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Pablo Zeballos: “Los headhunters del mundo criminal reclutan a los mejores abogados y contadores” PAÍS

Pablo Zeballos: “Los headhunters del mundo criminal reclutan a los mejores abogados y contadores”

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Carlos Basso Prieto
Por : Carlos Basso Prieto Unidad de Investigación de El Mostrador.
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El experto en crimen organizado acaba de publicar el libro “Un virus entre sombras”, en el cual advierte que, si los Estados no trabajan en red para combatir a las federaciones delincuenciales, las posibilidades de éxito son muy escasas.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
El libro “Un virus entre sombras” de Pablo Zeballos ha sido recomendado por figuras como Evelyn Matthei y el ministro de justicia Luis Cordero. Este es el primer libro que aborda los nuevos fenómenos del crimen organizado en Chile y América Latina. Zeballos, exoficial de inteligencia de Carabineros y experto en crimen organizado, destaca la urgencia de entender la criminalidad actual para evitar que los estados se permeen de estas nuevas formas de delincuencia, cada vez más violentas y sofisticadas. El interés de EE.UU. en organizaciones como el Tren de Aragua refleja la gravedad de la situaci
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Pese a que lleva pocas semanas a la venta, Un virus entre sombras (Catalonia, 2024), de Pablo Zeballos, ha sido recomendado por figuras que van desde Evelyn Matthei hasta el ministro de Justicia, Luis Cordero, quienes han destacado que se trata del primer libro que aborda los nuevos fenómenos del crimen organizado en Chile y América Latina, a nivel general. 

Al respecto, su autor, exoficial de inteligencia de Carabineros, experto en crimen organizado y consultor internacional en la materia, señala que es urgente entender la manera en que se está desarrollando la criminalidad actual, a fin de prevenir y evitar que los Estados se permeen de estas nuevas formas de delincuencia, cada vez más violentas y, al mismo tiempo, sofisticadas.

-Conversemos en función de la contingencia. ¿De qué modo se atisba en el libro la importancia del Tren de Aragua, teniendo en cuenta la designación que hizo Estados Unidos de este como organización criminal transnacional”?
-El libro describe las condiciones y características de la actual emergencia de organizaciones criminales con vocación transnacional, las que en un periodo muy reducido han logrado expandirse más allá de sus realidades locales o geográficamente definidas. Estas organizaciones han avanzado sobre nuevos territorios y países, imponiéndose sobre estructuras criminales locales y demostrando una capacidad operativa y logística impresionante, lo cual contrasta significativamente con lo que eran solo unos años antes. Esta evolución criminal rompe con los modelos conocidos y requiere un entendimiento más profundo.

En ese contexto, la decisión de Estados Unidos de considerar al Tren de Aragua como una amenaza de seguridad hemisférica no debe entenderse únicamente desde una perspectiva simbólica. Es necesario discutir sus consecuencias en países como Chile. Si bien esto puede parecer un golpe mortal, también puede fortalecer a organizaciones como esta. Lamentablemente, esto aún no se puede definir con claridad.

-¿Por qué indicas eso, hay algo que no se esté entendiendo al respecto?
-Las estructuras de crimen organizado transnacional se preparan para escenarios como este, invirtiendo tiempo y mucho dinero en corromper a autoridades y funcionarios públicos, garantizando así refugios seguros, identidades falsas y protección armada.

Sin embargo, la dinámica cambia con la otra medida del Gobierno de EE.UU. en orden a ofrecer recompensas por tres de sus líderes. Esto normalmente genera vacíos de poder, fraccionamientos, desafíos a los liderazgos criminales y dinámicas de traición, situaciones que suelen traducirse en violencia tanto en las calles como al interior de las cárceles.

Lo que sí está claro es que el interés de Estados Unidos en organizaciones emergentes como el Tren de Aragua es una señal significativa. EE.UU. enfrenta una compleja crisis de seguridad vinculada a la epidemia de fentanilo, mayormente propiciada por carteles mexicanos, pero a pesar de esto están enfocando su respuesta en organizaciones emergentes como esta, al igual que lo hicieron anteriormente con “Los Lobos” de Ecuador, que no son actores criminales preponderantes en su país.

Quizás Estados Unidos esté observando que la emergencia de este tipo de organizaciones surgidas desde las cárceles y caracterizadas por niveles de violencia irracional, desprecio por la vida y desafío a la autoridad, deben ser detenidas a tiempo para evitar un efecto imitativo por parte de otras organizaciones capaces de hacer lo mismo en su territorio.

-¿Entonces, puede ser que hayan observado lo que ha pasado al respecto en países como Chile y estén tomando medidas antes de que llegue a estadios como el que hemos visto acá? 
-Yo creo que eso es muy posible. Ellos han observado que el Tren de Aragua ha fortalecido sus economías ilícitas con las oleadas migratorias, aprovechando la infiltración en estas. Desde hace tiempo, importantes flujos migratorios similares han llegado a EE.UU., y basta ver lo que ha ocurrido en Chile, Perú y Colombia para entender qué es lo que ya están comenzando a experimentar en sectores como Manhattan, por ejemplo.

Por ello, será muy importante la contribución investigativa de organismos que llevan muchos años investigando a grandes grupos de crimen organizado, como el FBI o la Policía de Nueva York. Estos organismos nos ayudarán a entender mejor varios aspectos del Tren de Aragua que aún no se comprenden a cabalidad, como su enorme capacidad organizacional o el complejo entramado financiero y de lavado de activos que manejan.

No cabe duda de que en ello participan los mejores profesionales disponibles en el mercado, siempre que estén dispuestos a corromperse. Como señalo en el libro, los headhunters del mundo criminal reclutan a los mejores abogados y contadores, y ese es un fenómeno que se ha visto en todas las grandes organizaciones criminales que ha conocido el mundo moderno.

-Además de aquella, ¿qué diferencias tiene ese nuevo tipo de delincuencia con la criminalidad organizada que conocimos de los años 80, los años 90, con carteles de Medellín o la mafia italiana, por ejemplo?
-Hay varias características diferenciadoras que están detalladas en el libro. Destaco que estos nuevos grupos logran un posicionamiento muy rápido como estructura criminal, potenciando su marca, como ha sucedido en Chile con el Tren de Aragua, “Los Pulpos” y otras estructuras criminales emergentes de origen extranjero. Esto lo logran en poco tiempo, mediante el uso de una violencia irracional y un despliegue de control territorial.

En segundo lugar hay que considerar la actitud de estos grupos, que implica un desafío al Estado, lo que ocurre en un momento de debilidad estatal generalizada en América Latina. Tenemos ejemplos en casi todos los países, en escalas y estadios diversos, pero que en el fondo implican un desafío al Estado: lo que ocurrió en calles y cárceles en Ecuador como un nivel extremo, o lo que aconteció en Chile con el reciente motín en el Recinto Especial Penitenciario de Alta Seguridad (Repas).

Un tercer factor de esta nueva criminalidad, influenciada en gran medida por los flujos migratorios, es que estas organizaciones no solo se dedican al narcotráfico, sino que abarcan múltiples economías ilícitas que integran y van generando diversas cadenas de valor en un ecosistema criminal muy eficiente. Algunas de estas actividades son más clásicas, como la explotación sexual de mujeres, el narcotráfico y el secuestro, mientras que otras son más nuevas en el continente, como la extorsión generalizada y la minería ilegal. Estas actividades actúan como verdaderos motores potenciadores para las estructuras criminales.

-En ese sentido también varias organizaciones criminales con presencia en Chile, como el Tren de Aragua, Los Trinitarios o el Primer Comando de la Capital, tienen su base en sistemas penitenciarios. ¿Cómo se explica eso? 
-Eso tiene que ver con varios factores. El principal, y el que tiene directa relación con Chile, como está narrado en el libro, es la situación de los sistemas penitenciarios sobrepoblados. En estos sistemas no hay una adecuada clasificación y segregación criminal, lo que permite la actividad extorsiva intrapenitenciaria y lógicas de gobernanza criminal. Los privados de libertad que no estén asociados a las organizaciones dominantes, que son las que extorsionan a los demás cobrando por múltiples servicios, insumos o incluso por el “derecho” a no ser asesinados, tienen solo dos opciones racionales: pagar la extorsión constantemente a la organización criminal que domina la cárcel o asociarse a ella.

Eso va potenciando estas organizaciones, tanto dentro como fuera de las cárceles, porque se producen conexiones simbióticas que permiten que múltiples grupos se conviertan en una gran estructura, lo que algunos investigadores han definido como un complejo” o una federación criminal”. De este modo, las cárceles se han convertido en centros de mando de la criminalidad en América Latina, debido a la laxitud, la corrupción, el desinterés social, la escasa presencia estatal dentro de los sistemas penitenciarios y los regímenes de gobernanza criminal que se están generalizando en casi todas las prisiones del continente.

-¿Cómo tenemos que entender entonces, en ese contexto, lo que pasó en la cárcel de alta seguridad de Santiago? 
-Ese hecho es consecuencia de dinámicas criminales extranjeras que han surgido y se han potenciado desde las cárceles y que están dispuestas a continuar ese potenciamiento en cárceles que no pertenecen a sus realidades originales. Lo que buscan esas organizaciones es que las cárceles sean permisivas, con poca presencia del Estado, lo que les permite corromper a ciertos miembros de las fuerzas penitenciarias y lograr su objetivo final: la gobernanza criminal.

Una vez establecida esta gobernanza, se generan equilibrios criminales que muchas veces resultan en el cese de los motines y la violencia. Muchos creen erróneamente que esto se debe a que el Estado está realizando bien su trabajo, pero en realidad se debe a que la regulación criminal puede ser mucho más efectiva que la propia regulación del Estado, algo que debemos evitar a tiempo en Chile.

-¿Y en ese sentido deberíamos esperar que este tipo de situaciones se mantengan, se acaben, o que tengamos situaciones más graves? 
-Tiendo a pensar que las organizaciones criminales siempre están haciendo una especie de sondeo de las respuestas del Estado, que se hace para, cuando sea el momento adecuado, poner en práctica todo lo que han aprendido acerca de las debilidades estatales.

En lo particular, es muy pronto como para saber si esto va a aumentar, se va a mantener o va a disminuir, pero sí hay que estar atentos a toda manifestación de mensaje criminal y de intentos de gobernanza criminal que observemos en las cárceles, no solo de parte de la criminalidad extranjera, sino también de la chilena. El caso emblemático para entender esto fue lo que pasó en las cárceles de Ecuador, donde los grupos criminales locales generaron gran parte de la emergencia criminal que se empieza a observar en el año 2019-2020.

-Ahora, en ese mismo entendido, ¿qué efectos tendrán en la conducta del criminal chileno estas nuevas formas de criminalidad que están llegando? 
-Como se explica en el libro, hay una característica esencial de la delincuencia chilena: es de rápido aprendizaje y en contexto están variando dos condiciones que eran muy características de la delincuencia que se encontraba en prisiones en Chile. La primera es que ellos veían la prisión como un “accidente de trabajo”, algo que se aceptaba porque era un riesgo “profesional”, pero no tenían interés alguno en estar presos. Sin embargo, hoy en día están empezando a ver, al igual que otras estructuras en el extranjero, que la cárcel es un tremendo motor económico, debido a factores como la extorsión, la venta de droga, de alcohol o de teléfonos celulares.

La segunda condición es que el criminal chileno está entendiendo que la violencia es un factor de crecimiento exponencial de marcas criminales. Así, avanzamos hacia un escenario donde los grupos criminales chilenos dejen de ser simples clanes y se estructuren en redes que pueden terminar siendo poderosas organizaciones criminales locales, asociadas con otras extranjeras. Para lograrlo, necesitarán hacerse un espacio, utilizando la violencia como herramienta principal.

-A inicios de año te preguntaba qué tan lejos estamos de que lleguemos a tener bandas como las que conocemos en Ecuador. Han pasado ya más de seis meses desde que te pregunté eso. ¿Cómo ves eso hoy día? 
-Todas las estructuras criminales viven, por así decirlo, un proceso darwiniano de evolución, en este caso de evolución criminal, por medio del cual solo sobreviven los modelos criminales exitosos. En este sentido, el modelo exitoso que observamos hoy en día en la región es el de las estructuras con vocación transnacional, sumamente violentas y que entienden perfectamente que, más importante que los liderazgos específicos, es potenciar una marca criminal que genere miedo. Esto les permite el control territorial, la corrupción de algunos aparatos del Estado y, finalmente, penetrar el tejido social para no ser detectadas.

-Tú has usado un concepto que has mencionado en distintas partes, que es que estos nuevos grupos son poliamorosos”. ¿Qué significa eso? 
-Uno de los componentes imprescindibles en toda la criminalidad organizada es tener relaciones con sectores del poder, gracias a las cuales pueden utilizar herramientas del Estado para potenciarse y lograr el objetivo final del crimen organizado: ingresar las ganancias de la economía ilícita a los mercados formales o lícitos. En esa búsqueda de asociados, les interesa muy poco a qué sector político pertenecen o qué ideología tienen las personas que pueden reclutar, contaminar criminalmente o corromper. A eso me refiero cuando digo que son “poliamorosos”, pues están abiertos a tener relaciones con cualquier persona que simbolice poder y sea útil para su objetivo.

-Te preguntaba eso porque el tema de seguridad en todo el continente siempre ha estado muy vinculado justamente a partidismos de uno u otro sector, más bien de derecha que de izquierda. ¿Cómo debiese, por ejemplo, accionar la izquierda, tanto en este país como en otros países, frente a estas temáticas? 
-Yo creo que las sensibilidades políticas de cualquier lado –izquierda, derecha, centro– tienen que entender que el problema del crimen organizado es un problema de Estado, no un problema de Gobierno, y por lo tanto lo trasciende, como explico en el texto. El problema de no entenderlo de esa forma es que las políticas públicas exitosas que puede generar el partido “A” a menudo quedan sin efecto cuando le sucede el partido “B”. Esto no solo es una pérdida de tiempo y recursos valiosos, sino que también potencia ciertos populismos que a la larga terminan siendo gobiernos autoritarios, avalados por muchos votos, lo que es muy complejo.

Esto es fundamental, porque al mismo tiempo que hay que evitar los populismos, tampoco se puede caer en la narrativa de la antipolítica. Como señalo en el libro, un caso muy particular es el italiano, donde ha habido muchos casos de políticos cooptados, pese a lo cual las fuerzas políticas dominantes evitan descalificarse entre ellas por eso. Han llegado a comprender que el enemigo común no es el otro bando, sino el crimen organizado, al cual poco y nada le importa si un político susceptible de corrupción es de derecha o izquierda, pues lo que buscan es la llave del poder que ese político maneja. En ese sentido, han comprendido que la lucha contra el crimen organizado no puede ni debe ser utilizada para obtener réditos políticos pequeños.

El crimen organizado es, sin duda, una amenaza al Estado que trasciende la política, pero que necesita de lo mejor de ella para hacerle frente y evitar las graves consecuencias que representa la infección del tejido social.

Muy  importante es también la educación. Mi libro comienza con una dedicatoria a los hombres y mujeres que, con sus esfuerzos anónimos, luchan diariamente por proteger a nuestra infancia del influjo del crimen organizado. Sus armas: la educación y el ejemplo. El campo de batalla: las aulas de escuelas y colegios en zonas donde el miedo y la impunidad crean una frontera peligrosa de cruzar.

-En el comunicado del Departamento del Tesoro se indica que existen antecedentes de que el Tren de Aragua está asociado con el Primer Comando de la Capital, grupos que tienen presencia en Chile. ¿Cómo debería actuar el Estado chileno frente a esa federación criminal?
-El comunicado del Departamento del Estado demuestra una realidad muy común en la actual emergencia de crimen organizado en el mundo, no solamente en América Latina: que los grupos criminales están tendiendo a trabajar mucho en red, delimitando muchísimo sus áreas de mercado, especializándose mucho en alguna u otra área y evitando cruzar mercados o intereses de otros grupos. Eso significa que la única forma de enfrentar una criminalidad en red tiene que ser por medio de países que estén asociados y trabajen colaborativamente en red. Sería ilusorio pensar que nosotros podemos vencer solos a organizaciones dotadas de recursos inagotables, que no utilizan fronteras regulares y que tienen presencia en distintos países.

Sin embargo, el problema que tenemos en Latinoamérica, a diferencia de Europa, por ejemplo, es que no sabemos qué tantos países, o cuáles, están realmente comprometidos en esa lucha y cuáles quieren salvarse solos, por así decirlo, y tratar de controlar los niveles de violencia que tienen sus propias realidades, a cualquier costo y sin cooperar con los vecinos. Ejemplos de eso hay de sobra y las consecuencias siempre afectan a las personas más necesitadas.

Lea las primeras páginas de Un virus entre sombras

 

 

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