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Investigadora Flacso: “Hay vulnerabilidad acumulada que genera precariedad laboral en las mujeres” PAÍS

Investigadora Flacso: “Hay vulnerabilidad acumulada que genera precariedad laboral en las mujeres”

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Francisca Castillo
Por : Francisca Castillo Periodista El Mostrador
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“Las mujeres trabajan en empleos informales en mayor proporción que los hombres. Lo que implica desprotección en materia de seguridad social, ausencia de derechos laborales y, obviamente, una vulnerabilidad al momento de insertarse al empleo”, dice la cientista política María José González.


La inserción de las mujeres en el mundo del trabajo es uno de los focos relevantes de analizar a la hora de medir los avances en materia de igualdad de género en el país. La menor participación en el mercado laboral en relación con los hombres, la mayor ocupación informal y las inequidades salariales, son algunas de las brechas que persisten en Chile y otros países de la región. 

En conversación con El Mostrador, la investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), María José González, aborda los principales desafíos en la materia y afirma que “todavía existe esa brecha que, lamentablemente, siempre ha estado marcada por el tema de conciliación trabajo-familia y el tema del cuidado”.

“En este contexto desfavorable hemos tenido avances y estamos mejorando. Pero un aspecto en el que hay todavía una insípida focalización es el tema del cuidado, y cómo logramos apoyar estas tareas desde lo legislativo, para que las mujeres efectivamente tengan una inserción laboral estable y formal”, señala.

-¿Cuáles son las principales brechas y desigualdades que persisten en el mercado laboral?
-A pesar de que ha habido avances, creo que estos desafíos y estas inequidades tienen que ver con temas estructurales a nivel económico, los cuales resultan mayormente difíciles de superar. En primer lugar, tenemos clarísimo que la tasa de participación laboral de las mujeres sigue siendo menor que la de los hombres.

Datos, por ejemplo, plantean que la tasa de participación laboral femenina fue un 52,1 versus la masculina que fue un 71, en datos recientes del año pasado. Entonces, vemos un poco que esa brecha se mantiene a pesar de que, como te digo, ha ido disminuyendo en el tiempo, pero es una cosa que se mantiene.

En otro aspecto, a nivel de participación laboral, continuamos evidenciando una clara división sexual del trabajo, a pesar de todos los esfuerzos, lamentablemente eso persiste, las mujeres están mucho más enfocadas en temas de cuidado, de enseñanza, esos son los grupos principales.

En segundo lugar, siento que hay un desafío importante, que es la equidad en la ocupación de cargos de mayor jerarquía en las empresas. A pesar de que también los últimos datos evidencian que hay un mayor ocupamiento de cargos directivos por parte de mujeres, efectivamente ocurre que, y sobre todo en los niveles educacionales más altos, las mujeres persisten ocupando cargos de menor jerarquía en comparación con hombres que pueden tener el mismo nivel educacional. Yo creo que ese es otro desafío importante que se evidencia en esta inequidad.

En tercer lugar, está el tema de la brecha salarial que, nuevamente, a pesar de los esfuerzos y a pesar de que existe un mayor posicionamiento de las mujeres en cargos más directivos o de jerarquía en las empresas, hay una brecha salarial que sigue manteniéndose estable. Y, también, una cosa interesante es que la brecha es mucho mayor a medida que aumenta el nivel jerárquico del cargo.

-¿Cómo ves la importancia de que se legisle al respecto?, pensando que en enero de este año el proyecto de equidad salarial fue despachado desde la Comisión de Mujer del Senado a la Comisión de Trabajo. 
-La única forma de poder darle un giro a esa inequidad, poder abordarla o tratar de superarla, es a nivel legislativo. En otro aspecto, por ejemplo, vemos el tema de la aprobación de la Ley Karin. A pesar de todas las campañas, de todos los esfuerzos que se han venido haciendo por el tema de prevención del acoso, la violencia, finalmente la legislación es lo que, al parecer, ha impulsado o ha empoderado a las mujeres a poder solucionar ese tema estructural tan importante de tantos años. Entonces, por supuesto que me parece que es fundamental y es una forma importante de abordar esta condición de inequidad que ha marcado la inserción laboral de las mujeres históricamente.

-¿Cuáles son las principales barreras que persisten hoy día para avanzar en una mayor participación laboral de las mujeres? 
-Independiente de que haya habido un incremento, todavía existe esa brecha que lamentablemente siempre ha estado marcada por el tema de conciliación trabajo-familia y el tema del cuidado. Es algo en que nosotros, desde el programa TEES (de Trabajo, Empleo, Equidad y Salud –un programa que yo coordino acá en Flacso–), hemos hecho investigaciones donde se ve efectivamente cómo la inserción laboral de las mujeres se da precisamente en la informalidad. Eso como un primer punto.

Las mujeres trabajan en empleos informales en mayor proporción que los hombres. ¿Qué implica esto? Implica desprotección en materia de seguridad social, implica ausencia de derechos laborales, implica obviamente una vulnerabilidad al momento de insertarse al empleo mucho más que los hombres. 

Por otro lado, la participación laboral de las mujeres en espacios formales, generalmente –también asociado a los temas de cuidado– está marcada por la precariedad laboral muchas veces. Hay momentos donde las mujeres están trabajando, pero al momento de ser mamás o tener que asumir roles de cuidado, asumen jornadas parciales. O, por ejemplo, buscan acomodar su empleo para poder asumir esos roles que siempre siguen cayendo sobre ellas.

Eso a nivel de los empleos más precarios implica obviamente una inserción precaria, jornadas parciales. Y, también, una cosa interesante que hemos logrado profundizar en nuestras investigaciones, es que hay una precariedad asociada al curso de vida de las mujeres, donde, por ejemplo, si yo, ahora que tengo 39 años, fui mamá hace 10 años, es muy probable que en ese momento tuve que estar largo tiempo desempleada.

Y eso se traduce en un periodo de desempleo mucho mayor en mi vida laboral que el de los hombres, mayores lagunas previsionales, que, al momento de mi jubilación, también implican una situación bastante más inequitativa en relación con los hombres. 

Entonces, más allá de que veamos momentos de informalidad, si lo miramos en el curso de la vida, implica una vulnerabilidad acumulada que genera precariedad y esa menor participación laboral, menores ingresos y mayor vulnerabilidad incluso al momento de jubilarme. Hay un tema acumulativo de inequidades que también están asociadas a los temas de cuidado que estábamos mencionando anteriormente. 

-Con este diagnóstico claro, ¿qué hace falta en materia de legislación y políticas públicas para seguir avanzando en términos estructurales más que simbólicos?
-En este contexto desfavorable hemos tenido avances y estamos mejorando. Pero un aspecto en el que hay todavía una insípida focalización es el tema del cuidado, y cómo logramos apoyar estas tareas desde lo legislativo, para que las mujeres efectivamente tengan una inserción laboral estable, formal, y que les permita tener apoyo en las tareas de cuidado para que puedan desarrollarse.

Hay un caso bastante interesante, que se dio en Bogotá, Colombia, de un proyecto que se llama “las manzanas del cuidado”. Es un proyecto donde el cuidado se enfoca a nivel territorial, y lo que se hace es brindar apoyo a nivel barrial, donde las mujeres que viven en esas manzanas tienen apoyo por determinadas horas del día en el cuidado de adultos mayores o de niños pequeños que ellas estén cuidando. Por lo que a nivel de política pública es absolutamente necesario dar apoyo a las mujeres en esos temas que estructuralmente van a seguir existiendo.

Creo que es un tema que está al debe, donde el Gobierno, desde el Estado, ha buscado legislar y se está empujando, pero siento que le falta mayor énfasis. Mientras eso no se solucione, las mujeres van a continuar cuidando, van a tener que seguir estando en empleos informales, precarios, parciales, y no poder resolverse profesionalmente como debería ser.

-¿Comparativamente cómo estamos a nivel regional en América Latina en materia de brechas en el mundo del trabajo?
-Pensando, por ejemplo, en la participación laboral, Chile ha aumentado gradualmente, sin embargo, aún estamos por debajo de países como Uruguay, Perú o Colombia, donde la tasa de inserción de las mujeres es mayor. 

Por otro lado, buscando también lo bueno, en temas de protección al postnatal, somos uno de los países de la región que tenemos los postnatales más extensos, entonces en ese sentido es un derecho laboral fundamental, donde a nivel de la región nos encontramos bastante bien posicionados. 

A nivel de informalidad laboral, diferentes países de la región, incluido Chile, están bastante similares. Acá tenemos una de las tasas de informalidad más bajas, es una tasa persistente, pero más baja que en otros países.

Lo mismo pasa con las políticas públicas que se han dado a nivel regional. En general el patrón es bastante similar, tenemos políticas asociadas a potenciar la formalización, a la simplificación de los trámites de tributación, subsidios para extender la seguridad social a población informal, el foco en grupos específicos como los trabajadores de casa particular, que acá también se han hecho esfuerzos en ese sentido. Lo mismo con el fomento a programas de capacitación para promover la formalización.

Entonces, siento que a nivel de informalidad, en resumen tenemos la tasa más baja, y a nivel de política pública hay un panorama bastante similar, un poco atendiendo a ese tipo de políticas en la región. 

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