Fundación Sol y deterioro de empleo joven: caldo de cultivo para el ascenso de la extrema derecha
Estudio advierte que precariedad laboral y desigualdades sociales han facilitado que discursos de extrema derecha calen en los jóvenes. Fundación Sol sugiere reformas económicas y laborales, junto a una perspectiva interseccional, para abordar estas problemáticas.
La situación laboral y salarial de la población joven y en particular la de hombres jóvenes se ha deteriorado significativamente en los últimos catorce años en Chile. Así lo indica el último estudio de Fundación Sol “Trabajadores jóvenes ante la amenaza de un futuro incierto”, en alianza con la Fundación Heinrich Böll.
La investigación revela que, al examinar la inserción laboral de la población juvenil en los últimos 14 años, se observa que la tasa de participación es nueve puntos porcentuales más baja que en 2010, al igual que la tasa de ocupación y el desempleo ha aumentado.
Los jóvenes ocupados son 569.859 (6,2% del total) y los desocupados son 154.257 (17,4%). De acuerdo al estudio, hay 1.055.541 jóvenes en inactividad, que representan un 16,8% del total.
Santiago Rosselot, investigador de Fundación Sol y coautor del estudio, agrega que “aún faltan 306.960 empleos para poder alcanzar el nivel de ocupación prepandemia. Sin embargo, si uno mira la situación para el empleo joven, el contexto es aún más dramático. La caída de la tasa de participación (-6,5pp) y de ocupación (-6pp) y el alza de la tasa de desempleo (+1,9pp) es mayor que el total nacional”.
Rosselot explica que, al desagregar el análisis por género, se puede observar que en los hombres jóvenes se ha visto un mayor deterioro. Para este grupo “desde 2010, la tasa de participación cayó 14,9pp, la de ocupación 14,4pp y el desempleo aumentó 4,2pp, versus 3,8pp, 3,7pp y 1,8pp en el caso de las mujeres, respectivamente. Cabe destacar que un factor relevante para que el deterioro fuera menor en este último grupo es que las condiciones iniciales eran peores. En otras palabras, Chile niveló hacia abajo”.
Mientras que el ingreso promedio para la población total es de $826.535, en la población joven cae a $445.434 y la mediana, es decir, el 50% de los asalariados jóvenes, recibe menos de $450.000. Es evidente cómo los salarios son inferiores en las personas jóvenes, y el hecho que prácticamente no haya diferencia entre la mediana y el promedio muestra que hay una menor disparidad, y que los ingresos se concentraron de manera más marcada en valores inferiores.
En definitiva, la población joven muestra más inactividad, menor tasa de ocupación y más desempleo que el total de la población, lo que implica que la población joven tiene menos posibilidad de alcanzar la autonomía de ingresos.
Juventud precarizada: la población de interés de los grupos fundamentalistas y de ultraderecha
En un contexto de recrudecimiento de las desigualdades sociales y de crisis de la democracia representativa, grupos fundamentalistas han logrado tener mayor influencia en diferentes partes del mundo. De acuerdo a la literatura, resalta Fundación Sol, los hombres de clases populares y en particular, hombres blancos y jóvenes, se sentirían especialmente convocados por los discursos de odio promovidos desde partidos de extrema derecha”.
Andrea Sato, coautora del informe, explica que desde una perspectiva comparada, se ha demostrado que en esta población de varones jóvenes han resonado muy bien las propuestas promovidas por los fundamentalismos, ya que los presentan como los principales perdedores de los avances que han hecho las mujeres y otros grupos históricamente marginalizados.
“En otros países, varones jóvenes han sido seducidos por narrativas de las extremas derechas que han explotado sentimientos de rabia y frustración. La principal eficacia de las ofertas fundamentalistas es que han utilizado la retórica de la victimización y han ofrecido una visión de futuro, una guía para conseguir los cambios deseados y una sensación de esperanza ante un mundo que se vive como incierto”, afirma Sato.
La investigación alerta que, en el caso de Chile, los hombres jóvenes con y sin estudios serían un segmento de la población a quienes les estarían resonando los discursos de las extremas derechas.
De acuerdo a los datos analizados y entrevistas realizadas, los varones jóvenes viven una serie de contradicciones vitales en torno a sus proyecciones laborales y relaciones sociales que las agrupan bajo la idea de “tensiones generacionales”. Algunas personas entrevistadas en este estudio propusieron resolver estas tensiones con la creación de tejidos sociales para que la respuesta estuviese anclada en una alternativa colectiva, sin embargo, otros jóvenes usaron gramáticas que se afirmaron en lógicas neoliberales como la responsabilización personal. Por último, un tercer grupo simplemente constató sentimientos de agobio e incertidumbre.
De igual forma y en línea con lo que ha ocurrido en otros países, los jóvenes establecen un vínculo entre la migración, violencia y desempleo. Ante esto, para algunos jóvenes cobran sentido soluciones de corte punitivo promovidas por grupos de extrema derecha y narrativas que apelan a un pasado que dio seguridad y orden a las vidas de padres y abuelos de los jóvenes entrevistados.
Sato explica que “el gran riesgo de esta situación es que grupos fundamentalistas han sabido muy bien aprovechar esta crisis para ampliar su base electoral y así profundizar un modelo de acumulación que termina golpeando con más fuerza a la clase trabajadora”.
¿Qué hacer frente a un escenario de precariedad laboral e incertidumbre?
María José Azócar, investigadora y coautora del estudio, señala que es fundamental crear conocimiento para entender cuáles son los aspectos comunes del ascenso de los fundamentalismos en el mundo y cuáles son las diferencias que se han dado por país y así anticipar ventanas de oportunidades que las extremas derechas utilizan para expandir sus proyectos antidemocráticos.
“Para el caso de Chile, es central realizar transformaciones estructurales en materia económica que permitan asegurar la reproducción de la vida. Cambios sustantivos en materia salarial, calidad del empleo, derecho laboral para potenciar las organizaciones sindicales, por nombrar algunas, son vitales si se quiere frenar el ascenso de los fundamentalismos en Chile”, sentencia Azócar.
Otra propuesta que entrega el estudio es la incorporación de una mirada interseccional de las desigualdades sociales y no asumir que sólo haciendo reformas en la economía se solucionaran las lógicas racistas, que han acompañado la discusión sobre la migración en Chile.
María José Azócar concluyó que “para frenar el ascenso de los fundamentalismos en Chile, tan importantes son las reformas en el plano del empleo, salarios y derechos laborales como aquellas que permitan desnudar los silencios coloniales y raciales en torno a cómo se define “lo chileno” y avanzar en políticas que conceptualicen la migración y movilidad como un derecho humano”.