En esta entrevista, Fernando Chomali manifiesta su preocupación por el ambiente de “desesperanza, desconfianza y un gran sentido de orfandad” que reina en el país y considera que “una sociedad que gira en torno a la competencia y el consumo no se sostiene”.
El arzobispo de Santiago, Fernando Chomali –recientemente nombrado cardenal por el papa Francisco– ha sido un activo comentarista y crítico de la contingencia nacional a través de sus redes sociales y columnas de prensa.
En esta entrevista, Chomali manifiesta su preocupación por el ambiente de “desesperanza, desconfianza y un gran sentido de orfandad” que reina en el país y considera que “una sociedad que gira en torno a la competencia y el consumo no se sostiene”.
-¿En qué cambia su rol de arzobispo de Santiago tras su reciente nombramiento como cardenal?
-Como cardenal sigo siendo arzobispo de Santiago, sin embargo, se me amplía el horizonte de ocupaciones, puesto que me constituyó en colaborador cercano del papa en la conducción de la Iglesia. Lo normal es que participe como miembro de los consejos de los dicasterios. También se amplía el rango de interacciones pastorales en Chile y el mundo. Es una gran responsabilidad ser cardenal, que asumo con alegría y esperanza.
-¿Cómo termina el año para Chile?
-El año termina con una gran confusión respecto al futuro. No se percibe un proyecto que genere consenso y el descontento de la población aumenta. Gracias a Dios, los millones de chilenos en los santuarios en diciembre y el espíritu navideño dan un respiro. Pero la beligerancia ya se instaló como método de acción de quienes tienen responsabilidades políticas y las consecuencias en la población son grandes: desesperanza, desconfianza y un gran sentido de orfandad.
–¿Cuáles son los dos o tres temas clave que debemos enfrentar en el futuro cercano?
-En el futuro se debe enfrentar con fuerza la corrupción que desestabiliza el Estado de derecho y la democracia, de allí podrán surgir políticas públicas efectivas para detener la delincuencia y violencia. Un claro programa migratorio pensando en 30 a 50 años plazo y políticas públicas que favorezcan la natalidad. También hay que repensar seriamente el modelo socioeconómico que nos rige de cara al siglo XXII. Una sociedad que gira en torno a la competencia y el consumo no se sostiene.
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