En medio del debate que generó el veto sobre la reforma electoral, en donde finalmente la obligatoriedad del voto corre para extranjeros que residen en el país, hay chilenos que no pueden votar. Su falta es haber nacido afuera y nunca haber residido en Chile, a pesar de ser ciudadanos chilenos.
El martes de la próxima semana se votará el veto presidencial a la reforma electoral en la Cámara de Diputadas y Diputados. Si bien la solicitud del Servicio Electoral (Servel) –que originó el trámite legislativo– era habilitar las elecciones de octubre en dos días, la polémica se centró en la obligatoriedad del voto para los ciudadanos y no para los electores. Es decir, separar a las personas con ciudadanía chilena y a los extranjeros sin ciudadanía pero habilitados para votar, con el fin –según cuestiona la oposición– de desincentivar el voto extranjero que se presume sería mayoritariamente de derecha.
El Gobierno no prosperó con la idea de eximir de multas a los extranjeros avecindados en Chile e, incluso, tuvo que cambiar el diseño del veto presidencial, justo antes de ingresarlo al Senado. El cambio, que se alineó con lo que la oposición exigía, terminó en que tanto ciudadanos chilenos como extranjeros avecindados en Chile con cinco años de residencia acreditada deben votar obligatoriamente y, de no hacerlo, se exponen a una multa.
Si bien el veto presidencial se circunscribe en las elecciones de octubre, que pretenden renovar a autoridades municipales y de los gobiernos regionales, el hecho de obligar a votar a extranjeros residentes en Chile levantó nuevamente una polémica que algunos compatriotas exigen hace tiempo: que chilenos que viven en el extranjero y que nunca se han avecindado en nuestro país, puedan votar. Actualmente, un ciudadano chileno con nacionalidad chilena solo puede votar en el extranjero para los plebiscitos y elecciones presidenciales. Sin embargo, sus hijos nacidos en el extranjero no lo pueden hacer, a menos de que se hayan avecindado un año en Chile.
Según el Segundo Registro de Chilenos en el Exterior, un documento realizado por la Cancillería y el Instituto Nacional de Estadísticas que se publicó en 2018, las personas nacidas en el extranjero con padre o madre chilena son 466.643, de un total de 1.037.346 compatriotas que viven fuera del país. La información, sin embargo, no está muy bien recopilada y tiene falencias de trazabilidad. De hecho, el estudio solo pudo identificar a los hijos de chilenos en España (37.930), Suecia (28.066) y Canadá (15.710). Tampoco hay registro de cuántos de ellos se han avecindado un año en Chile, requisito necesario para que puedan votar.
Un chileno que ha buscado impulsar y ampliar el voto chileno en el extranjero es Félix Mora y entregó su testimonio a El Mostrador. Es militante del Partido Socialista, reside en Canadá y se desempeña actualmente como juez de Paz de la Corte de Justicia de Ontario –un equivalente a Juez de Garantía– y se retira a fin de año.
La razón por la que Mora llegó al país norteamericano no tuvo que ver con estudios, con una búsqueda de una mayor estabilidad económica u oportunidades. Mora, tras el golpe de Estado en Chile fue detenido por ser militante socialista, estuvo preso en el Estadio Nacional y fue torturado por agentes del Estado. Una vez en libertad, fue perseguido por agentes de la dictadura hasta que una noche, junto a un grupo de personas –entre ellas su esposa– saltaron los muros de la embajada italiana en Chile para solicitar asilo. Estuvo tres meses viviendo en la embajada y logró escapar a Italia, en donde estuvo un año y comenzó su exilio.
De Europa, Félix Mora migró a Canadá, en donde tuvo dos hijos –chileno-canadienses– y rearmó su vida. “La emigración puede ser desgraciada, puede tener un gran carácter de persecución, puede darse por situaciones económicas o situaciones de cualquier tipo, pero una emigración es una medida abrupta, es un término violento de una forma de vida y que significa también la pérdida de las redes sociales, emocionales, de familia, pérdida de lugares físicos de tu entorno”, confiesa Mora.
Si bien hoy tiene la posibilidad de visitar Chile junto a su familia formada en Canadá, sostiene que “tú podrás ir a Chile, tú podrás estar en Chile, pero la verdad es que esa sensación de desarraigo se produce también al volver, por el hecho de que ya tu vida se armó en otro lugar”. El juez, hoy norteamericano, recalca que “ese ambiente de orfandad y pérdida que se marca con estos hechos, lógicamente, se traslada, se conecta con la descendencia de los chilenos”. Mora ejemplifica: “Es difícil para un joven chileno que nació acá o llegó muy pequeño, crecer sin conocer qué era su entorno familiar, nunca va a saber, o le será muy difícil saber, quién era, quiénes fueron sus abuelos, sus tías, primas. Su entorno familiar, tan necesario en la vida, eran existente”.
Mora aun así no ha perdido un vínculo con la comunidad chilena. Desde que llegó a Canadá buscó conectarse y desde ahí la comunidad chilena ha estado presente, dice, en la creación de grupos folklóricos, por ejemplo, y sobre todo en momentos de elecciones. El debate en Chile, respecto al voto de los extranjeros residentes para las elecciones de octubre, ha despertado el interés e indignación en cuanto al avance de la legislación del voto en la comunidad extranjera.
“Nuestras raíces son profundas”, sostiene Mora. “Nuestros descendientes necesitan mantener y desarrollar el vínculo con Chile”, reclama. “Ellos se sienten chilenos, pero la Constitución hoy día les niega, en forma discriminatoria y arbitraria, ser chilenos”, alega. Esto, explica, en comparación con que “hoy día un inmigrante ilegal, sus hijos son chilenos, tienen más derechos que los hijos de los chilenos acá. Entonces, lo hemos llamado nosotros la generación perdida”. Lo que ocurre, para el juez, es un reconocimiento no correspondido entre el nacional y su patria: “Estos chilenos, algunos son profesionales, en su gran mayoría les interesa aportar al país de alguna u otra forma, a un país que ellos reconocen suyo, sin embargo, el Estado de Chile les impide, no les reconoce eso”.
Para poner un par de ejemplos más. Ben Brereton Díaz, hijo de madre chilena y nacido en Inglaterra, no podría votar si quisiera hacerlo. Sin embargo, representa a Chile en la selección de fútbol profesional, viste la camiseta y está tratando de aprender el himno para cantarlo con sus compañeros. Pero no puede votar porque no se ha avecindado en Chile durante un año.
Para el docente de la Universidad Central, Marco Moreno, la situación es clara: “Lo que pasa es que muchos no quieren perder tampoco la nacionalidad del país de adopción. Entonces, ahí es donde, muchas veces, queriendo participar en el proceso electoral chileno, no pueden hacerlo por esta restricción, no obstante no haber vivido nunca en Chile”. Agrega que la doctrina predominante es “que se puedan dar las facilidades para que puedan ejercer este derecho sin importar el lugar de nacimiento”. Asegura que así no se establecen diferencias, sino que, al contrario, se “reconoce un principio que está siendo aceptado en el mundo, especialmente en un contexto de una sociedad cada vez más globalizada”.
Y es que ejemplos hay más. Otro que nos representa, pero ahora en los Juegos Olímpicos de París, es Alejandro Tabilo. Hijo de padres chilenos, el tenista nació en Toronto, Canadá. En su caso, él sí puede votar, habiendo nacido fuera de Chile. La razón es que, cuando cumplió 18 años, dejó Canadá y se vino a vivir a Chile. Estuvo un año en nuestro país, lo que le permitiría votar. Son estas las diferencias y dificultades que enfrentan chilenos que nacieron fuera de las fronteras y que no pueden participar de los procesos electorales de carácter nacional.
“Este principio del ius sanguinis (principio jurídico que atribuye la nacionalidad de una persona teniendo en cuenta la de sus padres, no el lugar de nacimiento) tiene implicaciones importantes respecto al derecho a voto”, explica Moreno. “Como el caso de Chile es avanzar con la reforma que se está discutiendo, podrían de alguna manera ejercer ese derecho independientemente de que no vivan o no hayan vivido nunca en el país”. Para el académico, el hecho de que puedan ejercer el derecho a voto en su país de residencia sin tener formalizada su situación de ciudadanía por no vivir en el país, tiene que ver con el arraigo al país de origen. “Esto va en la dirección de que hay muchos países que lo han adoptado. Porque facilita la participación electoral internacional y fortalece los lazos con el país de origen”, dice.
El 2 de abril de este año, los diputados Vlado Mirosevic (PL), Daniel Manouchehri (PS) y la diputada Daniella Cicardini (PS) presentaron una reforma constitucional para que esta población –compuesta por hijos o nietos de chilenos nacidos en el extranjero– pudiese votar sin tener que cumplir un año de avecindamiento en Chile. La iniciativa emplea un silogismo que busca concluir que a estos ciudadanos se les priva de un derecho constitucional de forma arbitraria y discriminatoria.
Primero, cita el Artículo 10° de la Constitución chilena que, en su inciso número dos, establece: “2º.- Los hijos de padre o madre chilenos, nacidos en territorio extranjero. Con todo, se requerirá que alguno de sus ascendientes en línea recta de primer o segundo grado, haya adquirido la nacionalidad chilena en virtud de lo establecido en los números 1º, 3º o 4°”.
Luego el documento cita el Artículo 13°: “Son ciudadanos los chilenos que hayan cumplido dieciocho años de edad y que no hayan sido condenados a pena aflictiva” y, en su inciso segundo, establece que “la calidad de ciudadano otorga los derechos de sufragio, de optar a los cargos de elección popular y los demás que la Constitución o la ley confieran”.
El problema está en que, en el inciso tercero del artículo mencionado, advierte que “tratándose de los chilenos a que se refieren los números 2º y 4º del artículo 10, el ejercicio de los derechos que les confiere la ciudadanía estará sujeto a que hubieren estado avecindados en Chile por más de un año”.
La reforma constitucional busca eliminar este último inciso, a propósito de lo que versa el Artículo 19° de la Constitución: “Ni la ley ni autoridad alguna podrán establecer diferencias arbitrarias”.
Otro aspecto a considerar es entre los descendientes de personas que hicieron su vida afuera. Aparte de quienes migraron por voluntad propia, se encuentran las generaciones de las más de 200 mil personas exiliadas durante la dictadura de Augusto Pinochet. “No es propio del Estado obviar las condiciones por las cuales generaciones completas de compatriotas no han pisado territorio nacional, hablamos de los hijos y nietos de los compatriotas exiliados”, dice el documento.
El diputado Manouchehri, uno de los autores de la iniciativa, le comentó a El Mostrador que, en el marco de la discusión de electores versus ciudadanos, “se da la paradoja de que chilenos que residen en el extranjero no tienen derecho a voto y extranjeros que residen en Chile sí lo tienen. Esto acontece solo en el caso de Chile y Malawi”.
Además, el parlamentario contextualizó aludiendo a las polémicas votaciones del domingo 28 de julio en Venezuela: “Hemos visto cómo, efectivamente, los venezolanos que residen fuera de su país tienen un interés por lo que pasa en las elecciones de su patria”.
A esta reforma constitucional no se le ve un futuro próximo. Si bien se presentó el proyecto, hoy no forma parte del debate. Ahora bien, después que se tramite el veto presidencial el martes, este pasará a control de constitucionalidad. Cuando concluya dicho trámite, el Congreso y el Gobierno pretenden trabajar en una ley electoral larga que esté operativa para las elecciones parlamentarias y presidenciales del próximo año. En esa tramitación, esta reforma podría tener un espacio.
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