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Minera Dominga: el fierro caliente que una vez más vuelve a quemar Juego Limpio

Minera Dominga: el fierro caliente que una vez más vuelve a quemar

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Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
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En la institucionalidad ambiental no hay otro caso que sea más incómodo para la clase política que Minera Dominga. El proyecto ha pasado por tres gobiernos y promete seguir dilatándose. Hay mucho en juego en términos ambientales, jurídicos, económicos y ciertamente políticos.


Nadie duda de que, tras 10 años de tramitación ambiental, el controvertido proyecto minero portuario Dominga, que pretende emplazarse en la Región de Coquimbo, con impacto específico en el Archipiélago de Humboldt, constituye –hasta ahora– el caso más emblemático de nuestra institucionalidad ambiental.

Para ser muy claros, se trata de un fierro caliente, quemante, para la política.

Por un lado, están los intereses económicos vinculados al proyecto mismo –ligado a la familia Délano–, que contempla una inversión de más de US$ 2.500 millones, la viabilidad comercial de un corredor oceánico a través del proyecto Túnel de Agua Negra y la promesa de empleo para una parte de la Región de Coquimbo deprimida económicamente y cuyo tejido social está dividido, quebrado, entre los que están a favor y quienes están en contra.

Y por el otro lado, está la amenaza ambiental fuertemente documentada del impacto que generaría, especialmente, el tránsito de buques sobre el Archipiélago de Humboldt, para toda la diversidad ecológica que se reúne en torno al conjunto de islotes entre Chañaral de Aceituno, en Atacama, y Punta de Choros, en Coquimbo.

En términos de diversidad biológica esta zona es para Chile lo mismo que Galápagos representa para Ecuador. En otras palabras, no se trata solo de un reservorio de especies en peligro, sino también de una zona clave para el equilibrio ecosistémico global.

El fallo

En horas de la tarde de ayer, y después de un año de estar en acuerdo la resolución sobre las reclamaciones presentadas por Andes Iron –controladora de Dominga– en contra de la decisión del Comité de Ministros para la Sustentabilidad, que rechazó por segunda vez el referido proyecto, el Primer Tribunal Ambiental publicó su fallo, en que una vez más le da la razón a Dominga, anulando lo resuelto por la instancia política.

¿Qué significa? ¿Que se da por aprobado el proyecto? No. Significa que el proyecto debe volver por tercera vez al Comité de Ministros, que ya lo ha rechazado en las dos oportunidades previas.

Aquí, representantes de la Alianza de Humboldt, que congrega a una vasta red de organizaciones civiles y científicas, advierten que el fallo del tribunal ambiental excedió con creces su competencia al pronunciarse sobre la ideoneidad de las autoridades que rechazaron el proyecto del 2023, y además disponer de un margen temporal de 15 días para que vuelva a pronunciarse. “El tribunal no solo anula lo resuelto por el Comité de Ministros sino determina un marco para que el tribunal interprete los antecedentes técnicos tal y como ellos quieren que se haga. Eso excede su competencia. Es insólito”, sostiene Ezio Costa, abogado que representa a Océana.

Por parte de la empresa, que se mostraron conformes con el fallo, la sentencia como todas las resoluciones judiciales debe respetarse. Lo insólito para controladores de Dominga es que se tenga que discutir si se respetan o no lo fallos.

Fuera de estas interpretaciones, lo cierto es que el caso no está cerrado.

De Vuelta a la Suprema

Una de las primeras conclusiones que sacaron a horas de conocido el fallo, es que nuevamente se recurrirá a la Corte Suprema a través de un recurso de casación para invalidar la resolución del tribunal ambiental.

Esto ya ocurrió hace algunos años, cuando la Suprema evitó entrar al fondo del tema ordenándole al tribunal que conociera los antecedentes técnicos para evaluar la legitimidad de la decisión de los ministros, no del proyecto.

Al volver a presentar el recurso de casación, la complejidad vuelve a instalarse en la Suprema, que no ha querido conocer del fondo, argumentando su posición desde una perspectiva eminentemente jurídica, cuando a esta altura de las cosas, la decisión -coinciden todos- siempre es política. Y a eso se suma una nueva incertidumbre. Hasta hace algunos meses se contaba en la Sala que verá este tema con el ministro Sergio Muñoz -conocido por su sensibilidad en estas materias- pero habiendo sido acogida la acusación constitucional en su contra, no existe ninguna claridad sobre las inclinaciones de la actual composición.

El problema para todas las partes, en definitiva, es la eternización del proyecto. Dominga ya ha pasado por tres gobiernos y probablemente pase a un cuarto. Esto refleja, a juicio de diversos observadores, la debilidad de nuestra institución ambiental. Si la Suprema no entra al fondo, lo más probable es que el Consejo de Ministros respalde su decisión anterior, y la empresa reclamará al Primer Tribunal y así in aeternum.

Liesbeth van der Meer, directora de Océana ve en este fallo la intención del Primer Tribunal Ambiental de evitar aquello a través de la imposición para que el Comité resuelva en 15 días, el mismo plazo que existe legalmente para recurrir de casación. “Los tiempos son muy justos. No sé que hará el gobierno, pero sería bueno tal vez que se pronunciara. Lo que vemos es que está dispuesta la presión, para que este proyecto de corto plazo sea aprobado, hipotecando para siempre esta zona única en el mundo”, sostiene.

El fierro caliente

¿Qué hay detrás políticamente en esta nueva etapa? Primero, hay que despejar que, cuando se afirma que se trata de un fierro caliente, hacemos referencia a que la decisión conlleva un costo político que ninguna administración quisiera enfrentar.

Aquí un brevísimo recuento. Cuando el Comité de Ministros rechazó Dominga en Bachelet II, se precipitó una crisis política que terminó con la salida del ministro de Hacienda de la época. A fines de Piñera II, el proyecto debía votarse nuevamente por el Comité de Ministro pero la administración piñerista dilató el proceso hasta el nuevo gobierno. Una resolución favorable en la instancia política constituía un riesgo demasiado grande para la estabilidad de aquel Gobierno, dado que en el origen de su propiedad estaba el propio Presidente, por lo que se tuvo que recurrir a los «oficios» de Luis Hermosilla para influir en el exfiscal Manuel Guerra, a fin de sacar al entonces Mandatario de la ecuación.

Y así se llegó a la administración del Presidente Boric, que en febrero de 2023 rechazó por segunda vez Dominga.

¿Ha habido algún cambio en valoraciones técnicas que se tenían a febrero de 2023 y el fallo de ayer? Fuentes observadoras y bien informadas de este caso advierten que el curso del viento podría estar cambiando de dirección.

¿Por qué? Por la presión que ha significado el debate de la permisología y que ha llevado al Gobierno a realizar una serie de modificaciones a la institucionalidad ambiental para desbloquear la burocracia, y que en este caso concreto ha propuesto acabar con el famoso Comité de Ministros para dar paso a una deliberación técnica y no política. Estas iniciativas forman parte de una reforma a Ley de Bases Generales del Medio Ambiente, que se encuentra aún en trámite legislativo.

Una segunda variable sería el componente geopolítico. Como es de conocimiento por fuentes informadas, desde sus inicios el proyecto Dominga tiene en perspectiva su venta. Aprobar y vender. Y entre los interesados -situación que no ha sido descartada- estarían los chinos. Por ello, aseguran algunos, es que el fierro está todavía más caliente.

Ahora bien, por la vereda de enfrente, una decisión distinta a la adoptada en 2023 pondría al Gobierno de Boric en contra de la base de su sustento político y que le ha permitido sobrevivir en el orden del veintitantos por ciento de apoyo. Si por esto la situación ya es es difícil para la actual administración, cuanto más lo es luego que en medio de todo apareciera Luis Hermosilla y el cuestionado exfiscal Guerra, cubriendo todo con un manto de opacidad y dudas.

Ballena fin en el Archipiélago de Humboldt

Ballena fin en el Archipiélago de Humboldt

El factor multilateral y la danza de las ballenas

Junto a la fricción política que constituye Dominga, este nuevo capítulo se da en un escenario global sumamente frágil. Sumada a la contaminación atmosférica y el cambio climático, la pérdida acelerada de la biodiversidad constituye uno de los problemas más serios para el futuro, no solo de las especies, sino también de la propia humanidad.

Hoy existe cada vez más conciencia multilateral de lo que significa el Archipiélago de Humboldt para el equilibrio del ecosistema global y del Pacífico propiamente tal. El próximo año están agendadas dos reuniones clave donde se buscará reforzar las alianzas internacionales para protección del archipiélago. Esto es la Conferencia de los Océanos, que se llevará a cabo en Niza, Francia, y la COP3O que se desarrollará en Brasil, en la ciudad de Belém.

En el campo local, el viernes recién pasado se dio una enigmática coincidencia. Mientras se esperaba que el fallo se diera ese día, pero que finalmente se conoció ayer,  la agrupación Sphenisco, miembro de la Alianza de Humboldt, llevó a las ganadoras del concurso literario «Archipiélago de Humboldt en 110 palabras» a navegar por las aguas del archipiélago. El destino estuvo en los alrededores de la reserva de la isla Chañaral.

Ese día, mientras se esperaba el fallo, los invitados a este tour –con el que se pretende ampliar la sensibilización en torno a este lugar a través de la creatividad literaria– fueron acompañados por un grupo de al menos ocho ballenas fin, también conocidas como ballenas de aleta. No se trató de un efecto de publicidad, sino más bien de un ejemplo concreto de la riqueza biológica que dicho lugar atrae, y de su fragilidad ecológica.

En diciembre es que se inicia la temporada de avistamiento de ballenas (fin, azules y jorobadas) en las aguas del Archipiélago de Humboldt que, como todos los años, llegan masivamente a este lugar a alimentarse de krill.

¿Por qué es común verlas ahí? Un grupo de científicos de la Universidad Católica del Norte descubrió hace unos meses un cañón submarino que resulta clave para la alimentación de los cetáceos que circulan en el señalado archipiélago. El cañón, que parte a unos 500 metros de profundidad, sube rápidamente hasta 130 metros de profundidad, como si fuera un embudo. Este cañón tiene el efecto de encauzar las aguas ricas en nutrientes de la surgencia costera que ocurre fuera de la isla hacia el interior del canal, vale decir, entre la isla y el continente.

Eso es lo que explica la mayor concentración de krill en el cañón submarino y por qué se produce lo que a toda vista pareciera ser una danza de ballenas.

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