Último decomiso realizado en Arica habría permitido la fabricación de más de 40 toneladas de cocaína, a juzgar por el volumen. Experto indica que existen antecedentes relativos a un aumento de la producción de esta droga para su comercialización en otros continentes.
Una importante red de traficantes de precursores químicos destinados a fabricar pasta base y clorhidrato de cocaína en laboratorios clandestinos en la selva de Bolivia es la que quedó al descubierto, luego de que la Fiscalía de Arica, junto con el OS-7 de Carabineros y Aduanas, descubrieran un envío de 44 toneladas de carbonato de sodio en el puerto de Arica.
Se trataba de dos contenedores, cada uno con 860 bolsas de carbonato de sodio (también conocido como Soda Ash o soda ligera), que fueron comprados legalmente a una empresa de Hong Kong, por medio de una empresa de fachada constituida en Chile, pero manejada por bolivianos.
La descripción del cargamento, que en su uso legal es utilizado en minería –entre otros rubros– fue modificada online, en el manifiesto aduanero (bill of lading) cuando el envío venía en viaje.
De ese modo, quien lo modificó alteró la descripción original, de carbonato de sodio, por “materia prima (cemento cola)”, elemento que no es sujeto a controles policiales, pues no se puede utilizar en la producción de drogas y al menos en Chile no es necesario que quienes lo compran efectúen la declaración respectiva de uso final, que sí se exige a quienes adquieren químicos que sí son conocidos como precursores químicos, entre ellos, el carbonato de sodio.
Por cierto, como indican fuentes cercanas al caso, quienes realizaron la importación –cuyo destino final estaba en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia– sabían que esta llegaría al sector de la aduana de ese país en el puerto de Arica, por lo cual fue fundamental la cooperación de las autoridades bolivianas con las chilenas, dado que permitieron la revisión de los contenedores.
Además, los investigadores detectaron que no solo fue alterada electrónicamente la descripción de la carga, sino también el consignatario, lo que hace presumir a la policía y al Ministerio Público que detrás existe una organización importante.
Además, se trata de –al menos– el segundo envío de las mismas características, puesto que en agosto pasado la policía boliviana incautó un contenedor que llevaba también carbonato de sodio, que procedía de China y que había pasado por Arica. En dicha ocasión, además, se detuvo a una ciudadana boliviana, domiciliada en Santa Cruz, que figuraba como receptora de otras 860 toneladas de supuesto “cemento cola”.
En las indagatorias se ha determinado, además, que en el entramado de los precursores químicos participan grupos criminales asentados en Bolivia y La Paz, aunque fuentes policiales indican que lo más seguro es que el verdadero destino de los químicos sea la zona de El Chapare, una zona cocalera, donde todos los antecedentes indican que existe en este momento un importante aumento de la producción de cocaína.
De hecho, para fabricar un kilo de coca se requiere de al menos un kilo de carbonato de sodio, junto con otros elementos, lo que da una idea de la importancia del decomiso.
Al respecto, el fiscal regional de Arica y Parinacota, Mario Carrera, indicó que “el avalúo de este cargamento, solamente como insumo, está alrededor de los 800 millones de pesos. Sin perjuicio de ello, si consideramos que con esta carga se pudo haber elaborado 43 toneladas de clorhidrato de cocaína, la verdad es que el valor es mucho, mucho mayor que esa cantidad. Por lo tanto, el golpe que se dio a esta organización criminal, evidentemente, es muy fuerte”.
Por cierto, no se trata de la única red de este tipo detectada en el último tiempo. Como lo dio a conocer El Mostrador, también en Arica fueron detenidos tres suboficiales del Ejército peruano, que estaban implicados en una organización destinada a traficar precursores químicos, con destino a Tacna.
Como jefe de la misma figura un teniente en servicio activo del Ejército de ese país, Jonathan Francia Díaz, más conocido como “Azrael”. La organización criminal, según la indagatoria policial –realizada en este caso por la PDI– compraba acetona en Santiago, la que era enviada hasta una parcela ubicada en el norte de Arica, donde la distribuían en contenedores menores, con el fin de mandar mulas humanas a Perú, llevándola en fajas adosadas al cuerpo, del mismo que se trafica todo tipo de drogas, y también llevándola en buses, en contenedores de aceite de motores.
Por cierto, no se trata de casos aislados. A fines de 2022, como informó Aquí Arica de El Mostrador, en un megaoperativo realizado por la Fiscalía de Iquique fueron incautadas casi 600 toneladas de precursores químicos, los que por lo general –como tienen usos lícitos– se rematan. Sin embargo, ello no ha sucedido hasta hoy en día, por lo cual se encuentran acopiados en el puerto de Arica.
El experto en crimen organizado Pablo Zeballos, autor del libro Un virus entre sombras, explica al respecto que efectivamente hay reportes no oficiales que detallan un aumento en la producción de cocaína, detallando que “las estimaciones que hace Naciones Unidas son más bien tentativas y no están basadas esencialmente en trabajo de campo, pero todo indica que hay una alza significativa en la producción de cocaína”.
A ese respecto, precisa que, si bien es muy importante el trabajo de búsqueda e interrupción de la cadena de suministro de precursores químicos, se debe tener en cuenta que “la producción de cocaína implica un fenómeno complejo para países como el nuestro, que es el acopio. Uno tiene que entender que detrás de la confección de altos volúmenes de droga no hay un lógica dicotómica, que implicaría que se produce y se vende, sino que hay un paso intermedio: hay producción, acopio y envío”, pues el envío de grandes cantidades de droga siempre implica una cadena muy logística y muchos tiempos de espera de por medio.
En ella, entre los elementos más críticos está, justamente, dónde y cómo guardar esa droga, antes de que salga hacia su destino y ahí es donde Chile entra en juego, dado que “Sudamérica se ha convertido en una plataforma de envío de cocaína hacia otros mercados, en consideración a que el mercado norteamericano ha ido disminuyendo y hoy día es mucho más rentable enviar esa misma droga hacia mercados de Asia, Oceanía, Europa, por la vía del Atlántico o por la vía del Pacífico”, en la cual Chile es parte fundamental de esa cadena, como lo evidencian grandes cargamentos de cocaína despachados a otros continentes desde puertos chilenos.
Asimismo, explica que “es lógico que cuando una ruta tiene un sentido de ida, esa misma ruta será utilizada en un sentido de regreso”.
Asimismo, Zeballos asegura que “los mercados ilícitos o los mercados ilícitos generados por otras criminales se han diversificado en el último tiempo y los precursores químicos son un mercado tremendamente rentable, porque hoy día no solamente son parte de otra economía ilícita, como por ejemplo para generar cocaína, sino también para generar drogas sintéticas”.