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Diez historias inéditas del 18 de octubre contadas por sus protagonistas PAÍS Crédito: Agencia Uno

Diez historias inéditas del 18 de octubre contadas por sus protagonistas

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Carlos Saldivia
Por : Carlos Saldivia Periodista de El Mostrador
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La subida del precio del Metro en 30 pesos detonó un ola de violencia donde 80 de las 136 estaciones del tren subterráneo capitalino fueron destruidas y 20 calcinadas por completo. El Mostrador recabó 10 relatos desconocidos de esos días, contados por sus protagonistas.


A cinco años del estallido social del 18 de octubre de 2019, este todavía es objeto de debate entre los sectores políticos por las demandas de los manifestantes y la ola de violencia que dejaron las protestas. La subida del precio del Metro en 30 pesos, detonó un ola de violencia donde 80 de las 136 estaciones del tren subterráneo de la capital fueron destruidas y 20 calcinadas por completo.

Las protestas se extendieron a gran parte de las regiones del país como una exigencia de demanda de reformas estructurales en salud, educación y pensiones, además de constitucionales.

A medida que las manifestaciones comenzaron a gestarse, se extendieron, convirtiéndose en un movimiento social masivo a nivel nacional que exigía reformas estructurales en áreas críticas como la salud, la educación, el sistema de pensiones y la necesidad de una nueva Constitución. El Mostrador recabó 1o relatos desconocidos de esos días, contados por sus protagonistas.

El inicio de la debacle

El domingo de 6 octubre, el Metro de Santiago subió el precio de la tarifa en hora punta de 800 a 830 pesos. Ocho días después del alza, el lunes 14, comenzaron las primeras protestas en algunas estaciones del tren subterráneo.

“Días antes del 18, en las estaciones con combinación de línea y donde había colegios grandes, unos 200 o más niños entraron a las 9 de la mañana y después cerca de las 18 horas saltando los torniquetes y gritando. En Santa Ana, creo, uno de los vendedores de boletos quedó con un TEC cuando una masa de jóvenes lo empujó. Incluso, había dos o tres carabineros, pero fueron totalmente sobrepasados. Llevábamos varios días con miedo, nos culpaban de ser los que subimos el precio. Y el 17 ya no eran 300, yo creo que no se podían contar”.

Según relata, desde el 15 de ese mes era común ver afiches o rayados con “EVADE”, con llamados a la violencia. Pero el 17 se generalizaron los destrozos y actos vandálicos por doquier y se tuvo que cerrar toda la red del estaciones.

El 19 de octubre el Presidente de la República, Sebastián Piñera, decretó el Estado de Emergencia en la capital, se restringió la movilidad y el derecho de reunión durante 15 días. Comienzan a desplegarse y a patrullar unidades del Ejército, inicialmente unos 500 militares, por algunos barrios de la ciudad, y se enfrentan los manifestantes.

Por la tarde, recuerdan en Metro, Piñera anuncia la elaboración de un plan que mitigara el impacto de la subida del pasaje a los más vulnerables y horas después anuncia la suspensión de la elevación del precio de los tickets del suburbano. “Pero ya había varias estaciones de metro quemadas”, recuerda un extrabajador de la empresa.

El piloto de la revolución

“Estaba arriba de un avión en el aeropuerto de Temuco, en una reunión de Anef. Al despegar el piloto anunció por parlantes que llegaríamos a las 20:00 horas y que había una revolución muy grave en las calles de Santiago, que no había locomoción pública y que pidiéramos a un familiar que nos fuera a buscar. Todos empezamos a llamar, pero todas las líneas sonaban ocupadas. Me pareció exagerado lo que dijo”, así recuerda el presidente de la Anef, José Pérez Debelli, la tarde del viernes 18 de octubre de 2019.

Y agrega: “En el avión venía el ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, que seis días antes había dicho ‘alguien que se levanta más temprano y toma el metro a las 7, tiene una tarifa más baja que la de hoy’, frase que provocó un gran rechazo. Cuando llegamos pasaba lo que pasaba, entonces convocamos a una reunión con los dirigentes en una Federación de Trabajadores de la Salud en calle Gorbea, y convocamos lo que después fue la Mesa de Unidad Social. Hicimos una declaración donde rechazábamos el Estado de Excepción. Al día siguiente, le llevamos una carta al Presidente Piñera en La Moneda”.

Exministro viaja colgando de un microbús

El exministro de Bienes Nacionales de Michelle Bachelet, Víctor Osorio, el 18 de octubre de 2019 tenía una reunión en la Fundación Progresa, en Eliodoro Yáñez, a las 18:00 horas. Desde la UTEM caminó a la estación Los Héroes, pero el metro estaba cerrado. Eran las 17:30 horas.

“No había taxi ni forma de movilizarse, un taco de kilómetros de autos que no avanzaban, y solo se podía caminar. Caminé hasta Diagonal Paraguay, unos carabineros tenían cortado el paso por La Alameda hacía Plaza Italia. Entonces pasó un bus repleto de gente, con personas hasta en el techo. Como pude me subí a la pisadera y me agarré de un fierro. El chofer advertía que llegaba hasta calle Seminario”, señala el exsecretario de Estado.

Desde ahí, le pidió a un amigo que lo fuera a buscar en auto, pero este solo pudo llegar hasta Antonio Varas. Luego de una hora pudieron llegar al sector ubicado entre Las Condes y Providencia. “Me sorprendió un cacerolazo bullicioso en Las Condes, como en la dictadura, y los autos lo apoyaban tocando la bocina. Llegue a la reunión a las 19:30 y se había suspendido. Yo vivía en Sazie, me demoré tres horas en llegar. Atravesé la Alameda a pie, a dos cuadras de La Moneda, en cada esquina había una barricada. Era de noche, no había luz en las calles”, relata.

El turno del doctor Ugarte

El médico y comentarista de TV, Sebastián Ugarte, se encontraba el 18 de octubre de 2019 y los días que siguieron en su puesto habitual en Clínica Indisa, y recuerda esos días con una mezcla de emociones y desafíos.

“Los trabajamos en Urgencias y en UCI, estábamos en nuestros puestos y recibíamos a varios manifestantes heridos, algunos con lesiones graves que ponían en riesgo sus vidas. Recuerdo especialmente el caso de una joven con un trauma craneano grave. Fue un momento difícil, no solo por la gravedad de su cuadro, sino por toda la presión social en torno a su caso y la comprensible angustia de su familia. Hacer todo lo posible por salvarla, mientras intentábamos tranquilizar a su padre, fue una experiencia que me marcó en esos días tan intensos (…)”, detalla.

Su relato continúa: “Comenzamos con el impacto de una movilización social masiva, similar a lo que había leído o escuchado sobre la Revolución de la Chaucha en 1949. Mientras algunos marchaban pacíficamente, incluyendo médicos con sus familias, la violencia también se hacía presente”, cuenta.

Un testigo de la marcha más grande de Chile

El 25 de octubre de ese año, el Presidente Piñera presentó un proyecto de subida de pensiones a los más vulnerables, el aumento del 5 % en las cotizaciones con cargo al empleador y un ingreso mínimo garantizado. Paralelamente, 1,5 millones de personas se manifestaban de forma pacífica en Santiago de Chile, desde la Plaza Italia y el centro de la ciudad. La marcha más grande desde la restauración de la democracia, en la que piden la salida de Piñera y profundas reformas sociales.

El trabajador Braulio Meza, recuerda que supo por los medios que se realizaría “La Marcha más Grande de Chile”. “Después de participar en un cabildo en Pudahuel el jueves, tomé la decisión de asistir el viernes a esa convocatoria. Luego de almorzar me encamine al paradero. Apareció la 514 y subí. Venía llena (…), iban a la marcha, en el trayecto fue recogiendo pasajeros con banderas chilenas, mapuches y carteles con una infinidad de eslóganes y demandas”, relata.

Y continúa: “Bajé entre las estaciones Neptuno y Pajaritos (…), baje al andén que estaba repleto con manifestantes, de ahí comenzó un viaje tranquilo por las diferentes estaciones hasta Los Héroes, que solo estaba habilitada para hacer combinación. Paraba solo en Moneda y Universidad de Chile y de ahí hasta Pedro de Valdivia, bajamos en Universidad de Chile con el cántico ‘Chile Despertó’. (…) En Irene Morales se había encendido una barricada grande, me hizo recordar los tiempos de la dictadura militar en los 80 (…)”, señala.

Explica que a las 17:45 horas era imposible ubicar a sus amigos con los que se reuniría, que internet bajo su velocidad y la comunicación telefónica era difícil. “Llegue al obelisco junto a Balmaceda. Entraron unos WhatsApp que vi, gritos de consignas, canciones de Víctor Jara y Los Prisioneros (…), encontré a los compañeros, conversamos, unas fotos (…), disturbios en Alameda a la altura de Toro Mazote, el aire irrespirable. Salgo hacia calle Ecuador, justo por donde estoy se detiene un taxi y bajan unos manifestantes de él y me dicen ‘todo suyo, compañero’. Subo, indico dirección y llego a casa”.

El temor de los parlamentarios

El diputado de la UDI Jorge Alessandri recuerda “días intensos y de miedo”, al punto que varios congresistas sentían temor de ser reconocidos por la calle y ser agredidos. Recuerda que se le dificultaba llegar a las reuniones de emergencia pactadas en el Congreso de Santiago, “donde el camino era complicado”.

Explica que viajes que hacían cuatro veces por semana se complicaron por barricadas, las rutas cortadas, y que los que normalmente demoraban una hora y media, se convirtieron en viajes de 3 o 4 horas.

“Era peligroso para nosotros, al ser reconocidos como parlamentarios”, ya que eran interpelados, cuenta. Por eso dice que las rutinas cambiaron para muchos congresistas: empezaron a hospedarse en Valparaíso, viajaban de 3 o 4 diputados, dejaron de usar corbatas por miedo a ser identificados como “burócratas del Estado”.

La experiencia del minero Mario Sepúlveda

Mario Sepúlveda, uno de los 33 mineros rescatados del yacimiento San José, asegura “haber tenido miedo, pena y rabia al ver cómo gente destrozaba el país”.

Cuenta que participó en algunas marchas, auxiliando con botellas de agua a quienes las necesitaban durante las manifestaciones. “Me encantan las protestas, compartir opiniones, debatir, pero no la violencia (…). La violencia generada durante el estallido social aún perdura, dejando huellas, maldad, inseguridad, hambre, injusticia
y corrupción”, afirma.

El exminero de los 33, dice que cree en los jóvenes, que con su ideología y preparación van a “enfrentar a la politiquería antigua”. Sobre el 18/O, responsabiliza “a los políticos antiguos, los radicales, los que menospreciaron a los jóvenes, los que al sentirse subestimados provocaron el estallido social”.

El periodista que se enfrentó a la masa

JP es periodista de un vespertino. Recuerda que para ir al centro optó por comprar una máscara antigases; luego una para sus niños, luego otra para sus padres, y su novia. Cuenta que hoy tiene casi una docena.

“El 5 de noviembre me acuerdo que había una marcha que empezaba a las 16:00 horas. Eran las 15:00 y no había metro, micros ni taxis, así que para llegar a La Moneda fui en mi auto. Iba con frecuencia al centro y no sé por qué ese día andaba de traje y corbata. Al llegar a Plaza Italia, estaban encapuchados intentando hacer una barricada con lo que pillaban, letreros, piedras, restos de bancas, neumáticos, tenían tapada una pista recién de la Alameda”, cuenta.

“Entonces yo pasé por una de las pistas desocupadas y saltó una horda sobre mi auto. Eran todos de menos de 20 años, encapuchados, y tenían palos y banderas. Me empezaron a gritar cosas que no entendía, pero eran violentos, y pensé ‘si me quedo en el auto puede ser peligroso’, y abrí la puerta y me bajé”, cuenta.

“Debo haber estado muy enojado, porque era incomodo, iba atrasado, no había almorzado. Me bajé y llegó una horda de encapuchados y avancé hacia uno que era el que parecía líder. ‘Tienen una pista tomada y perfectamente puedo pasar por las otras, así que salgan que voy a pasar’. Y me dijeron: ‘Tío, es que estamos protestando’, me subí al auto y pasé. Al llegar a La Moneda, me di cuenta de lo que había hecho”, agrega.

“Una violencia jamás vista en Iquique”

Un exfuncionario de la otrora Gobernación de Iquique cuenta que fue casi un milagro que en la repartición no hubiera heridos o muertos.

“En Iquique las protestas, evidentemente, fueron ultra, ultraviolentas. Mi oficina y la de un colega quedaban hacia la calle. Ese día había una serie de manifestaciones. Yo trabajaba en la exgobernación provincial de Iquique. De repente un grupo de 50 personas comenzó a tirar piedras a nuestras oficinas, las dejaron hechas pedazos”, detalla.

“Estaba como jefe del Departamento de Administración y Finanzas, unidad que no puede detener su pega diaria. Así que teníamos que ir a la oficina, todos los días se debían recoger escombros desde el interior. Hasta que se tuvo que poner planchas de madera de Homecenter en los ventanales para evitar que lanzaran cosas. Por suerte no lanzaron molotov. Desde Santiago hubo muy poca protección. Fue una violencia jamás vista en Iquique. Más allá de los supuestos derechos por los cuales estaban peleando”, dice.

Las reflexión de la diputada Naveillán

La diputada Gloria Naveillán vivía en Traiguén y sus hijos en Santiago. Cuenta que estaba inquieta por ellos. Sus hijos participaron de la multitudinaria “marcha del millón”.

Ella asegura que estuvo de acuerdo con los motivos para asistir a la marcha, producto de una serie de demandas sociales que –a su juicio– siguen siendo justas, viviendo con ciertas expectativas que no estaban siendo cumplidas en materia de educación, habitacional, deudas, salud y pensiones. Sobre la destrucción y vandalismo, ataques a carabineros, sostiene no compartirlos.

Según su punto de vista, no existía control ni respaldo político por parte del Ejecutivo, ni del Poder Legislativo para carabineros. Siente que el Acuerdo por la Paz del expresidente Piñera nunca garantizó tranquilidad y afirma que, de no haber sido por la llegada de la pandemia en 2020, se percibía una sensación de un posible golpe de Estado.

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