El Plan de Descarbonización del Gobierno ha sido criticado por el sector de las energías renovables no solo porque parte haciendo una apología de los beneficios del carbón, sino que además plantea que para cubrir los atributos de esta industria hay que mantener canchas de carbón.
Entre el 8 de noviembre y el 15 de enero de 2025, el Gobierno tiene abierta consulta pública la segunda fase de su Plan de Descarbonización, corazón de la estrategia nacional para la transición energética.
A través de sendos insertos en medios de comunicación social, la Coalición Chao Carbón –que agrupa a las principales organizaciones de la sociedad civil en temas medioambientales– ha expresado su oposición en dos ejes centrales.
¿Cuáles serían? Primero, la no actualización del cronograma vigente de cierre de las termoeléctricas, el no abordar el futuro de las 8 centrales que todavía permanecen sin compromisos de cierre y la ausencia de acciones específicas para implementar una transición socioecológica justa en las comunas donde operan estas plantas.
La segunda es la más controvertida, porque –a juicio de Chao Carbón– el plan del Gobierno, en lugar de ir cerrando progresivamente el espacio a los combustibles fósiles, lo que hace es darles una salida a las plantas termoeléctricas para mantenerlas vigentes y quemando carbón por 20 años más.
A estas dos observaciones, se suma la opinión de un sector que es el llamado a ser el actor principal de la descarbonización, pero que se ha sentido desconcertado por este plan: el sector de las energías renovables.
Una de las razones y que, por lo mismo, ha aumentado la tensión en el sector eléctrico, es que el plan no parte imaginando un país sin quema de combustibles fósiles, como era de esperar –apuntan distintas fuentes a Juego Limpio–, sino que lo hace alabando los beneficios del carbón. “Inexplicable”, sentencian.
Así como en Azerbaiyán, la sede de la última COP de cambio climático, el presidente de esa nación petrolera de Europa del Este partió «dando gracias a Dios por el carbón», en el caso chileno, el Plan de Descarbonización hace prácticamente lo mismo, enumerando 5 beneficios del carbón.
En efecto, el plan señala que el carbón es bueno para el sector productivo porque: promueve grandes montos de energía, es confiable, almacena grandes cantidades y es estable.
Y a esto suma un último elemento controvertido: que produce externalidades positivas como el encadenamiento productivo en ciudades en donde están emplazados los complejos, citando como ejemplo a Mejillones, Tocopilla, Quintero-Puchuncaví y Coronel. Es decir, las zonas de sacrificio.