Funcionarios del OS-9 recogieron muestras genéticas de los sospechosos desde un escupo lanzado por uno de ellos en una calle de Santiago y desde la lata de cerveza que otro –el prófugo Tomás Antihuén– lanzó al pasto tras beberla, en Quidico, cerca de Tirúa.
Durante tres horas se extendió ayer la primera jornada de formalización en contra de los primeros detenidos por el crimen de los suboficiales de Carabineros Carlos Cisternas, Sergio Arévalo y Misael Vidal: los hermanos Yeferson y Felipe Antihuén Santi, y Nicolás Rivas Paillao.
Durante la formalización, el Fiscal Regional de La Araucanía, Roberto Garrido, formalizó por un total de cinco delitos ocurridos la noche del 26 al 27 de abril de este año: el homicidio calificado de los tres funcionarios (invocando, además, premeditación y alevosía), el incendio de la patrulla, el robo con violencia que sufrieron, el porte ilegal de armas de fuego y, también, por una figura que penaliza el traslado de restos humanos con infracción a las normas del Código Sanitario.
Además, formalizó a uno de los imputados –como adelantó ayer El Mostrador– por los hechos acaecidos el 29 de marzo del año pasado en Contulmo, donde Yeferson Antihuén estuvo implicado en un violento asalto, por lo cual lo acusó de robo con intimidación, homicidio frustrado, porte ilegal de arma de fuego y receptación de vehículos motorizados.
Según se expuso en la audiencia, los hermanos Antihuén, encabezados por Tomás –quien en 2020 estuvo detenido por haber quemado un jeep de Carabineros en Cañete–, planificaron durante varios meses el atentado, sabiendo que un pariente de ellos –que ahora tiene calidad de testigo con reserva de identidad– era visitado cada noche por efectivos de Carabineros, que verificaban el cumplimiento de una medida cautelar.
De hecho, ese mismo testigo dijo a la policía que poco antes su sobrino Tomás lo invitó a participar de la emboscada y que, ante su negativa, este lo amenazó con una escopeta. Fue ese testigo la misma persona que, durante la noche de los hechos, salió a abrir el portón de su casa a la patrulla (el que estaba extrañamente cerrado), momento en que alguien le gritó “¡éntrate, mierda!” y se escucharon disparos por unos tres minutos, luego de lo cual llamó a la Central de Comunicaciones de Carabineros.
De acuerdo con la investigación de la policía uniformada y la Fiscalía, los imputados ejecutaron a los tres carabineros utilizando las propias armas de estos, así como una escopeta Baikal calibre 12, de la cual una pieza se desprendió y quedó en el suelo, siendo un elemento clave de las pesquisas. Los homicidios se cometieron con los policías arrodillados en el suelo y, luego de eso, los asesinos cargaron los cuerpos en la camioneta institucional, trasladándola por el interior de la comunidad Nicolás Calbullanca hasta el camino entre Tirúa y Cañete. Tras robar tres pistolas, dos Uzi, una escopeta y los elementos de protección de los policías, prendieron fuego al móvil utilizando el combustible de la motosierra que todos los vehículos de Carabineros llevan en la Provincia de Arauco, con el fin de cortar los troncos con que habitualmente se hacen barricadas en sus caminos.
Posteriormente, el fiscal Carlos Bustos expuso los detalles de la investigación, dando a conocer varios hechos clave de la misma.
Uno de los principales elementos de convicción que tuvo la Fiscalía para imputar a dos de los hermanos Antihuén Santi fueron las muestras de ADN que funcionarios del OS-9 de Carabineros levantaron no solo en el lugar donde fueron asesinados los carabineros y desde el sitio donde quemaron sus cuerpos, sino además en una calle de Santiago y en Quidico, comuna de Tirúa.
En efecto, con el fin de contar con perfiles genéticos de los sospechosos y poder compararlos con las trazas de ADN encontradas en una vaina hallada en el sitio donde fue quemada la camioneta policial, los investigadores a cargo del caso comenzaron a seguir a Yeferson Antihuén Santi, quien luego del crimen se fue a vivir a una toma ubicada al final de la población La Pincoya, en Huechuraba.
En uno de dichos seguimientos, los carabineros lo grabaron mientras este escupía en la calle. Con un hisopo, levantaron una muestra de la saliva y constataron que esta coincidía con otra muestra genética encontrada en un polerón hallado al interior de una camioneta que terminó volcada el 29 de marzo de 2023 en un camino de Contulmo, el hecho al que se alude al inicio de este texto.
Esa jornada, a eso de las 16:00 horas, funcionarios de una empresa contratista de Wom, que estaban descansando a un costado del camino, fueron abordados por tres sujetos que se movilizaban en una camioneta Mitsubishi.
Encapuchados y premunidos de una subametralladora, una pistola y una escopeta, les quitaron la camioneta Nissan en que se movilizaban. Sin embargo, esta tenía GPS y, además, cortacorriente, por lo cual no solo fueron rápidamente ubicados por Carabineros, sino que además les inmovilizaron el vehículo.
Ante ello, siguieron huyendo en la Mitsubishi, perseguidos por un blindado de la Armada y un furgón de la policía uniformada, lo que culminó con el volcamiento parcial de estos, al ser chocados por los asaltantes, quienes lograron huir.
Sin embargo, dentro de la camioneta –que poco antes había sido robada al municipio de Contulmo– estaba el celular de Yeferson Antihuén, además de la polera, así como un revólver, un rifle, chalecos antibala, municiones y marihuana.
Por ende, gracias al escupitajo se agregó otro antecedente de convicción respecto del papel de Antihuén en ese delito, que está a su vez estrechamente conectado con el de los tres carabineros, pues los peritajes balísticos efectuados en ese hecho hicieron match con una de las escopetas usadas en el triple homicidio.
Sin embargo, ese no fue el único peritaje de ADN. Como informó El Mostrador, el actualmente prófugo Tomás Antihuén Santi fue detenido en 2020 luego de atacar con una bomba molotov, a la salida sur de Cañete, un carro lanzagases de Carabineros, el que resultó totalmente incinerado.
En dicha ocasión, se incautó la polera que Tomás Antihuén usaba como capucha, a la cual también se le extrajo un perfil genético. El 15 de junio de este año, este recibió un llamado telefónico de parte de un amigo suyo, quien lo invitó a ir a beber a Quidico (caleta ubicada al sur de Cañete). Su amigo le preguntó si tenía “miedito”, en referencia al viaje que debía realizar hasta allá y la posibilidad de ser detenido. Pese a que dijo que “sí”, finalmente fue, sin saber que lo vigilaban con drones.
Ambos estuvieron bebiendo cerveza en lata y, después de irse, Carabineros recogió una lata de cerveza Cristal que Antihuén lanzó al pasto, la cual fue periciada, comprobándose que el ADN presente en ella era el mismo de la polera y, además, el mismo encontrado en una vaina de escopeta presente en el ataque a los carabineros.
Según establecieron la Fiscalía y Carabineros, los tres hermanos Antihuén apagaron sus teléfonos entre las 20:00 y las 22:00 horas del 26 de abril y los encendieron entre las 6:00 y 8:00 de la mañana del 27, es decir, varias horas después de los homicidios, por lo cual no es posible georreferenciar las ubicaciones de ellos a partir de las antenas de telefonía celular.
Sin embargo, antes de ello dos teléfonos sí dejaron huellas de un viaje que realizaron a eso de las 18:00 horas de la tarde del 26 de abril hacia el sector de Tranaquepe, fundamental en los hechos, pues –según declaró un testigo con reserva de identidad– a esa hora llegó hasta la casa de Nicolás Rivas Paillao un vehículo Kia azul Río, conducido por uno de los Antihuén, que usaba botas militares.
Ante ello, el padre del último, individualizado como Belisario Rivas, entregó una escopeta y una caja de municiones al conductor del Kia (posteriormente reconocido por el testigo como Tomás Antihuén).
A fin de corroborar lo anterior, se revisó la localización de los celulares de los hermanos, estableciéndose que tanto Tomás como Felipe se movilizaron hacia el sur esa tarde y que luego regresaron, lo que también fue corroborado por una de las pocas cámaras de seguridad de la ruta, la que captó al Kia tanto de ida como de regreso.
Por cierto, ni dicho auto ni un jeep verde que habitualmente era conducido por Tomás Antihuén han podido ser ubicados.
La Fiscalía también confirmó algo adelantado ayer por la Unidad de Investigación de El Mostrador, en el sentido de que en un sector cercano a la vivienda de los Antihuén fue hallado un bolso que contenía dos pistolas Taurus 9 milímetros que, como se pudo establecer a partir del cotejo de los números de serie, fueron robadas esa noche a los carabineros, estableciéndose que además fueron utilizadas para darles muerte. Además, el fiscal Garrido informó anoche que, en una revisión efectuada ayer en el sector por donde escapó de la policía Tomás Antihuén, fueron encontradas una escopeta y partes del uniforme de las víctimas.
En las afueras de una bodega ubicada en la vivienda de Rivas, en tanto, se halló una vaina de escopeta percutada que –según el laboratorio de Carabineros– fue disparada por la misma escopeta que disparó uno de los cartuchos utilizados en el atentado a los carabineros, lo que –dijo el fiscal Carlos Bustos– refuerza la idea de que Rivas proveía de armas al grupo, algo que también habría efectuado la noche previa al robo de la camioneta de los contratistas de Wom, pues en el celular de Yeferson Antihuén se encontró un chat entre ambos, fechado el 28 de marzo de 2023, en el cual este le ofrece una “tralca”, palabra en mapudungún que –como indicó el persecutor– significa “escopeta”.
La audiencia de formalización de cargos continuará a las 14:30 horas de hoy, con los alegatos de los querellantes y defensores de los imputados.