– Noticia actualizada –
Varios competidores de La Polar suponían que, en algún minuto, iba a suceder lo que se hizo público en el hecho esencial enviado a la SVS: que la empresa tendría castigar contablemente a los clientes «malos», aquellos que no están en condiciones de pagar las deudas de la tarjeta de crédito de la multitienda.
La Polar chuteó el reconocimiento de gran parte de esa deuda, sin considerarla en sus balances. En otras palabras, no guardó o provisionó en jerga financiera la cifra de dinero que no podrían pagarle. Al no hacerlo sus utilidades son mayores a las que debieran ser.
Lo ocurrido con los clientes, a quienes se les repactaron las deudas sin su autorización y que derivó en una demanda colectiva presentada por el Sernac ante la justicia, es calificada por los expertos como una medida desesperada para tapar el «hoyo» de sus incobrables.
Los US$425 millones -el máximo que tendría que provisionar la empresa- equivalen nada menos que a una tercera parte del valor de La Polar en la bolsa antes de la caída del 42% en el precio de sus acciones. Y a seis veces las utilidades del año pasado (US$63 millones). Todos los chilenos que cotizan en AFP se verán afectados, ya las administradoras de fondos de pensiones son las mayores accionistas de la empresa con un 24% de su propiedad.
Está pendiente conocer cuál es la responsabilidad del directorio –de los miembros que fueron reelegidos así como de aquellos que dejaron sus cargos en abril pasado- por no haber supervisado que la administración hiciera bien su trabajo. Hasta ahora, la mesa de La Polar se ha lavado las manos, sosteniendo que hubo prácticas en la operación de las tarjetas de crédito “de una forma no autorizada” por el mismo. Y culpando exclusivamente a los gerentes, tres de los cuales fueron despedidos.
Los especialistas plantean que «es imposible los directores no se hayan dado cuenta de la política de provisiones de la empresa». Y si no sabían «quiere decir son pésimos, y nunca más deben ejercer el cargo en ninguna sociedad anónima».
Existe, además, un comité de directores, formado por tres miembros de la mesa, que debe velar para que los balances reflejen la realidad financiera de las empresas. Y que supervisa el trabajo de la auditora externa -Price Waterhouse revisó los balances de La Polar en 2010- sobre la que están puestas todas las miradas por el recuerdo del caso Enron.
En medio de la ola de especulaciones, hay quienes creen que los nuevos directores que asumieron en abril -Luis Hernán Paul, Martín Costábal y Fernando Tisné- podrían haber colaborado a destapar la olla. El resto del directorio, presidido por Pablo Alcalde, lo componen Heriberto Urzúa, Francisco Gana y Andrés Ibáñez.