Además de los adolescentes, cuatro de ellos graves, dos profesores terminaron en estado de shock. Distintas fuentes coinciden en indicar que la violencia en los liceos emblemáticos nunca se ha frenado y que detrás de ella existe una inspiración anarquista que es predominante.
Si se les pregunta a policías o fiscales que han investigado el tema de la violencia en los liceos emblemáticos, la respuesta es casi estándar: que se trata de un problema que nunca se ha afrontado con una mirada de Estado unificada, lo que ha permitido que la violencia se haya ido normalizando.
Ello se expresa en hechos como el ocurrido en la mañana de este miércoles en un baño del primer piso del Internado Nacional Barros Arana (INBA), donde 34 jóvenes terminaron con quemaduras, sumándose a ello dos docentes en estado de shock, por lo cual requirieron atención médica, luego de que estallara una bomba molotov, en medio de un acopio de elementos combustibles.
Varios de los adolescentes vestían ya los clásicos trajes de bioseguridad (overoles blancos) que se han hecho populares en las “salidas incendiarias”, y que usan a fin de evitar dejar rastros genéticos y cubrir la ropa, para no ser identificados por la policía. Sin embargo, en este caso los overoles actuaron como aceleradores de las llamas, dada su naturaleza plástica. Cuatro de los lesionados se encuentran en riesgo vital.
Según explicó el coronel Fernando Albornoz, prefecto de la Prefectura de Santiago Central, los hechos ocurrieron cuando un grupo de estudiantes “se encontraba en el interior del establecimiento educacional y efectuaban preparativos para poder salir del recinto a efectuar desórdenes y lanzamiento de elementos contundentes y artefactos explosivos en la vía pública”.
El oficial detalló que apenas se produjo la explosión la policía llegó a prestar ayuda, porque “nosotros como Carabineros mantenemos un resguardo de esta clase de establecimientos en forma diaria y permanente”. En otras palabras, se trata de un liceo que –dados los disturbios de este tipo– es custodiado en forma permanente.
La Dirección de Educación Municipal de Santiago (DEM) entregó más detalles, precisando que todo comenzó cuando un grupo de encapuchados irrumpió en el patio del establecimiento, “arrojando fuegos artificiales y objetos incendiarios”.
Ante ello, la dirección decretó el cese de la jornada, pero “ante esa situación el grupo encapuchado y con overoles blancos, cercano a 25, además de estudiantes que les acompañaban, se dirigió a uno de los baños, presumiblemente para deshacerse del material que portaban y cambiarse de ropa. En ese contexto se produce una explosión, que deriva en un incendio”.
Según lo que algunos estudiantes declararon a distintos medios de prensa, lo que estaban haciendo era una suerte de ritual de despedida para quienes egresan de cuarto medio; en otras palabras, se trataba de una “salida incendiaria” (como se denomina a la acción de lanzar molotovs en la calle, en contra de la fuerza pública y buses del sistema Red) de despedida, versión que fuentes policiales descartan, dado que casi a la misma hora, a varias cuadras de allí, se produjo otra “salida incendiaria”, esta vez en las afueras del Instituto Nacional, donde se estima que se lanzaron al menos 90 bombas molotov, por lo que se cree que ambos hechos están conectados.
A su vez, en el sitio del suceso, el delegado presidencial de la Región Metropolitana, Gonzalo Durán, expresó que “estamos en presencia de hechos gravísimos”, aseverando que “nos referimos, por supuesto, en primer lugar, a la grave afectación a los estudiantes heridos, pero la gravedad también está determinada por la naturaleza de los hechos, que no se condicen con el propósito de cualquier proyecto educativo. Aquí ha habido un esfuerzo muy importante preventivo de trabajo colaborativo con el municipio a través del DAEM, con las comunidades educativas. Aquí está presente, acompañándome, la Seremi de Educación, la Seremi de Desarrollo Social, el Seremi de Salud. Hemos trabajado todos colaborativamente con el propósito de dar el legítimo cauce a las expresiones de las comunidades educativas, de los y las estudiantes, de sus demandas estudiantiles, pero que tienen que ser expresadas de manera pacífica”.
Una fuente cercana al tema, que por lo mismo pide resguardo de su identidad, señala que la violencia en los liceos emblemáticos es un proceso que comenzó a la par de la “revolución pingüina”, en 2006, y que ha ido creciendo año a año, debido a la convergencia de una serie de factores. Entre ellos, menciona los problemas objetivos que existen en muchos liceos, en términos de gestión e infraestructura, a lo que se suman motivaciones ideológicas que –como señala otra fuente del mismo ámbito– convergieron desde distintas fuentes.
Una de ellas fue el apoyo a las acciones de violencia por parte de algunos padres que en los años 80 e incluso los 90 militaron en grupos radicales de ultraizquierda, pero todas las fuentes consultadas coinciden en que lo que predomina ideológicamente entre los “overoles blancos” son las ideas del anarquismo insurreccional. Este adquirió mucha visibilidad a partir de los distintos atentados con bomba que se cometieron en forma intensiva entre 2003 y 2015, y que sirvieron como detonadores para la popularidad del anarquismo entre muchos jóvenes, que comenzaron a leer a clásicos como Mijail Bakunin y Piotr Kropotkin, “tratando de buscar justificaciones para la violencia, haciendo lecturas muy superficiales”, señala el mismo entrevistado, quien agrega que “no es un fenómeno que se deba mirar a la ligera, puesto que la mayoría de estos jóvenes se sienten fuera del sistema, se sienten agredidos y marginados, y encuentran en este tipo de conductas una canalización de esa frustración”.
Las redes sociales –agrega otra fuente– contribuyeron a masificar las “salidas incendiarias” y de hecho existen numerosas cuentas en redes como Instagram o Twitter que difunden los ataques a la policía o buses, cometidos por supuestos estudiantes que salen de liceos emblemáticos enfundados en overoles blancos.
En distintas fotografías y videos es posible ver cómo se preparan y lanzan los artefactos incendiarios desde las afueras de liceos como el propio INBA, el Instituto Nacional, el Manuel Barros Borgoño, el Liceo de Aplicación, el Confederación Suiza u otros. Como en todo movimiento social, dice la primera fuente, existe una estética propia, que forma rasgos identitarios, entre los cuales –además del overol– se encuentra el uso de capuchas de varios colores, usos lingüísticos específicos y una retórica que justifica los actos que se cometen.
Incluso, existen consejos sobre qué hacer cuando alguien que no participa de estos actos se encuentra con una “salida incendiaria” o “cortacalle”, la que definen como “realizar barricadas, enfrentamientos con la policía o acciones de sabotaje”.
Según una de estas cuentas, “cuando los compas ‘salen’ debemos procurar guardar la calma y no entorpecer la acción”, lo que implica, de acuerdo a lo mismo, no grabar a los encapuchados, “dejar libres entradas y salidas” y “no ser morbox. Esto no es un espectáculo del cual alardear. Son acciones ilegales que arriesgan penas ejemplares para quienes las practiquen”.
Asimismo, se pide avisar “si ves a alguna persona que tenga fama de ‘sapx” y se indica que “si los compas destruyen inmobiliario público privado de la universidad/liceo y/o atacan a la policía, no significa que sean tus enemigxs o tengan algo en contra de ti. La propiedad privada nunca debe valer más que la vida o libertad de nuestrxs compas”.
Muchas de las “salidas” o “cortacalle” dicen relación con la conmemoración de determinadas fechas (desde el Día del Joven Combatiente a exigir la libertad de personas detenidas), pero a veces cuesta entender la lógica, como sucedió con lo de esta mañana en el INBA y el IN.
Esta tarde, en un comunicado firmado por “apoderados del Internado Nacional Barros Arana” se pidió no “criminalizar a los estudiantes”, y a renglón seguido se indicó que “las manifestaciones extremas son múltiples y siempre habrá quien esté dispuesto a arriesgar su vida y su libertad por hacer ruido suficiente para ser escuchado. Ojalá todos tuviéramos a nuestros hijos cómodos, amados y resguardados, pero hay jóvenes que traen pena, rabia y una enorme incertidumbre al futuro”.