Hace un par de semanas se llevó a cabo en Chile el Carbon Forum 2024, el evento que reúne a expertos, empresarios y científicos para discutir soluciones a la crisis climática, centrándose en la medición y reducción de emisiones de carbono. Entre las ponencias, la de Carbon Real llamó profundamente la atención, porque se trataba de la primera iniciativa impulsada desde Chile para rentabilizar la captura de carbono.
Y aquí en Juego Limpio adelantamos que esta iniciativa está a punto de lanzar el primer bono de carbono, fruto de una colaboración entre científicos chilenos vinculados a la compañía y la NASA. Este bono tiene como meta ser un incentivo a la conservación legal de la Patagonia chilena, uno de los bosques vírgenes con mayor aporte ecológico del planeta.
¿Pero de qué va todo esto? Se trata de una innovación pionera en Chile que, a través de tecnología avanzada, monitorea en tiempo real los intercambios de CO₂ entre la biosfera y la atmósfera, de modo de cuantificar cuánto carbono capturan los bosques del extremo austral de nuestro país para convertir estos datos en créditos de carbono y, así, estimular la conservación a través de una rentabilidad.
En concreto, ¿cómo pasamos de la filantropía al estilo Tompkins a esta idea de rentabilizar la inversión en conservación calculando cuánto carbono capturamos de la atmósfera? No queda otra que acudir directamente a la fuente.
Felipe Escalona, fundador del proyecto, piensa que la filantropía efectivamente ha ayudado mucho a la conservación de Chile, sus bosques; sin embargo, no es suficiente. «La única forma que tenemos de generar modelos que puedan ser escalables en la protección de la conservación está asociada a generar estos servicios y que puedan ser adquiridos como cualquier otro bien que se transa en el mercado», me dijo.
“Así todos van a querer proteger si es que reciben beneficios”, remarcó.
Pero vamos por partes. ¿Cómo es que se realiza esta cuantificación y qué asegura que dichos datos sean reales y que efectivamente se esté colaborando en limpiar la atmósfera de CO₂?
La solución presentada por Carbon Real combina tecnología láser y sensores en terreno para mediciones precisas y en tiempo real. De hecho, hace un par de semanas este proyecto completó dos años de trabajo conjunto con la Misión GEDI de la NASA y la U. de Maryland, para utilizar tecnología de escaneo 3D, que permite mapear detalladamente los bosques y cuantificar su biomasa aérea. En concreto, los sensores instalados miden la «respiración» de los ecosistemas, registrando el intercambio de CO₂ neto entre la biosfera y la atmósfera hasta veinte veces por segundo.
Este mecanismo contabiliza en tiempo real la captura de carbono de áreas protegidas bajo el Decreto Real de Conservación (DRC) por parte de los privados, encriptando los datos en blockchain y creando tokens para cada crédito de alto rendimiento (que es como se denomina al instrumento), los que comenzarán a ser comercializados por la climatech británica eGreen.
El sistema de tokenización de créditos de carbono permite, a través del blockchain, registrar cada transacción de manera transparente y descentralizada. Esto –me explican– no solo fortalece la confianza en el mercado de carbono, sino que también proporciona a las empresas una herramienta para gestionar sus compromisos de sostenibilidad de manera auditable. La tecnología de blockchain minimiza el riesgo de doble contabilidad y permite que los usuarios verifiquen la autenticidad de cada crédito, algo fundamental en la industria de la compensación de carbono.
“Hoy hay una crisis de confianza tremenda en el mercado, entonces es clave estar validado de alguna manera por un tercero”, reflexiona Escalona. “La empresa eGreen es la que nos presta el servicio de tokenización, son los que validan la información que estamos midiendo, no solamente son los algoritmos nuestros, sino que ellos también han validado su algoritmo y lo desarrollan en su plataforma para generar los tokens y poder comercializar los bonos de carbono, no solamente en base a mediciones que se realizan en tiempo real, a líneas de base, medidas con tecnología trazable, a que los predios queden conectados con la NASA, sino que también hay un tercero, validador de garantía de que la información que está recibiendo es información que nosotros estamos enviando de manera independiente y trazable”.
Esta es la primera vez en Sudamérica que se emite este tipo de instrumentos, por lo que sobre la base de la demanda esperada se estima un precio por sobre los US$ 20 cada papel. De aquí a fin de año están negociando futuros para vender al menos US$ 3,5 millones.
El modelo de Carbon Real implica que el 10% de los ingresos que se generen por la venta de los bonos quede en una especie de fideicomiso, donde un consejo independiente decida los proyectos “verdes” que aporten a las comunidades aledañas a las zonas protegidas.
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