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Cárceles de máxima tensión: “Satanás” no tiene nada que perder

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“Satanás” está en prisión desde marzo de 2022 por múltiples delitos graves. Pese a estar en la cárcel de máxima seguridad, la falta de preparación del personal y las fallas estructurales han permitido motines y amenazas. La situación es grave y amenaza la estabilidad del sistema penitenciario.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
“Satanás”, un venezolano de 27 años, está en prisión preventiva en Chile desde marzo de 2022, acusado de múltiples delitos graves. En la cárcel de máxima seguridad, considerada la más segura de Chile, ha encontrado un entorno propicio para motines y amenazas, debido a la falta de preparación del personal y deficiencias estructurales. Un corte de luz el 6 de junio desencadenó un motín liderado por “Satanás”, revelando fallos en la gestión e infraestructura. Los internos destruyeron celdas y amenazaron a funcionarios. La situación plantea serias dudas sobre la efectividad del sistema carcelario.
Desarrollado por El Mostrador

Hernán Landaeta Garlotti tiene 27 años, es venezolano y está en prisión preventiva desde marzo de 2022. Conocido como “Satanás”, ha sido formalizado en Chile por múltiples delitos, incluyendo asociación ilícita, secuestro extorsivo, robo con intimidación, secuestro con homicidio, usurpación de identidad, tenencia ilegal de armas de fuego, tenencia ilegal de municiones y trata de personas con fines de explotación sexual.

Para la Fiscalía, “Satanás” –lo mismo que otros como “Estrella”, “Zeus” y “Águila”– forma parte de una organización criminal transnacional. Por ello, se encuentra en la cárcel de máxima seguridad, donde supuestamente las personas privadas de libertad no deberían seguir delinquiendo, ni dentro ni fuera de las instalaciones.

Datos revelados por El Mostrador, sin embargo, muestran una realidad preocupante dentro de ese recinto. La cárcel, considerada la más segura de Chile, formó parte de una inversión de más de $4 mil millones. A pesar de ello, el manual de operación llegó solo un día antes de su inauguración, en marzo de 2023. Además, muchos funcionarios no cuentan con la formación adecuada en el uso de la fuerza y en la gestión de espacios confinados, ni tienen experiencia en crimen organizado, ya que provienen de cárceles tradicionales con otro tipo de internos.

En la madrugada del 6 de junio, un corte de luz afectó el recinto de máxima seguridad, dejando sin funcionamiento enchufes, televisores y otros artefactos. La explicación de los escasos funcionarios de trato directo, calculados en alrededor de 5 para 60 internos durante la noche, no fue suficiente, y “Satanás” y otros imputados habrían amenazado de muerte a los gendarmes.

Pese a la presencia de equipos de inteligencia, no se anticiparon los eventos del día siguiente. “Satanás” y otros internos, detectando debilidades en el régimen, comenzaron a gritar e incentivar a los demás reclusos a escalar los muros de dos metros y medio de altura y alambrado, como si estuvieran en sus barrios. Este incidente resalta la falta de preparación y de anticipación del sistema carcelario.

Un documento del 12 de abril, hasta ahora desconocido, prueba que se había solicitado mejorar los niveles de seguridad y elevar los muros de los patios en al menos un metro, pero no se hizo. Además, se pidió renovar las serpentinas metálicas de mala calidad, instaladas en una cárcel de máxima seguridad.

La rebelión del 6 de junio fue sofocada, pero resultaron heridos 12 funcionarios, varios de los cuales necesitaron licencia médica. Estas bajas son preocupantes, ya que en enero de este año se había solicitado más personal para el recinto.

Después de la reyerta, durante 9 días y 9 noches, los internos destruyeron sus celdas, exigiendo cambios al régimen interno. Utilizaron las pesadas duchas como martillos, fabricaron elementos cortantes con los azulejos del baño y rompieron las cámaras de seguridad y los vidrios antivandálicos de las celdas.

Los reclusos desmantelaron los shafts y los cuerpos se asomaron hacia el exterior por las ventanas. “Satanás” y otros detenidos ahora amenazan a los internos de otras bandas que no se amotinan, incluso amedrentando a las enfermeras que los atienden.

La cárcel de máxima seguridad, en menos de un mes, está inundada, con heces por todos lados, desagües desarmados y puertas de acceso, focos, citófonos y cámaras de seguridad rotos. Hoy, los internos exigen la presencia de representantes de la Embajada de Venezuela y del Instituto Nacional de Derechos Humanos para denunciar las condiciones infrahumanas.

La pregunta es clara: ¿va a dar marcha atrás “Satanás” antes de lograr imponer una prisión permisiva donde se pueda delinquir y comprar privilegios? En total, son 8 los establecimientos penitenciarios con dependencias de máxima seguridad en todo el país, y hasta ahora solo tenemos noticias de uno. “Satanás” ya no tiene nada que perder; nosotros, sí.

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