Las medidas necesarias para cumplir la Meta 6 en la COP 16 incluyen la identificación y manejo de las vías de ingreso de especies exóticas, la prevención del establecimiento de nuevas especies y a priorización de especies clave para el control.
Latinoamérica alberga el 40% de la biodiversidad del planeta y enfrenta enormes desafíos, como la pérdida de hábitats y la presión sobre sus ecosistemas críticos.
En el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, adoptado en la COP15 de 2022, se estableció un conjunto de metas ambiciosas para detener la pérdida de biodiversidad global. Entre las cruciales está la Meta 6, que busca reducir en un 50% la introducción de especies exóticas invasoras y mitigar sus impactos. Estas especies son consideradas una de las principales causas de la crisis de biodiversidad que afecta al planeta y su influencia se ha vuelto cada vez más alarmante en Chile, país donde diversas especies invasoras ya están causando estragos en los ecosistemas locales.
En este contexto tomé contacto con Rafael García, director del Laboratorio de Invasiones Biológicas de la Universidad de Concepción e investigador del IEB, quien subrayó que Chile enfrenta grandes desafíos para cumplir con la Meta 6 antes de 2030.
¿Pero qué son las especies exóticas invasoras? Son aquellas especies que, introducidas directa o indirectamente por la acción humana, logran establecer poblaciones viables en nuevos territorios, propagándose y afectando negativamente la biodiversidad local. El caso de Chile es especialmente grave, con unas 1.100 especies exóticas establecidas en ambientes naturales del país, según un informe del PNUD de 2017, y este número sigue en aumento. Sin embargo, no existe un consenso claro sobre cuántas de estas especies están realmente invadiendo los ecosistemas y solo un pequeño número ha sido objeto de estudios detallados acerca de sus impactos.
Una de estas especies –apunta García– es el castor, que inunda y destruye miles de hectáreas de bosques subantárticos; otra es el visón, que ataca tanto a especies nativas como a aves de granja; y también los pinos que invaden los bosques de araucarias. Todos estos son ejemplos de cómo la fauna y flora foráneas pueden alterar gravemente la biodiversidad local y la calidad de vida de las comunidades humanas. Ah, ¡y algunos salmones!
Pese a que el consenso científico reconoce el rol devastador de las especies exóticas invasoras en la pérdida de biodiversidad y las funciones ecológicas, el tema sigue siendo secundario tanto en la opinión pública como entre los tomadores de decisiones. Según García, esta falta de prioridad puede atribuirse al desconocimiento general o a la minimización de los impactos negativos de algunas especies exóticas, que son valoradas por sus usos agrícolas o económicos, pero que pueden volverse problemáticas cuando escapan de las áreas controladas.
Las medidas necesarias para cumplir la Meta 6 incluyen: la identificación y manejo de las vías de ingreso de especies exóticas; la prevención del establecimiento de nuevas especies; la priorización de especies clave para el control; y la erradicación o control efectivo de las ya establecidas. Si bien Chile ha tenido éxito en la prevención de nuevos ingresos, gracias a políticas de protección fronteriza enfocadas en el resguardo del sector silvoagropecuario, los esfuerzos en etapas posteriores del proceso de invasión –como el manejo y control de especies que ya han establecido poblaciones– han sido mucho más limitados.
Este es un aspecto crítico, advierte García, ya que muchas especies exóticas se establecen en áreas naturales públicas o privadas donde los daños no son percibidos como económicos, y sus impactos ecológicos caen fuera del ámbito de los servicios estatales. Para enfrentar este problema, es esencial una mejor coordinación y el financiamiento adecuado.
García destaca para Juego Limpio que, aunque el establecimiento del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) es un paso fundamental, su éxito dependerá de la voluntad política y la asignación de recursos suficientes para cumplir con su mandato. Es crucial que el SBAP no solo sea capaz de definir estrategias claras, sino también de movilizar a la academia, el sector privado, los servicios públicos y la ciudadanía, en una acción conjunta para enfrentar la creciente amenaza de las invasiones biológicas.
A pesar de los numerosos obstáculos, Rafael García confiesa que ve en la creación del SBAP una oportunidad real para abordar de manera efectiva el problema de las especies exóticas invasoras. No obstante, el tiempo corre en contra y, para cumplir con la Meta 6 antes del año 2030, será necesario que todos los actores involucrados trabajen en conjunto. Las invasiones biológicas no solo representan una amenaza para los ecosistemas locales, sino que también impactan en la calidad de vida de las generaciones futuras, poniendo en riesgo tanto la biodiversidad como el bienestar humano.