El lunes de esta semana mientras en Chile sacábamos las primeras conclusiones sobre las elecciones municipales y de gobernadores regionales y en Cali comenzaba una de las semanas clave en la COP16, con la negociación para financiar la conservación de la diversidad biológica, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) emitió una grave advertencia: la humanidad podría quedar atrapada en un “círculo vicioso” de cambios climáticos y acumulación de gases de efecto invernadero si no se detiene la alta emisión de CO₂. Y la razón, a estas alturas, nos parece brutal: la emisión de este gas no es que se esté reduciendo poco, sino que ha aumentado.
Según el último boletín de la OMM, los niveles de dióxido de carbono (CO₂) han alcanzado cifras sin precedentes en la atmósfera, comparables solo con los de hace 3 a 5 millones de años. Desde 2004 hasta 2023, el CO₂ en la atmósfera ha aumentado en un 11,4%, reflejo de la quema constante de combustibles fósiles como petróleo, gas y carbón.
El informe destaca que, si bien solo el 43% del CO₂ emitido permanece en la atmósfera, ya que el resto se distribuye entre océanos (26%) y sumideros terrestres (31%), como los bosques, el cambio climático también está afectando la capacidad de absorción del océano –un efecto secundario de la elevación de la temperatura marina– y se está reduciendo la cobertura vegetal, debido a incendios como el que arrasó con gran parte de la Amazonía durante estas últimas semanas y los que cada año en Chile dejan horrorosas postales, como la del verano de 2023 en la Región de Valparaíso.
Ko Barrett, secretaria general adjunta de la OMM, afirmó en estos últimos días que este círculo de retroalimentación representa un desafío crítico para las sociedades a nivel global. La concentración media de CO₂ en 2023 alcanzó las 420 partes por millón (ppm), un 51% más alta que en 1750, antes del inicio de la industrialización.
El asunto aquí ya no se trata de si estamos o no cumpliendo el, a estas alturas, tristemente célebre acuerdo de París. El punto que hace la OMM es para que entendamos que cada fracción de grado adicional de calentamiento trae consecuencias significativas y en algunos casos irreversibles.
Si bien esto ya lo hemos dicho, siempre vale la pena repetirlo: aunque las emisiones se redujeran rápidamente hasta alcanzar el cero neto, el nivel de temperatura observado actualmente persistiría durante varios decenios, porque el CO₂ es un gas que permanece en la atmósfera como una costra durante períodos extremadamente largos.
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