Anda más abrigado que hijo único, porque carga encima con toda la ropa que tiene. No se ducha hace semanas y el olor avisa. No cuenta con agua potable, trabajo, familia. Vive de las monedas que consigue recogiendo latas de bebida en la basura. Duerme donde lo pilla la noche.
–¿Qué es más dañino para ti, Jorge: el frío o el calor extremos? ¿Es peor la vida en calle en invierno o en verano?
–El cuerpo humano se acostumbra a todo. Yo estoy adaptado a los dos extremos –dice con la serenidad y el hablar pausado que lo caracterizan Jorge Eleazar Rivas Palacios (49).
Anda recogiendo latas vacías de bebidas y cerveza para venderlas y hacerse unas monedas bajo el cielo abochornado del viernes previo al inicio del verano. No le ha ido bien, lloriquea. Muestra una bolsa de malla con apenas un envase abollado dentro. Circula frente a la casa matriz del Hogar de Cristo.
Ubicada en Estación Central, la comuna que concentra a un 53% de todas las personas en situación de Chile. En total, en todo el país, son casi 57 mil, de las cuales el 17% son mujeres. Estos datos corresponden al estudio de la organización Juntos en la Calle, en colaboración con 3xi y la Confederación de la Producción y del Comercio, que casi triplica la cifra oficial.
El jueves pasado los termómetros superaron los 34 grados en Santiago y los pronósticos hablan de un verano tórrido con eventuales olas de calor. Esto activó al equipo social territorial del Hogar de Cristo, que montó un punto de hidratación para personas en situación de calle. Tal como en invierno se establece el Código Azul cuando las temperaturas son iguales o bajo los cero grados, el Código Rojo se activa cuando el pronóstico advierte de temperaturas sobre los 35 grados o de días sucesivos sobre los 33.
Dejando aparte la violencia, hasta hace poco el sentido común indicaba que el riesgo de muerte de quienes viven a la intemperie se debía a la hipotermia. Pero el fenómeno del cambio climático va volviendo cada vez más familiar la idea de que un golpe de calor también mata. En especial a las personas mayores que viven en calle, más cuando tienen enfermedades crónicas. En particular, cardiovasculares.
La psicóloga Solange Veloso, quien es directora de operación social del Hogar de Cristo, reparte botellas de agua a quienes se acercan. También ofrece protector solar y jockeys. En esa faena, advierte:
–Ante la emergencia climática, debemos tomar medidas oportunamente para no cometer otra injusticia con los pobres. De eso se trata esta activación. Sabemos que es un paliativo, pero puede evitar muertes por deshidratación e insolación, tal como cuando repartimos abrigo y café caliente en invierno. Los adultos mayores son los más vulnerables a las altas temperatura y 10 mil de ellos no cuentan con ningún dispositivo de apoyo. Según nuestras cifras, el 97% de las personas que viven en la calle no cuentan con acceso a agua potable para beber. Y lo que más preocupa es la presencia de enfermedades crónicas, porque el verano hace que las personas ya en riesgo, se vuelvan aún más vulnerables.
El tema conmueve y moviliza a un grupo de jóvenes estudiantes voluntarios. Vienen de una parroquia de la comuna de Padre Hurtado, que en la tarde se verá afectada, tal como Melipilla, de incendios forestales, por las altas temperaturas.
Se impresionan con los datos que manejan los expertos. Alguien comenta que en un condado del centro de Estados Unidos, en el año 2021, se notificaron 339 muertes asociadas al calor, presentando un aumento del 5% respecto al 2020 y un aumento del 70% respecto al año 2019. El 57% de las muertes asociadas al calor, tuvieron una causa de muerte relacionada directamente al calor ambiental. La mayor proporción de muertes asociadas al calor se produjo en personas de entre los 50 y 64 años.
Edgardo Hidalgo, jefe de operación social de la Región Metropolitana, entrega algunas recomendaciones clave para ayudar a las personas en situación de calle en contexto de altas temperaturas.
–Debemos favorecer y facilitar la hidratación de las personas, ofreciendo especialmente agua fresca. En un plano más técnico facilitar el acceso a duchas de agua fresca (no helada) para bajar la temperatura corporal. Siempre es importante recomendar evitar el consumo de alcohol, café, té y/o bebidas azucaradas, dado que afectan y contribuyen a la deshidratación. Una medida obvia es buscar que se mantengan en lugares frescos y a la sombra, especialmente entre las 11 de la mañana y las cuatro de la tarde.
–¿Cambian en algo las habituales rutas de calle que ustedes hacen a los rucos y lugares donde normalmente se ubican las personas que son parte de sus programas?
–Sí, salimos más temprano que en invierno o más tarde. Nos ocupamos especialmente de que mantengan un adecuado manejo de los residuos y basura. Nos fijamos especialmente en que mantengan medidas higiénicas de conservación para evitar la descomposición de alimentos por calor y evitar así posibles intoxicaciones. Verificamos en nuestras visitas cómo se encuentran. Si comienzan a mostrar signos de estrés severo por calor, es imprescindible ayudarles a refrescarse rápidamente y solicitar asistencia médica de emergencia si fuera necesario. Los signos de golpe de calor incluyen vómitos, confusión, desorientación, piel seca y caliente y pérdida del conocimiento.
Jorge Eleazar, “como el profeta bíblico”, le gusta apuntar, tiene 49 años. “Nací en la ciudad de Mulchén el 20 de octubre de 1975”, dice, con precisión. Pero, por su aspecto podríamos calcularle 20 más. La calle envejece prematuramente. A más años de calle, menos expectativa de vida.
Él dice que no está tan mal de salud, pero cojea ostensiblemente y camina con lentitud. “Me herí la pierna y me afecta la diabetes que tengo. Además veo mal de este ojo, por un puntazo que me dieron en una pelea hace un tiempo”, explica.
Está más abrigado que hijo único pese al calor que arrecia y de su cuerpo emana el hedor intenso de la pobreza y la falta de higiene.
–Compañero, ¿no te gustaría ir a la Hospedería Álvaro Lavín, en el Barrio Yungay? ¿La conoces? –le pregunta un monitor, que escuchó su edad. Ese programa social acoge a hombres menores de 55 años y es la hospedería más grande de Chile.
–Sí, sería bueno tener una cama donde dormir. Yo siempre me duermo por acá cerca, en la plaza frente al Hogar de Cristo o por esa calle Nicasio Retamales. En la Hospedería me podría duchar y lavar el pelo. Miren cómo está de pegado– dice, mesándose el abundante cabello negro, que lleva al sacerdote José Francisco Yuraszeck, capellán del Hogar de Cristo, a decirle.
–Tú con tanto pelo y a mí no me queda nada…
El punto de hidratación ha reclutado a un nuevo participante –Jorge Elezar–, que podrá asearse y capear el calor que al mediodía arrecia, pese al día abochornado.
Otro beneficiado es Manuel (63), quien llegó con un chaleco reflectante que le da status de acomodador y limpiador de autos. Anda con un parche en la cara y un ojo medio morado. Dice que se tropezó. No recuerda desde cuándo vive en la calle.
Como por edad no califica para la Hospedería Álvaro Lavín, el equipo del Programa Calle lo lleva a sus dependencias donde le ofrecen ducharse y una muda de ropa limpia. Acepta y agradece una propuesta que lo emociona. Por la noche, asistirá a la cena de Navidad del equipo con sus participantes más frecuentes, donde ha sido cordialmente invitado.
Mientras, a Solange Veloso se le han acabado las botellas de agua, los bloquedores solares y los jockeys. El punto de hidratación ha cumplido su cometido.
Ella concluye:
–Sabemos que esto es una ayuda puntual, pero que puede salvar vidas y contribuye a visibilizar la pobreza más cruda. Pero para lograr que las personas salgan de la situación de calle se requiere de proyectos permanentes y sólidos con foco en lo principal: la vivienda. Por eso, es tan importante seguir fortaleciendo el programa Vivienda Primero, que consigue que las personas recuperen su vida, sus familias y su dignidad, partiendo por lo principal, un lugar seguro desde donde levantarse.