En Chile la élite es la mezcla específica y virtuosa de recursos y capital social, a quién conoces y de dónde vienes. Pero probablemente lo más importante al hablar de élite es la forma y el cómo se aproxima al poder y la influencia.
La élite está formada por grupos que tienen acceso al bien más preciado de la sociedad y es el acceso al poder. Y eso no solo tiene que ver con la cantidad de recursos, sino también con la familiaridad para navegar en las aguas del poder; la cantidad y calidad de los contactos y redes que poseen, y por la cercanía con personas de alta influencia. Pero ser de la élite no es algo solo económico, porque también hay gente que tiene muchos recursos, pero no circula entre estos grupos más privilegiados. “Eso uno lo ve sobre todo en los colegios que son altamente selectivos y escogen en función del tipo de familia que quieren”, dice María Luisa Méndez, profesora del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Universidad Católica y directora del COES.
“Hay formas de cierre de estos grupos y no están dispuestos a abrir la puerta solo por cuestiones económicas. En Chile la élite es la mezcla muy específica y virtuosa de recursos económicos y capital social, a quién conoces y de dónde vienes, por supuesto”, agrega la especialista.
La doctora en sociología y el profesor de la Escuela de Sociología de la Universidad de Diego Portales e investigador del COES, Modesto Gayo, llevan años estudiado a la élite, pero en las últimas décadas se han centrado en la clase media alta. En su último libro, “The Politics of the Elite: Ideological Orientations. Mothering and Social Mobilities in Neoliberal Chile”, analizan las características, composición y autosegregación de las élites frente a otros grupos sociales, económicos y culturales.
“Nos interesa entender cuál es la fragmentación y también la cohesión de la élite ordinaria”, dice Méndez. Y explica que hay ciertas formas de diferenciación que son propias de esta época: “por una parte están quienes han tenido ascenso social, pero también existe cierta diferenciación de aquellos que son herederos más tradicionales con otros que tienen ciertas tendencias más cosmopolitas, que quieren salirse de la visión tradicional de una élite liberal y conservadora”. Entre estas élite compiten por el prestigio, pero sobre todo por el poder.
“Lo interesante aquí es la tensión que hay entre una lógica un poco más estamental y de reproducción de apellidos, esto de dónde estudiaste, con una lógica bajo la cual se ha ido legitimando crecientemente el sistema, que es más meritocrático, más individualizada. Entonces, en ese sentido, los imaginarios, la manera de narrar las historias, de justificarse, van cambiando con el tiempo. Hay un grupo importante (que puede venir de grupos más altos o más bajos) que tiene vínculos y un circuito más internacional”, señala Modesto Gayo.
Hay atributos que la élite debe cumplir: apellidos, lugares de residencia o veraneo y por supuesto, el colegio. La educación es un marcador de clase por excelencia. Una señal que se emite dentro del propio grupo o clase social. “Hay colegios tradicionalmente de élite que siguen siendo importantes y también hay diferenciación entre ellos. Por ejemplo, colegios británicos, colegios católicos, dentro de ellos más progresistas como el San Ignacio, otros más tradicionales como los del Opus Dei, etc. También la diferencia entre los colegios que están más centrales y otros cada vez más lejos, deslocalizados”, dice Méndez.
Ya en el último Estudio COES de la élite económica, política y cultural en Chile (2021), se registró una drástica baja de la educación pública en las familias. “En promedio la mitad de los padres y madres de la actual élite asistieron a colegios públicos. Dos tercios de los entrevistados (miembros adultos de la élite) se educaron en instituciones privadas, en sus hijos esta cifra alcanza el 87%”.
El barrio es tan importante como el colegio.
“Del análisis del vecindario pudimos identificar que la construcción del barrio alto es un proceso bastante reciente en términos de la población que vive allí”, aseguran los investigadores. “Son grupos nuevos, producto del crecimiento económico, de las privatizaciones. Es un sector que se formó en las últimas décadas y en buena medida dentro de trayectorias institucionales próximas a organizaciones privadas, más que desde lo público”.
Para los investigadores, a diferencia de las élites tradicionales, en este caso “hay más privatización en estas nuevas élites”. Plantean que en Chile la nueva élite “no tiene experiencia con escuelas públicas, no tiene mucha socialización con el espacio público cívico como el centro. Y no esperan que la tengan sus hijos”, añade Modesto Gayo.
La profesora María Luisa Méndez, agrega: “No se relacionan con el Estado porque obviamente no tienen ningún servicio provisto por este, entonces a diferencia de décadas anteriores, las generaciones más jóvenes y sus hijos no tienen experiencia con ese mundo. Entonces, tienden a ver la sociedad bastante más polarizada entre ellos y el grupo más pobre. Hay cierta desconexión en ese sentido”.
—¿Con ese escenario, es posible que se de algún tipo de progresismo en las élites?
— Es interesante porque la élite trata de capturar a ambos sectores: la derecha y la izquierda. Quieren liderar como sea, y en ese sentido no importa el color del gato. De hecho, los grupos conservadores pasan también por el sector público no para ocupar posiciones medias y bajas, evidentemente para liderarlo. Y podemos decir que hay grupos de la élite que tienen vocación pública. Aquí lo interesante es observar cómo se va reconfigurando el progresismo dentro de estas élites que estaban llamadas, digamos que a liderarlo, porque vienen de sectores más bajos o porque tienen un compromiso emocional con trayectorias familiares u otras. Pero tener experiencia solo en lo privado, nos puede dar sorpresas desagradables. De estos colegios va a salir la neo Democracia Cristiana, los Neo Amarillos, lo que sea… Y de ahí hacia la izquierda. Y vamos a tener un progresismo bastante deslavado, pero no se van a dar cuenta, porque no van a tener la experiencia que tenían los que pasaban por el Instituto Nacional, por los liceos, por la educación pública. Aquí vas a tener un progresismo sin conexión con lo público. Esto es algo invisible hoy, pero que va a tener consecuencias para el país. Si es que no las está teniendo ya con el Frente Amplio.
—¿El Frente Amplio es parte de esa nueva élite?
— Si uno mira sus biografías, de quiénes son hijos, algunos de los personajes de la ex-Concertación. Es evidente que es una generación de recambio de una élite de izquierda, que está también tratando de desafiar no solo a su propio sector, sino que también a la derecha en términos generacionales, con ciertas causas más allá de lo político, como el feminismo, lo medioambiental, el animalismo, pero adolece de lo mismo que la antigua élite: les falta calle. No han tenido una socialización arraigada en la diversidad socioeconómica. Han hecho su aporte a la sociedad como estudiantes universitarios, pero en general no son personas cuya biografía está anclada a los movimientos de base, sindicales o situaciones de exclusión social.
Los sociólogos advierten que esta élite ordinaria o de las clases medias altas, que son las más numerosas, están generando barreras simbólicas y también socioeconómicas difíciles de acortar. “Por ejemplo, tiene una acumulación de recursos materiales muy importantes, que tienen que ver con el patrimonio, la vivienda, cuestión que para las generaciones próximas de las clases medias está viéndose cada vez más inalcanzable. Entonces, las brechas de hoy pueden incrementarse en el futuro. Y muchas veces cuando se habla de desigualdad, se habla de redistribuir a los sectores menos acomodados, los sectores más vulnerables, que desde luego hay que hacerlo. Pero también hay que pensar, lo hemos dicho muchas veces, en tener medidas para desincentivar la segregación social entre los grupos ricos. Es un tremendo desafío como sociedad”, dice Modesto Gayo. Y añade:“Influye en las barreras la ubicación, no solo en la estructura social, sino que en los barrios. La familiaridad de los grupos con estos barrios, el sentimiento de pertenencia, la cohesión interna incluso a pesar de sus diferencias es muy alta. Especialmente para resolver problemas son muy eficaces. Confían mucho más en las instituciones que el resto de la gente, porque a ellos les resulta lidiar con las instituciones”.
—¿De qué forma se pueden mover las barreras?
— Hay distintas medidas, como aumentar el impuesto a la propiedad para los sectores más altos. Un pago más sustantivo al fondo municipal de parte de las comunas más adineradas. Desde luego dar un cambio radical a la educación pública para que los colegios emblemáticos logren atraer a jóvenes, niños, niñas a colegios públicos, incluso de las comunas como Las Condes, Vitacura. En otros lados hay incentivos para el uso del transporte público, que puede ser una tontera, pero eso genera mayor integración. Crear cupos en los colegios de élite para niños de otros orígenes sociales, con becas, cambio en los currículum en los colegios. Son cosas que uno plantea y se defienden como gato de espalda.Por ejemplo, frente al tema de la elección escolar por los padres, pero si no formamos a esos grupos en comprender la sociedad en la que están insertos, es un problema para todos.
—¿Qué pasa con la élite y la corrupción? ¿Hay acceso por ejemplo, del crimen organizado a ese grupo?
— El financiamiento irregular de la política está lleno de personas que actúan de manera corrupta y son parte de la élite más tradicional. Si te refieres al crimen organizado de gente que venga de otro nivel socioeconómico no seríamos capaces de identificar eso. No tenemos el instrumento. En todo caso, la experiencia colombiana, lo que nos dicen los colegas es que sí se inserta y forma parte de la economía normal. No es un tema de la élite, sí la estructura económica lo normaliza, al final termina siendo aceptado.Hay una idea de que los narcos son violentos y las clases altas son pacíficas. En ningún lado está demostrado que no sean criminales, que no sean lanzas no quiere decir que no sean violentos. El sector alto está lleno de gente violenta, es decir mientras gano doy por por buenas las reglas, pero no hay sector más organizado y nosotros también lo vemos en términos de capital social que la cumbre de la clase alta. Están muy vinculados unos con otros. Cuando la élite no gana se revuelve contra ti. Históricamente estos grupos altos cuando empiezan a perder se vuelven contra quien sea para mantener sus privilegios. Y cuando se necesita utilizan la violencia.