Antes de la modificación de medidas cautelares, Eduardo Macaya estuvo internado en el hospital de la Cárcel de Rancagua, en una habitación destinada a mujeres. Una medida que hasta ahora se mantenía bajo estricta reserva y que Gendarmería aseguró que realizaba a la espera del proceso de derivación.
“Apenas alcanzó a calentar las sábanas”, dice un funcionario penitenciario – medio en broma, medio en serio– luego que la Corte de Apelaciones de Rancagua decretara el cambio de medidas cautelares de Eduardo Macaya Zentilli, después que su defensa presentara una apelación a la prisión preventiva dictada por el Tribunal Oral en lo Penal de San Fernando, mientras esperaba para cumplir la condena a 6 años de presidio efectivo por abuso sexual a dos menores de edad.
La medida interpuesta de arresto domiciliario total, aplicada mientras se confirme la sentencia, viene a reemplazar la prisión preventiva que el Tribunal Oral en Lo Penal de San Fernando decretó el viernes de la semana pasada, ante un eventual “peligro de fuga”, y que mantuvo al dueño del fundo Santa Helena, ubicado en la comuna de Placilla, recluido por menos de 72 horas.
Ese breve periodo de tiempo, contrario a lo que se conoce públicamente, Macaya no lo pasó encerrado al interior de una celda, sino en una sala del hospital penitenciario de la cárcel de Rancagua. El mismo lugar donde había permanecido, antes de pagar los 150 millones de fianza, que le permitieron regresar a su hogar la vez pasada.
La estadía del padre del presidente de la UDI, Javier Macaya, habría sido particularmente “inusual”, aseguran varias fuentes consultadas por la unidad de Investigación de El Mostrador, tanto desde el ingreso al recinto penal como hasta su derivación a la unidad hospitalaria de la cárcel.
El empresario vitivinícola ingresó a la cárcel de Rancagua el viernes pasado, alrededor de las 17:00 horas, para cumplir con la prisión preventiva interpuesta por el Tribunal Oral en lo Penal de San Fernando, luego de escuchar el veredicto judicial en su domicilio vía zoom.
Macaya Zentilli llegó al recinto sin esposas, en una camioneta particular, ingresando por un hall de acceso, siendo recibido por el jefe interno de la unidad. “Antes de llegar, él ya sabía que se iba a ir directo al hospital, lo que es algo bastante atípico porque los internos no saben su destino hasta que llegan al módulo de imputados y se les hace la clasificación”, comenta una fuente al interior del recinto.
A diferencia de los demás reos, Macaya se habría “saltado” la exhaustiva revisión a la que se someten los nuevos internos y habría sido derivado directamente al hospital penitenciario, trasladando el mismo sus pertenencias personales. Una diferencia abismal, aseguran, respecto a cualquier reo común y corriente.
“Normalmente los internos vienen en el furgón de Gendarmería, totalmente desconectados del exterior. Pero él no; llegó en su camioneta, con su abogado y entró con sus pertenencias porque sabía para dónde iba. Por algo traía ropa de cama”, comenta otro trabajador del recinto.
El Mostrador tuvo acceso a un informe interno de la unidad de salud, que asegura que Macaya habría sido “ingresado por Gendarmería”, bajo condición “estable” y que su diagnóstico sería de “diabético-hiposódico”.
Poco antes que el empresario volviera a su hogar, tras el cambio de medida cautelar, la institución reconoció a este medio que el condenado habría sido derivado “a ese sector, a la espera de su proceso de clasificación, para su ubicación definitiva”. Situación que no se concretó, debido al cambio de medidas cautelares.
El ingeniero agrónomo, en rigor, fue internado en una habitación individual de tres por cuatro metros, con baño privado, en una sala reservada para mujeres, pero utilizada por otros presos en caso de situaciones excepcionales. En el primer piso se realizan las consultas médicas y, en el segundo, donde se encontraba Macaya, se encuentran los presos en condición de “hospitalizados”, a cargo de un gendarme de turno.
“Generalmente este procedimiento se hace con personajes de alta connotación pública, hasta que algún tribunal entrega la orden definitiva de trasladarlos a un módulo en particular, como fue con el exalcalde de Rancagua, que llegó al mismo recinto por delitos asociados a corrupción”, comenta otro funcionario.
Los privilegios de Macaya al interior del penal no son nuevos. Cuando estuvo la primera vez en prisión preventiva, fueron varias las denuncias que se hicieron respecto a las visitas que sus familiares realizaban en el recinto. Varias de ellas dirigidas en contra del actual senador UDI por la sexta región, Javier Macaya.
Diversas fuentes al interior de la Cárcel de Rancagua fueron quienes comentaron a la prensa, en julio del año pasado, una serie de irregularidades en el ingreso de los familiares de Eduardo Macaya, recluido entonces en el mismo hospital donde pasó este último fin de semana.
Los funcionarios describieron en la ocasión que las visitas del empresario se estacionaban en uno de los patios, a un costado de las casas fiscales de oficiales, ingresando al recinto por un túnel donde sólo transitan funcionarios de Gendarmería y miembros de la guardia interna.
Las visitas eran sin restricción horaria y por accesos diferenciados. “Nunca hicieron una fila como el común de los mortales”, comentó una fuente en ese entonces, quien aseguró que la camioneta del senador Macaya se estacionaba a un costado al vehículo del alcaide, en un espacio exclusivo para funcionarios.
Gendarmería respondió aquella vez que el Senador por la región de O’Higgins y su familia habían solicitado un ingreso especial. Una regalía que era otorgada, aseguraron, por la jefatura de unidad (alcaide), quien “autoriza visitas especiales a personas privadas de libertad, en días y horarios que no necesariamente sean los definidos por cada establecimiento penitenciario, a partir de la solicitud del interesado/a”.
“Es un criterio de seguridad relacionado con la segmentación”, comentaron en la oportunidad.