Tras conocerse que se mantendrá en prisión preventiva, Manuel Monsalve sigue en prisión preventiva. A su llegada al recinto fue recibido por Daniel Sauer, duerme en la celda con Rodrigo Topelberg, revisa los noticieros diariamente y, como suele suceder luce retraído y visiblemente afectado.
Aunque su ingreso fue durante la madrugada del sábado, pasado la medianoche, la mayoría de los internos recibió despierto a Manuel Monsalve, en una muestra de compañerismo que se ha hecho habitual entre los moradores de Capitán Yáber. Un símbolo de camaradería en momentos difíciles, dicen quienes conocen de cerca a los inquilinos del anexo cárcel.
Pese a las diferencias que pueden existir entre ellos, la recepción es entendida como un mecanismo de “contención” –asegura un abogado que ha accedido al recinto–, pues entienden lo difícil que resulta para algunos los primeros días de encierro. El encargado de las “bienvenidas”, hasta ahora, ha sido uno de los dueños de Factop, Daniel Sauer, quien antes recibió a Daniel Jadue y a Luis Hermosilla.
“El que trata de levantar el ánimo a la gente es Daniel Sauer. Por su personalidad más alegre también intentó distender el ambiente con Monsalve, pero no lo hacía reír ni un sindicato de tonys”, recuerda el mismo abogado.
Esa noche los presos compartieron café y unos cigarros con Monsalve, luego que el 7º Juzgado de Garantía de Santiago decidiera trasladar a Santiago al ex subsecretario del Interior, quien se encuentra formalizado por los delitos de violación y abuso sexual, tras recibir amenazas de la líder de un clan narco, Antonella Marchant, en el penal de Rancagua, y una alerta sobre una potencial amenaza en su contra.
Monsalve ingresó a la celda número 2 del penal, un espacio de 4×4 metros, sin ventanas ni baño, donde comparte espacio junto a Rodrigo Topelberg, el socio de los hermanos Sauer en Factop; Marcelo Rivadeneira, ejecutivo formalizado en el caso Primus y Antonio Guzmán, acusado de estafa y uso malicioso de instrumento privado.
Si bien todavía queda espacio para otros internos en el recinto –hay 11 y existe una capacidad para 16–, la derivación a las distintas celdas ha tenido cierto grado de complejidad, debido a que no todos están dispuestos a compartir el mismo espacio, particularmente aquellos vinculados al mundo del factoring que tienen litigios pendientes entre ellos.
En las restantes celdas del penal –cuatro en total– se encuentran recluidos los hermanos Daniel y Andrés Lasen, imputados por estafa vinculada a una automotora, el suboficial de Gendarmería Miguel Carrasco Méndez, quien cumple condena desde el año 2023 por torturas a un interno, y el último inquilino post Monsalve, el exgerente general de Primus Capital formalizado por administración lavado de dinero, Francisco Coeymans.
Pese a llegar de madrugada a Capitán Yáber, Monsalve fue el primero de los internos en llegar al locutorio para conversar con los abogados ese día sábado, alrededor de la 10:00 de la mañana. Quienes tuvieron la oportunidad de verlo, aseguran que lucía sus antebrazos con vistosas picaduras y que estaba sentado “cabizbajo” en el primer habitáculo de la sala. Cuentan que apenas devolvía los saludos y que irradiaba una “pena negra”. “Era como si le hubiera muerto el papá, la mamá y la hija en un mismo accidente”, comenta otro visitante.
Lo más llamativo, en todo caso, es que Monsalve se había referido hacía poco al caso Hermosilla, abogando por el principio de igualdad ante la ley. “El tráfico de influencias permite que haya personas que tengan ventaja…Eso no es posible permitirlo. Y si hubiera, hubiese o hay antecedentes o evidencia que indican que eso ocurrió, bueno, eso tendrá que ser investigado y sancionado”, dijo el 8 de septiembre pasado sobre quien ahora estaba sentado a escasos metros suyo.
La escena no pasó inadvertida entre los visitantes, pero tampoco causó revuelo. Lo cierto es que Monsalve se ha tenido que adaptar al cambio de prisión, un recinto expuesto a menos riesgo, pero que a diferencia de otros penales, las posibilidades de comunicarse con el exterior son prácticamente nulas. Eso es algo que no sólo complica al nuevo residente, sino una situación con la que deben lidiar todos los internos.
La única forma de informarse sobre la contingencia es recibiendo diarios durante las visitas, que se realizan los días miércoles y viernes, o a través de un televisor ubicado en el comedor donde sintonizan, indistintamente, Chilevisión y el canal de televisión de Radio Bío Bío. El desencierro es a las 8:30 de la mañana y se extiende hasta las 17:30 horas, pudiendo interactuar entre ellos en los espacios comunes que incluyen un pequeño patio.
La mayoría, sin embargo, está enfocado en revisar sus casos judiciales. Tienen cuadernos donde registran aspectos olvidados, apuntes sobre transacciones dudosas, recuerdos sobre cheques pagados y los más entusiastas se han aventurado hasta en proyectos literarios.
“No sé si relacionado con la cárcel o algo por el estilo, pero Jadue en su momento era el que los leía, daba su opinión y los editaba. Si no tienen mucho más que hacer, tampoco”, cuenta un abogado que conoce la dinámica interna.
Los primeros días de prisión, coinciden, son los más difíciles. Monsalve se ha ido adaptando, aunque permanece todavía muy retraído. “En general comparte con todos, no hay una afinidad mayor con uno o con otro, pero trata de convivir en una buena vecindad. Se nota que todavía está digiriendo todo y que le cuesta”, dice la misma fuente.