembro del directorio de Fundación Súmate, también nos dio una explicación sobre este fenómeno. Señaló dos aspectos. El primero: “Existe un porcentaje de familias pobres muy dañadas por la droga y otras tantas por la inseguridad, por esa sensación de tener susto hasta de día claro, no sólo por noche, cuando necesariamente deben encerrarse en sus casas. Creo que en materia de educación hay que hacerse cargo del país real que tenemos. Primero, la familia. Y segundo, el Estado, que debe vigilar el cumplimiento del derecho a la educación de los niños”.
Y en segundo lugar sostuvo: “Hoy existen muchos papás jóvenes que tienen más educación que sus propios padres y mucha más que sus abuelos. Ese grupo arrastra una frustración tremenda, porque se endeudó, estudió con mucho esfuerzo, terminó la secundaria, entró a una carrera técnica o a la universidad, y la promesa de un mejor futuro, no se cumplió. No se hizo justicia a su esfuerzo y no se honró la promesa de un mejor futuro”.
¿Cómo se revierte esta desesperanza, esta apatía, este desinterés?
“El precio de la inacción” de la UNESCO ofrece también un decálogo donde se responde a esta pregunta. Se trata de 10 recomendaciones a los países para que avancen en restituir el derecho a la educación a sus niños, niñas y jóvenes desescolarizados.
La primera recomendación señala lo siguiente: “Los Estados deben garantizar a cada niña y a cada niño una escolaridad gratuita, financiada con fondos públicos, durante un mínimo de 12 años. Esa escolarización debe ir acompañada de inversiones en la primera infancia, para sentar las bases del aprendizaje lo antes posible y luchar contra las desigualdades. Así mismo, deben ponerse en marcha programas de ´segunda oportunidad´ para los niños y niñas que se quedaron sin escolarizar o cuya educación se interrumpió”.
Pero sin financiamiento, esas declaraciones son letras huecas.
Cerrar la llave del abandono
Así, mientras desde París el presidente de la República posteaba en X que la educación es un derecho humano y afirmaba: “Por eso, tenemos una responsabilidad impostergable: debemos movilizarnos y romper barreras para asegurar que cada niño, niña, joven y adulto, sea hombre o mujer, tenga acceso a una educación inclusiva, equitativa y de calidad”, en Concepción se anunciaba que la escuela de reingreso Nuevo Futuro, que Fundación Súmate tiene en la ciudad cerrará su operación a fin de año por falta de financiamiento.
O sea, mientras en Europa, la UNESCO, promueve como solución las escuelas de segunda oportunidad, acá se cierran por falta de recursos.
¿Cómo se concilian discurso y realidad?
No se concilian, tal como se desprende de las palabras de Paula Montes, directora de Súmate, fundación que lleva más de 30 años dedicada a la inclusión escolar de los niños, niñas y jóvenes más vulnerables del país. Con cuatro escuelas de reingreso –“de segunda oportunidad”, como se les conoce en Europa, o “escuelas dos por uno”, como muchos las buscan y llaman en Chile–, la fundación no podrá seguir manteniendo la que tenía en la Región del Biobío. Conserva eso sí programas de reingreso y la asesoría en la creación y funcionamiento de aulas de reingreso en escuelas regulares de todo el país.
La Escuela Nuevo Futuro nació en Lota, pocos años después del terremoto y maremoto que asoló la región del Biobío en 2010. Entonces fueron muchos los niños y niñas, sobre todo en sectores rurales, que dejaron de asistir al colegio y la escuela de Fundación Súmate fue la esperanza de re escolarización de muchos.
Con una década de existencia, Nuevo Futuro, que post pandemia se trasladó a un edificio en Concepción, ha atendido las complejas necesidades educativas de más de 500 jóvenes vulnerables de la región. Actualmente, cuenta con 120 estudiantes, los que están siendo ubicados dentro de la oferta regular que ofrece el sistema escolar en el Biobío esperando que no vuelvan a abandonar y terminen la enseñanza media.
El cierre lo justifica así la directora ejecutiva de Súmate del Hogar de Cristo:
–Entiendo lo contradictoria que suena esta decisión, ya que puede incrementar la exclusión educativa que nosotros mismos combatimos. Pero sin financiamiento, sin recursos, es muy difícil reparar un derecho vulnerado.
Paula Montes explica que las escuelas de reingreso fueron creadas en 2021 por el Consejo Nacional de Educación, pero no cuentan con financiamiento en el presupuesto nacional y, por tanto, sólo existen en teoría. Agrega: “Hoy se financian con la subvención escolar normal que se paga por asistencia y con fondos concursables que, para el caso de Fundación Súmate, alcanza un promedio de 100 mil pesos mensuales por estudiante. Pero el costo de educar a un joven en una escuela de reingreso asciende a 370 mil pesos al mes. La diferencia se financia con aportes de privados, que no son fáciles de conseguir”. Y termina haciendo un llamado a la consecuencia de las autoridades:
–El Estado es el responsable de proveer los recursos que permitan recuperar y ejercer el derecho a la educación vulnerado a miles de niños, niñas y jóvenes en Chile. Eso es lo que busca la ley que crea esta modalidad de reingreso, pero, sin financiamiento, termina siendo una ley de papel.
Desde 2021, la ley duerme en el Congreso sin que a nadie le parezca importante reparar un derecho humano básico: la educación.
Paula Montes interpela a los legisladores así: “Necesitamos con urgencia que los parlamentarios rasquen donde pica y se ocupen de generar una ley de financiamiento que contribuya a cerrar la llave del abandono escolar, el que, post pandemia, se ha incrementado”.
Lamentos virtuales muy reales
El cierre de la escuela Nuevo Futuro ha generado un sinnúmero de lamentos en redes sociales. Al azar, escogemos algunas: “Qué pena 😔. Estos días me acordé del colegio porque es el único lugar donde me sentí cómoda, querida, sentí apoyo verdaderamente e hice amistades verdaderas… En otros colegios siempre me sentí excluida por ser mamá tan pequeña y nunca logré tener afinidad con nadie ni siquiera había empatía ni compañerismo. En ese lugar fue todo muy distinto, terminé mi 4to medio muy feliz. Hice amistades y tuve profesores a los que realmente les agradeceré toda la vida 😭💘”, escribió Cata hace dos semanas.
Otra joven, que hizo su práctica como profesora en la escuela, anotó: “Fui alumna practicante y realmente me conmovió e inspiró la escuela Nuevo Futuro. Como una estudiante que vivió constantemente crisis y que sólo por contar con un cierto privilegio de apoyo llegó a la universidad sintiéndose nada preparada e insuficiente para calzar con el perfil académico, esa escuela me trató como una más de sus estudiante, con la misma comprensión. Eso significó que yo pueda verme en un futuro como profesora de artes visuales, que era una esperanza que ya casi moría en mí. Nuevo Futuro revivió mi vocación y la confianza en mí misma. Estaré agradecida por siempre de todos los que me brindaron un espacio y su tiempo para explicarme cosas y comprender parte de mi vida. Eso invaluable”.
Otra ex alumna, expresa así su pena: “Es una institución que se dedica en un 100% al crecimiento de los jóvenes. Cada profesor está totalmente dedicado a ellos y siempre tenían una solución para los problemas. Han ayudado a tantos jóvenes a salir adelante. Gracias a ellos pude egresar de 4to medio, a pesar de tantas dificultades que tenía laboralmente. Gracias, profesores Darinka, Alonso ❤️❤️❤️ y a todos los demás”.
A Paul González, a uno de esos profesores, que era el encargado de formación y diagnóstico en el Colegio Nuevo Futuro, lo entrevistamos antes del estallido social. Nos dijo entonces: “Nuestros alumnos tienen entre 13 y 24 años, alto rezago escolar y hacen dos años escolares en uno, en dos niveles. El 60 por ciento son mujeres, diez de ellas -madres adolescentes- asisten a clases con sus guaguas y todos los compañeros y los profes las apoyan y se turnan para cuidar a los pequeños cuando hace falta. Tienen talleres de rap, belleza integral, deportes mixtos, gastronomía, círculo motivacional y asesorías de curso. El aprendizaje se basa en proyectos y los ramos no son los mismos de la educación regular, y todo, eso sí, está cruzado por el desarrollo de habilidades socioemocionales”.
Fue muy elocuente, al explicar su trabajo: “Aquí las notas no importan si el cabro no es capaz de saludarte primero. Yo tengo tres estudiantes muertos a causa de la droga y del narcotráfico. A veces las calles se los comen; la plata y el estatus del narco les llaman la atención y deben aprender a lidiar con esa tentación”. Reparación es el sustantivo y el verbo que se conjuga en todas sus formas en esta escuela de segunda oportunidad a la que Paul distinguía así de la numerosa oferta existente en Concepción.
“Muchos establecimientos ofrecen dos años en uno para sacar el octavo básico, que es requisito para obtener licencia de conducir y postular a la pega de chófer. O hacer la enseñanza media en dos años, porque tener el cuarto medio rendido es una exigencia laboral. Se orientan a satisfacer una necesidad práctica. Nosotros no hacemos eso, lo que buscamos en esta escuela es restaurarles la vida. Lograr que los chicos se sientan valorados como personas. Lo central es reparar el daño que acarrean nuestros alumnos. Gracias a las becas Súmate, tenemos chicos que están en la educación superior. Otros que se encuentran trabajando en las pesqueras, en la Papelera. Cuando me los topo en la calle, nos saludamos, nos abrazamos. Son cabros con los que hemos llorado juntos, que te ven como una presencia significativa, porque ha sido aquí, donde, por primera vez, muchos de ellos, se han sentido queridos, escuchados, abrazados”.
Eso es lo que las autoridades no han visto en el terreno, lo que sólo celebran en teoría, pero no apoyan en lo concreto. Lo que tiene a la ley que financia la modalidad de reingreso durmiendo en el Congreso, esperando que alguien sopese qué significa no apoyar una educación dedicada a reparar a los marginados de un sistema inflexible que descarta al problemático y prefiere no verlo.