El académico de la Universidad de Chile, Andrés Bórquez, abordó el rol de América Latina en el contexto geopolítico que marca al nuevo Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico, destacando “la oportunidad de establecer una nueva narrativa y capacidad de agencia” en la región.
La Cumbre APEC 2024 en Perú, donde participan las 21 economías del Asia Pacífico, se está desarrollando en medio de lo que analistas califican como un nuevo ciclo en el escenario geopolítico global, con el triunfo de Donal Trump en Estado Unidos, y la creciente influencia comercial de China en la región.
En conversación con El Mostrador, el académico del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, Andrés Bórquez, indicó que estamos “en un proceso de transición hacia un nuevo orden internacional”, en el cual América Latina tiene la oportunidad de reimpulsar mediante una nueva narrativa su capacidad de agencia en el Pacífico, como centro gravitacional del comercio y la economía.
“Un poco eso es lo que nosotros tratamos de dimensionar como relevante de cara a estas próximas décadas. Cómo ir integrando y haciendo nuestra región no tan periférica con respecto a este proceso de transición a un nuevo orden internacional”, señaló Bórquez.
-Respecto al contexto geopolítico de esta APEC, tenemos a Estados Unidos con Donald Trump como presidente electo, por otro lado China fortaleciendo su influencia en la región. Muchos analistas hablan que estamos comenzando un nuevo ciclo. ¿Cómo proyectas el rol de América Latina en ese contexto?
-Podemos decir que estamos en este momento en un proceso de transición hacia un nuevo orden internacional. Ninguno de nosotros sabe cuál va a ser el próximo orden. Pero lo que sí conocemos es el orden establecido por esta idea de finales de la Guerra Fría, donde Estados Unidos y el occidente se consideran como el ganador, lo que se tradujo luego en una especie de liberalismo institucional a través de organizaciones internacionales respaldadas por Estados Unidos.
Eso era lo que llamaba un poco a que los países se reunieran en estos organismos internacionales, porque se respetaba esa logística. Después de la pandemia, con las guerras comerciales entre China y Estados Unidos, y también con procesos de sobreburocratización de los organismos internacionales, fue perdiendo fuerza este orden. Y la reelección de Trump refleja un poco de que el gran patrocinador del sistema internacional basado en esta idea del liberalismo institucional, ya queda bien claro de que eso ya no va a ir en esa dirección.
De hecho, Trump, en su primer periodo, criticó el rol de las organizaciones como de las Naciones Unidas, como la Organización Mundial de Comercio y la Organización Mundial de la Salud. Y con la guerra comercial con China también, ya que a nivel de potencias ellos plantean sus propias formas de ver el asunto, y ya no necesariamente canalizan esas diferencias que tienen dentro del orden de las instituciones internacionales.
En ese contexto nos estamos enfrentando hoy, y también conlleva a esta nueva versión del foro de la APEC. Está dentro de ese marco de que ya se asume un espacio de transición a un nuevo orden.
Como estamos un poco volviendo a esa idea de transición, las teorías plantean que en las transiciones, las potencias más dominantes van a tener más interacciones entre ellas, y desde ahí, se van a plantear algunos lineamientos. Luego, las potencias regionales también van a jugar su propio rol en activar las regiones donde puedan tener más influencia. Por ejemplo, en nuestra región Brasil es un actor que tiene ese estatus de potencia.
Y luego están las pequeñas y medianas potencias. Y ahí están países como Chile, Argentina, Perú, que dentro de un proceso de transición suelen ser más vulnerables, porque claramente al hacer menos predecible el sistema internacional o cómo se comportan las potencias, hace que tengan que, hasta cierto punto, tomar alguna posición de alguna de las potencias que están, de una u otra forma, incentivando un nuevo orden.
Y la otra opción -que es la que un poco yo planteo en ese sentido- es tratar de que entre ellas establezcan alguna capacidad de agencia, es decir, que se pongan de acuerdo en algunas cuestiones, en algún esquema. En ningún caso crear una institución, ni un orden con un peso complejo, digamos, porque eso no tiene sentido. Pero sí, al menos, discutir algunos esquemas que puedan estar en función de demostrar que, más allá de las negociaciones o las interacciones de las potencias, están también levantando su propia agenda. Y eso también les permite tener mayor autonomía a las potencias regionales.
-Ese debería ser el foco de América Latina…
-América Latina, sobre todo América del Sur, tiene la oportunidad de establecer una narrativa, una capacidad de agencia hacia el Pacífico. Si bien estamos en un proceso de transición, hay cuestiones que están relativamente claras, como por ejemplo, que esta transición sí o sí conlleva como centro gravitacional el Pacífico. Y por eso se están disputando todas estas cuestiones.
El interés de las potencias está en quién logra influir más dentro del Pacífico. Y sobre todo de la cuenca asiática del Pacífico, porque es ahí donde hoy se concentran las principales transacciones o intereses. Ese es el centro gravitacional del comercio. También más del 50% de la producción mundial se genera en el Asia-Pacífico, y un tercio de la inversión extranjera directa.
Entonces, está bien claro -más allá de esta transición- que el Pacífico es una zona clave. Para países de América del Sur deberíamos apostar por una lógica más integracional, digamos que los latinos también tengan una estrategia o un marco de entendimiento hacia el Pacífico. Y por eso nosotros le llamamos Latino-Pacífico, como una idea de establecer un esquema de integración que permita poner atención en nuestros intereses.
Un poco eso es lo que nosotros tratamos de dimensionar como relevante de cara a estas próximas décadas. Cómo ir integrando y haciendo nuestra región no tan periférica con respecto a este proceso de transición a un nuevo orden internacional.
– ¿Cómo ves el rol geopolítico de China en ese sentido?
-Esta transición no se puede entender sin el rol de China. Gradualmente se ha ido convirtiendo en una potencia global, y eso conlleva que otras potencias también de ese mismo estatus se planteen una nueva relación hacia China. Una especie de desafío hegemónico, donde potencias como Estados Unidos, la Unión Europea, ven a China ya como un rival sistémico, un rival estratégico. Lo que se traduce en formas de interacción que se basa -más que en la confianza o en el desarrollo de cuestiones tan concretas en conjunto – en una desconfianza mutua y a una competencia sistémica o una rivalidad sistémica.
Entonces, la presencia de China en la APEC y en América Latina, hoy más que antes, conlleva ese peso, y de una otra forma, eso hace que también nuestros países en América del Sur o los países más pequeños y medianos también vean a China como un actor más relevante donde buscan generar relaciones, interacciones que puedan proteger o promocionar sus intereses.
Por otro lado, China ve gradualmente América Latina como una zona para diversificar y poder tener mercados para abastecer los recursos naturales que necesita para seguir creciendo. Y al mismo tiempo, ve una zona importante para poder vender sus productos que ya no los va a poder vender como antes en occidente.
Hasta antes de que China fuera considerado un rival sistémico estratégico de Estados Unidos o la Unión Europea, Occidente, los chinos vendían sin problema sus productos.
La innovación, las tecnologías que estaban sacando, competían con otras marcas occidentales. Como ahora ya esta cuestión de la realidad estratégica es más clara, más explícita, las potencias occidentales están en un proceso de proteccionismo frente a las interacciones con China. Por lo tanto, los chinos para poder seguir vendiendo sus productos y sus tecnologías, ven al sur global, y en particular América Latina, el sureste asiático, como los mercados donde pueden vender o testear su tecnología.
Entonces, por eso es tan relevante para China ir armando infraestructura y conectividad y poder tener, por ejemplo, este puerto de Chancay en Perú, en función de asegurar un puerto competitivo. Todas los productos se van a canalizar a través de este puerto. Bueno, no solamente desde ahí, sino también de los puertos en Chile, los que están dispuestos y disponibles a exportar hacia China.
Eso refleja este interés chino de haber financiado este puerto en gran parte, tratando también de participar en otros proyectos de infraestructura, porque es una zona donde pueden seguir haciendo negocios, desarrollando, considerando que en otras partes del mundo ya no es tan fácil para ellos desarrollar actividades comerciales o económicas.
-Cuál es tu lectura respecto al debate sobre el puerto de Chancay, hay quienes sostienen que beneficiará a Chile y otros plantean que representa una posible amenaza.
-Nosotros somos académicos, en ese sentido, nunca es blanco y negro. Nuestras respuestas nunca van en esa dirección, más allá de que cada uno pueda tener una opinión. En lo concreto, si uno usa la lógica -yo no soy experto en puertos propiamente tal- el hecho de que exista un puerto que sea más competitivo en términos de reducir los días que se necesitan para enviar cuestiones a China, cuando estén operativas las quince estaciones para poder regenerar la logística, ese puerto va a permitir mandar carga en casi 8 días menos.
Para los fruteros es una muy buena noticia. Cuando están en la temporada alta de la fruta, por ejemplo, la cereza en Chile, y tienen que mandarla lo antes posible para llegar a las góndolas a tiempo, que llegue la buena calidad para que el precio se mantenga alto, lo que hacen esas fechas es hacer un cherry express, consiguen que las navieras saquen barcos más rápido y que solamente manden fruta. Entonces, si ya están asistiendo a eso por reducir los días, y tienen la oportunidad de reducir 8 o 4 días más, yo imagino que cada día vale para ellos significativamente. Eso puede ser un beneficio para los fruteros porque a ellos les interesa vender su fruta.
Pero luego si uno ve los agentes del puerto, los agentes logísticos, los servicios asociados a tener un puerto o los mismos administradores, obviamente, si mucha de la carga importante ya no va de Chile a China, sino que hace un transbordo desde Chile al puerto en Chancay, y de ahí se va a China, digamos que cambia el rol. Probablemente se van a tener que adaptar y ofrecer otro tipo de servicios, y eso eventualmente puede tener implicaciones económicas para el crecimiento del puerto. Entonces hay ganadores y perdedores, por eso digo que no es blanco y negro.
-¿Y cómo lo proyectas cuando el puerto esté completamente operativo?
-Los primeros años no va a haber un impacto para Chile. Pero en el mediano plazo, de acá a una década, cuando esté operativo el puerto completamente, ahí efectivamente va a haber mayor capacidad para llevar carga extranjera a China.
Donde veo una oportunidad es que Chile pueda proyectar un puerto como tan importante en términos de infraestructura como el de Chancay, pero para las otras rutas que se vienen con el nuevo proceso de la ola globalizadora. La globalización, de una u otra forma, se está trasladando cada vez más fuerte hacia el sureste asiático y hacia la India.
¿Qué es lo que implica? Que en los últimos 10 años el sureste asiático y la India vienen creciendo a cifras significativas, 5 o 6 por ciento, al mismo tiempo han recibido mucha inversión extranjera. Prontamente se va a cumplir una década de inversión significativa, lo que se va a traducir en clases medias con más poder adquisitivo, que es lo mismo que pasó en China.
Y esas clases medias van a demandar productos de mejor calidad y van a demandar ciudades más modernas, mejor conectividad, y ahí nuevamente se van a activar otras demandas, por lo que también vamos a poder crecer y diversificar en esa zona. Por lo tanto, creo que hay que pensar en establecer rutas competitivas con buena calidad de servicio hacia el sureste asiático y a la India. Eso no existe.
Entonces, creo que hay una oportunidad. Yo soy de la idea de mirar el vaso más lleno, y está bien que se genere ese debate en Chile. Es importante porque así todos los actores, el mundo académico, económico, comercial y el mundo político, dicen, bueno, reflexionemos. ¿Dónde queremos ver a nuestro país en los próximos años? Si bien nosotros con nuestros puertos que ya tenemos, vamos a poder seguir mandando a China, no va a haber problema con eso, pero tenemos que proyectar un crecimiento hacia el resto de las regiones donde nos queremos diversificar.