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Los intentos de Chomali para sacar del pantano a la Iglesia católica chilena PAÍS

Los intentos de Chomali para sacar del pantano a la Iglesia católica chilena

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Francisca Castillo
Por : Francisca Castillo Periodista El Mostrador
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Las denuncias por abuso sexual y el encubrimiento del clero chileno, marginaron a la Iglesia católica del debate público durante los últimos años. El rol del arzobispo Chomali ha buscado recuperar la incidencia eclesiástica, pero expertos advierten “una falta de credibilidad” difícil de recomponer.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
En julio, se ordenó al Arzobispado de Santiago pagar 70 millones de pesos a Daniel Rojas, víctima de abuso sexual por el sacerdote Tito Rivera en 2015. Rivera, formalizado en 2019, se suicidó en 2020 sin juicio. La iglesia apeló la decisión, revictimizando a Rojas y mostrando incoherencia en su defensa de derechos humanos. La llegada de Fernando Chomalí busca recuperar la influencia de la iglesia, pero enfrenta problemas de credibilidad. La iglesia intenta posicionarse en debates públicos como aborto y eutanasia, pero lucha por legitimidad en la sociedad.
Desarrollado por El Mostrador

En julio de este año se conoció la resolución judicial que ordenó al Arzobispado de Santiago a pagar 70 millones de pesos a Daniel Rojas, víctima de abuso sexual al interior de la Catedral Metropolitana por parte del fallecido sacerdote Tito Rivera, hecho ocurrido en 2015. El religioso, quien fue formalizado por este delito en 2019, se suicidó un año después, sin que se iniciara el juicio en su contra. Rivera nunca reconoció los hechos y acusó que se trataba de un “montaje con fines de lucro ilegítimo”.

El caso estalló en medio de años convulsionados para la Iglesia católica, después que en 2018 la Unidad Especializada de Delitos Sexuales de la Fiscalía Nacional realizara, por primera vez, un inédito listado de causas que ofrecían una radiografía de 20 años de denuncias contra sacerdotes y religiosos por abuso sexual. La investigación dejó al descubierto un manto de ocultamiento e impunidad por parte de la jerarquía eclesiástica y marcó el inicio de un proceso de deslegitimación ante la opinión pública.

En 2023, con la llegada de Fernando Chomali al Arzobispado de Santiago, en reemplazo de Celestino Aós, la institución religiosa ha buscado dar un giro. Con un perfil mediático y activo en redes sociales, Chomali se ha esforzado por recuperar el rol influyente de la Iglesia, sobre todo en debates públicos de corte valórico, como la discusión sobre aborto y eutanasia. 

Así lo señala el doctor en Historia y experto en la Iglesia católica, Marcial Sánchez, quien afirma que hoy la Conferencia Episcopal “se siente con la potestad de poder tener una posición distinta ante la sociedad” y que, efectivamente, buscan “un nuevo posicionamiento”.

No obstante, Sánchez también advierte un “problema de credibilidad” difícil de subsanar. Lo que –a su juicio– queda de manifiesto, por ejemplo, ante la reciente acción de la Iglesia de apelar a la decisión de la Justicia que la obliga a pagar la indemnización por el caso de Daniel Rojas. Algo que no solo “revictimiza”, sino que también evidencia una falta de coherencia frente a los otros temas en los cuales los representantes religiosos buscan posicionarse. 

“Ahí hay un punto que tiene que ver con el decir y con el hacer. Porque si están hablando de los derechos humanos de los niños que están por nacer, acá también estamos hablando de derechos humanos. (…) Por qué no pagar esa indemnización, y seguir haciendo sufrir a una víctima de abuso sexual de un sacerdote, lo que ya fue acreditado penalmente. Eso no lo entiendo y eso es lo que impacta: decir una cosa, pero hacer otra”, señala. 

Pérdida de influencia y falta de legitimidad

Para el doctor en Ética y rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Álvaro Ramis, “la Iglesia católica ha perdido de forma muy evidente su influencia en la sociedad chilena en los últimos diez años, después de la serie de escándalos de abusos sexuales y de poder”. A lo que se suman los cuestionamientos respecto “a su injerencia en materia de debates públicos, donde no debería tener un predominio hegemónico en una sociedad laica”. 

“La nueva presencia de Chomali en este contexto, como arzobispo de Santiago, augura un intento de regresar a esa incidencia con recursos simbólicos, comunicativos, y de influencia política renovada. Sin embargo, todavía es temprano para saber si tendrá algún efecto, debido a que durante estos años el desgaste de la institucionalidad de la Iglesia católica ha sido muy grande y no es fácil saber si lo que está haciendo hoy Chomali llega en un tiempo propicio como para revertir este desgaste”, afirma Ramis. 

Lo cierto es que el arzobispo de Santiago no ha escatimado en esfuerzos para mantener su presencia comunicacional y activar sus redes de influencia en el ámbito público. En diferentes entrevistas, ha señalado que tanto el Presidente Gabriel Boric como los políticos en general se “equivocan” al legislar sobre aborto y eutanasia. Además de respaldar las acciones de la Conferencia Episcopal contra el Reglamento de la Ley de Aborto en tres causales. 

“Con una ley de aborto y eutanasia la fuerza de la razón cede ante la razón de la fuerza. Es inhumano solucionar situaciones humanas complejas con el uso de la violencia”, señaló Chomali en su cuenta de X, posterior a la Cuenta Pública del Mandatario. 

Sin embargo, la última arremetida mediática de la Iglesia fue protagonizada por el obispo de Melipilla, Cristián Contreras, quien criticó en duros términos al senador de la Democracia Cristiana Francisco Huenchumilla, tras ingresar su proyecto sobre eutanasia, y donde, según el parlamentario, puso en duda su condición de católico.

“Hago un llamado al señor obispo y a la Iglesia a un diálogo respetuoso con los parlamentarios, creyentes o no creyentes o de otras denominaciones, para no llegar tarde, como sucedió con la Ley de Divorcio y otros ejemplos legislativos que podría colocar; lo peor que podría pasar es que, cual un pastor conocido, se anduviera amenazando, con Biblia en mano, con la muerte a los parlamentarios por el simple pecado de colocar un tema en debate”, respondió Huenchumilla. 

En ese sentido, Marcial Sánchez afirma que los pronunciamientos públicos de Contreras y Chomali son propios de una institución que busca instalar a sus referentes en las discusiones de la sociedad. “Es una opinión más, que tiene que ser tomada en cuenta como todas las opiniones, tienen todo el derecho de plantearlas, y ojalá que lo sigan haciendo para poder seguir conversando”. 

“La Iglesia en la época de la dictadura levantó muchas cosas tratando de buscar a los detenidos desaparecidos y tratando de ayudar a los derechos humanos. Posteriormente, también siguió haciendo muchas cosas de ese tipo, por lo que la participación de la Iglesia en el plano público, civil y penal no es novedosa”, agrega el historiador.

No obstante, Sánchez advierte que “el gran problema que tiene la Iglesia católica hoy es la falta de legitimidad”, lo que explica el despliegue del arzobispo Chomali, haciendo uso de sus herramientas para incidir en la agenda y “ser partícipe en las tomas de decisiones en la medida que pueda”. 

“Esos problemas serios de legitimidad pasan por la feligresía, que es el aparato interno, pero también por la sociedad en su conjunto. Ese es el gran problema. Entonces llega, se instala y está tratando conscientemente de hacer una gestión coherente con lo que tiene que ser un arzobispo”, sostiene. 

La búsqueda de un lugar en la sociedad chilena actual

Ad portas de debates legislativos importantes, como el ingreso del proyecto de aborto legal en diciembre y la urgencia anunciada para la ley de eutanasia y cuidados paliativos, los pronunciamientos de la Iglesia católica se suman a las diferentes actorías que buscarán incidir en estas temáticas que generan adhesión por parte de ciudadanía, según las últimas encuestas. 

En esa línea, Álvaro Ramis indica que la llegada de Fernando Chomali a Santiago ha implicado un escenario totalmente nuevo, debido a su experiencia en materia de incidencia en la opinión pública, en áreas que son relevantes. 

“Una, es su interés por la bioética en un sentido bastante restrictivo del término, que son más bien los debates de salud sexual y reproductiva, y donde caben precisamente las discusiones sobre aborto. Y, por otra parte, algunas materias de connotación social que complementan esta visión, debido a que ha jugado roles como mediador en conflictos laborales o indígenas. Por ese motivo, es un personaje con alta capacidad de influencia, debido a que incide en dos áreas que normalmente no se vinculan directamente y que él articula con cierta complejidad”, señala. 

Por otro lado, Marcial Sánchez precisa que no logra visualizar un lugar claro para la Iglesia en estos tiempos y pone énfasis en la necesidad de diferenciar los posicionamientos al interior del aparato religioso. Cuando estás viendo a una institución que se está reposicionando, es complicado el lugar que tiene. Está en búsqueda de ese lugar dentro de la sociedad para ser escuchada”, dice.

“Podríamos hablar del posicionamiento de la jerarquía. Ellos tratan de posicionarse, son los que mandan. Porque dentro de la Iglesia hay sacerdotes y religiosas que se han sacrificado harto con todo esto. (…) Es tanta la distancia de la jerarquía con algunos religiosos y religiosas, que ellos mismos los observan como que están en otro mundo. Hoy, más aún el aparato joven, por lo menos los curas de los últimos cinco años, vienen con una mirada muy interesante de una nueva Iglesia”, concluye. 

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