Hace 5 años abordamos la crisis de los refugiados climáticos. Hoy, la migración interna por cambio climático ya es una realidad en Chile, con comunidades como Monte Patria afectada. Desertificación, sequías y glaciares derretidos impulsan una crisis social, económica y política.
Hace cinco años publicamos el siguiente artículo: Refugiados climáticos: la crisis humanitaria del calentamiento global a la que Piñera da la espalda. La nota tenía por objeto dar cuenta del fenómeno de las migraciones por razones climáticas, en el marco de la negativa del entonces Presidente Sebastián Piñera a brindar apoyo a aquellas personas que resultaran desplazadas por el cambio climático.
¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Y qué ha pasado en Chile? Bueno, que la migración interna debido a condiciones climáticas ya es una realidad.
Monte Patria, en la Región de Coquimbo, fue la primera comunidad donde el desplazamiento a raíz de la falta de agua fue documentado por Naciones Unidas. Se estima que 5 mil de sus 30 mil habitantes –dedicados en su gran mayoría a labores agrícolas– dejaron la localidad para trasladarse a ciudades intermedias.
Dentro de los factores internos que incidirán en el fenómeno en Chile, María Soledad Torres Macchiavello –abogada con especialización en Derecho Internacional Público y miembro del G100 Country Chair Chile en el ala de Reasentamiento de Migrantes y Refugiados del grupo G100 Mission Million– identifica los siguientes: la desertificación en el norte del país y reducción de recursos hídricos; el derretimiento de glaciares en la zona sur, afectando el abastecimiento de agua; y las inundaciones y aluviones en zonas costeras, debido al aumento del nivel del mar.
Así como estas variables tienen incidencia en la movilidad interna, es la sequía extrema en América Latina la que se observa como el principal gatillante para la movilidad externa hacia nuestro país.
En ese escenario se prevé que los migrantes climáticos podrían venir de países vecinos como Bolivia y Perú.
Y las zonas de preferencia serían las localidades agrícolas del sur del país, que podrían ser vistas como refugios potenciales.
Y dentro de los efectos, se calculan de tres tipos: los sociales, económicos y los políticos.