En otro plagio, los autores cortaron el lóbulo de una oreja al propietario de una botillería de Independencia. Vehículo robado en ese caso fue entregado por hermano del “Niño” Guerrero a sujetos de la organización criminal que operaban en Talca, hecho que derivó en un homicidio.
A penas que van entre los 8 y 11 años fueron condenados los miembros de una célula del Tren de Aragua (TDA) que cometió varios secuestros en Santiago en 2022 y que, además, aparece vinculada con la célula del TDA de Talca, que era dirigida desde Estación Central por Cheison Guerrero Palma, hermano de Héctor “Niño” Guerrero, el fundador y líder máximo de la organización criminal transnacional.
En el juicio que culminó la semana pasada en el Tercer Tribunal Oral en lo Penal de Santiago, el fiscal Pablo Sabaj acusó a Enller Mora Villamizar, Keiver Rivas Mora, Luis Rojas Moreno y Yorgelis Villamizar Salazar, todos venezolanos, como autores del secuestro cometido el 20 de agosto de ese año en contra del dueño de un restaurante del Barrio Italia y su pareja, una joven también de origen venezolano.
De acuerdo con el fallo, a eso de las 00:10 de esa noche, las víctimas llegaban a su domicilio, en Ñuñoa, a bordo de un automóvil Peugeot modelo 2008, cuando fueron objeto de un portonazo por parte de un grupo de sujetos armados que se movilizaban en un KIA Morning y otro auto estilo sedán.
Los asaltantes, que se identificaron como miembros del Tren de Aragua, los golpearon y obligaron a pasar al asiento trasero de su propio vehículo, que fue abordado por los desconocidos, quienes enfilaron con él y el auto en que se movilizaban hasta una casa de cautiverio situada en calle Santa Rosa, donde –como dice la sentencia– “los amedrentaban haciendo movimientos con la pistola y haciendo sonar un aparato que emitía ruido como de electricidad”.
Allí los golpearon nuevamente, les robaron sus pertenencias, les exigieron sus claves bancarias y los fotografiaron, a fin de mandar las imágenes a sus familiares para pedir un rescate. De hecho, comenzaron a llamar a la hermana del hombre pero, como en una serie de televisión tragicómica al estilo de Fargo, la mujer no escuchó los llamados, pues dormía profundamente a esa hora.
Como no había más familiares, se quedaron sin nadie a quien pedirle un rescate.
Ante ello, los secuestradores revisaron las cuentas de su víctima masculina, descubriendo que en su tarjeta de crédito había casi 6 millones de pesos disponibles, por lo que le dijeron que debía transferirlos a una cuenta que le proporcionarían.
Sin embargo, el empresario les explicó que era solo un cupo de compras y que no podía mandarlos a otra cuenta. Ante ello, los delincuentes cambiaron sus planes. Así, trasladaron a las víctimas hasta un hostal de calle Arturo Prat, con el fin de hacer tiempo hasta que abriera el comercio, pero desde ese lugar decidieron llevar a la mujer hasta el departamento de ambos, dejando al hombre en la residencial, custodiado por otros secuestradores.
En el departamento los sujetos robaron vestimentas y joyas e incluso un cable USB, y luego regresaron al hostal.
A eso de las nueve de la mañana, dos de los secuestradores (uno de ellos, Keiver Rivas), más la víctima y Yorgelis Villamizar, partieron en un vehículo hacia una multitienda Hites del centro, pero estaba cerrada.
Debido a lo anterior decidieron ir al mall Alto Las Condes, fingiendo ser dos parejas de amigos de shopping. La víctima femenina no opuso ninguna resistencia ni fue necesario que la llevaran encañonada, pues antes de ingresar al recinto le explicaron lo que pasaría: si ella no hacía lo que le pedían o intentaba escapar, avisarían de inmediato a los sujetos que tenían cautivo a su novio y estos le cortarían los dedos.
De hecho, en las imágenes de los videos de seguridad que fueron exhibidas en el juicio –como la que encabeza este artículo– se los aprecia paseando con toda normalidad.
De ese modo, los secuestradores compraron todo lo que pudieron, hasta literalmente casi reventar la tarjeta de crédito: Varios iPhone, teléfonos Samsung de alta gama, zapatillas deportivas y ropa.
Ya al final, en la última compra en una multitienda, la joven puso mal (varias veces) la clave de la tarjeta, debido a lo nerviosa que estaba, ante lo cual le recordaron en voz baja que, si seguía equivocándose, aplicarían corriente a su pareja y luego le cortarían los dedos. Pese a ello, se equivocó de nuevo y la tarjeta se bloqueó.
Frente a eso, los secuestradores se comunicaron con un sujeto que usaba un número peruano, a quien denominaban “El jefe”. Este ordenó el fin del secuestro, pero antes –por medio del altavoz– dijo a la víctima que ellos se quedarían con el auto y que si lo querían recuperar debían pagar 10 millones de pesos. Tras ello dejaron a la mujer y al hombre (por separado) en Providencia, ya cerca del mediodía.
El vehículo, en tanto, fue encontrado seis días más tarde en poder de otro de los secuestradores, Junior Alexander de Hoyos, en la comuna de Renca, donde Carabineros lo sorprendió en él junto a otros cinco venezolanos. En poder de De Hoyos se encontró además una pistola de fogueo adaptada para disparar balas.
Ante ello, fue condenado a una pena de 3 años y un día, por el porte de arma de fuego prohibida, y a 541 días adicionales por la receptación del Peugeot, conmutándosele la pena por la expulsión del país, lo que efectivamente fue cumplido por la PDI el 25 de agosto del año pasado, cuando lo entregaron a las autoridades peruanas en Chacalluta.
Finalmente, la semana pasada, luego del juicio respectivo, Mora, Rivas, Villamizar y Rojas fueron condenados a 8 años de presidio como coautores de secuestro. A Mora, además, le fue impuesta una pena adicional de 3 años y un día como autor del delito de posesión ilegal de municiones.
Sin embargo, los sujetos aparecen implicados en al menos otros dos casos de secuestro. En uno de ellos, ocurrido en las inmediaciones de la Vega Central, la víctima fue un comerciante venezolano y, en el otro, ocurrido el 6 de octubre de 2022 (14 días antes que el secuestro relatado más arriba) el otro blanco fue un empresario chileno, crimen que –además– tiene un nexo con Cheison Guerrero.
De acuerdo con la información judicial disponible al respecto, esa jornada seis sujetos, que se movilizaban en dos vehículos, llegaron hasta calle Nueva de Matte (Independencia), a eso de las 20:30 horas, secuestrando desde la vereda a un empresario chileno que estaba junto a un empleado suyo de nacionalidad venezolana, que salían de la distribuidora de licores de propiedad del primero.
Los plagiadores conocían muy bien a su objetivo. Alguien que trabajaba en el local (y que no ha podido ser identificado) les había mandado una descripción detallada de la víctima, así como una fotografía, que más tarde se halló en el celular de Rivas, cuando fue detenido por el secuestro de Ñuñoa.
Junto con robarles 2.3 millones de pesos en efectivo, los atacantes los obligaron a subir al KIA Sportage de propiedad del chileno, en el cual los llevaron (sentados en la parte trasera) hasta una casa de seguridad, donde fueron encerrados en una habitación, al cuidado –según la investigación de la Fiscalía– de Enller Mora Villamizar.
Estando en ese sitio, el empresario fue golpeado en la cabeza con la empuñadura de una pistola y luego fue objeto del corte del lóbulo de una de sus orejas con una tijera. Después utilizaron la misma arma para herirle las piernas. Si bien su acompañante no fue cercenado, sí lo golpearon con fuerza y le robaron todo lo que tenía, incluyendo su anillo de matrimonio.
Mientras otros sujetos los agredían, Mora y otro individuo fueron hasta el domicilio del chileno, en la misma comuna, desde donde robaron diversas especies, lo mismo que harían un par de semanas más tarde con la pareja del empresario del rubro gastronómico.
Tras ello, las víctimas fueron obligadas a entregar las contraseñas de sus cuentas bancarias. Mientras al venezolano le robaron así 300 mil pesos, desde las cuentas de la distribuidora sustrajeron más de 8 millones de pesos, que derivaron a distintas cuentas. Los secuestrados fueron finalmente liberados a eso de las 4 de la mañana, pero también se robaron el móvil.
Como informó El Mostrador, poco después dicho vehículo fue entregado por Cheison Guerrero –que por aquel entonces residía en “La pequeña Caracas”, en Estación Central– a uno de los sicarios de la célula del TDA en Talca, José María Martínez. Este, a su vez, le pasó el KIA Sportage a Juan David Delgadillo Urbano, otro integrante del grupo, con el objetivo de usarlo para la distribución de drogas en la zona del Maule.
No obstante, el 5 de noviembre de 2022, Carabineros de Talca detuvo a Delgadillo, incautándole el KIA. El venezolano fue formalizado al día siguiente y tras ello quedó en libertad, pero el precio que tuvo que pagar ante sus compañeros –por haber perdido un vehículo que les había pasado el líder máximo de la organización– fue la muerte.
En la causa relativa al secuestro del empresario de Independencia y su empleado están formalizados los miembros implicados en el caso de Ñuñoa (es decir, Enller Mora, Luis Rojas Moreno, Yorgelys Villamizar Salazar y Keiver Rivas Mora), además de un quinto sujeto, Merkinson Gregorio Robles Narváez.