Coliseo político, de German Silva Cuadra, es un libro de ficción política que aborda nueve historias de líderes chilenos. En este avance exclusivo damos a conocer “Evelyn: la revancha”.
Fue como un impulso incontrolable. Le había costado mucho llegar a la alcaldía esa mañana, debido a que la mayoría de los semáforos de la comuna no funcionaban. Tenían sus focos rotos y los vidrios destro- zados, generando un verdadero caos a la hora en que miles de autos, micros y transportes escolares intentaban conducir a sus ocupantes para llegar a tiempo a sus destinos. Se paró del sillón rojo de felpa del amplio salón en que estaba su despacho, y salió raudamente hacia una oficina ubicada en el edificio de la Dirección de Tránsito, desde donde sacó un pito, un chaleco reflectante amarillo y un bastón con luces intermitentes, y se dirigió a la calle dando pasos agigantados, seguida de dos de sus colaboradores, quienes se miraban extrañados, pero no se atrevían a hacer preguntas. Llegó a la esquina de Eliodoro Yáñez con Pedro de Valdivia en el momento que varios autos bloqueaban el cruce, entre bocinazos e insultos cruzados, y se paró en medio de la intersección de ambas avenidas. Comenzó a dirigir el tránsito ante la mirada atónita de todo el mundo.
La noche previa no había podido dormir en casi toda la noche por la rabia e impotencia que le estaban causando los hechos de vandalismo que siguieron a las masivas demostraciones de descontento ciudadano con que se inició, de manera repentina, el movimiento que primero se denominó estallido social, y que, con los años, fue quedando en la memoria colectiva como un momento de violencia de unos pocos que fue utilizado por vándalos, saqueadores y delincuentes. Como en un cuento kafkiano, las personas perecieron ir olvidando, para siempre, las marchas que congregaron a millones de personas en plazas y calles, y que coparon la Alameda el 24 de octubre de 2019. Ya nadie podía recordar cuando el presiden- te había señalado que le habría gustado sumarse a la concentración más grande de la historia del país, que observó por horas desde una ventana de La Moneda. Tampoco nadie recordaba cuando el principal empresario del país afirmó, a través de su X, antes Twitter, que le parecía legítimo que los chilenos se hubieran cansado de la desigualdad y la injustica, comprometiéndose a que ninguno de los miles de empleados que trabajaban para él ganaría menos de 500 000 pesos. Las personas solo recordaban una parte de la historia, bautizada como “octubrismo”, algunos años después. Pero había olvidado todo el resto.
Ahora, en un par de minutos tenía ordenado el tránsito, entre algunas pifias y aplausos espontáneos de las personas que se aglomeraban en un paradero y algunos automovilistas que, al reconocerla, le hacían señas y levantaban o bajaban sus manos en señal de agradecimiento o molestia. Luego de un rato, al lugar empezaban a llegar distintos móviles y equipos de prensa alertados por su jefa de comunicaciones y anónimos que subían a redes sociales lo que estaba haciendo la alcaldesa.
De pronto, varios noteros de radios y de matinales de TV rodearon a la alcaldesa para sacarle alguna declaración en directo. Pero Evelyn no estaba para entrevistas en ese momento y, sorprendiendo a todos, empezó a correr hacia la municipalidad a gran velocidad para los sesenta y cinco años que tenía. Aunque los periodistas que la perseguían eran muchísimo más jóvenes que ella, no pudieron alcanzarla en las dos cuadras que corrió, como si fuera Forrest Gump.
La alcaldesa llegó rauda al palacio Falabella, custodiada por un agotado guardia de seguridad municipal que había logrado darle caza recién en la entrada y que apenas podía manejar la respiración. En la puerta, se dio vuelta y, mirando con una leve sonrisa al periodista que la apuntaba con su micrófono, le dijo:
—No hace mal un poco de ejercicio. —Y entró al edificio subiendo la empinada escalera y dando un portazo, para luego refugiarse en su oficina.
La noticia estaba ya en todos los canales que a esa hora realizaban una especie de mix entre la información del estallido, que ya cumplía once días, y las noticias del mundo de la farándula. A los pocos minutos, las redes sociales se llenaban de memes en que Evelyn, con su vistoso chaleco reflectante, corría en medio del patio de los cañones de La Moneda, en una pista de atletismo o en una playa muy concurrida. Su loca carrera se había vuelto viral, algo que no solo se tomaría con mucho humor, sino que, además, estaba segura que le ayudaría en el objetivo de posicionarse como alguien que imponía su autoridad, en un momento en que el Gobierno parecía estar confundido y sobrepasado por las movilizaciones ciudadanas.
—También te proyectas como alguien ágil y deportista, pese a tu edad —le diría esa noche uno de sus hijos.
Algo seria, ella respondió:
—No es necesaria tanta franqueza, amor.
***Sigue leyendo Aquí el capítulo completo de “Evelyn: la revancha” del libro de ficción política y recientemente publicado, Coliseo Político: retratos del Poder en Chile, de Germán Silva Cuadra***