Luego de disfrutar un asado al palo en Coyhaique, lugar al que llegó invitado por HidroAysén para hablar de “seguridad estratégica en energía”, el ex presidente de Perú, Alan García, debió volver raudo a Lima. ¿El motivo? Comparecer ante la Megacomisión del Congreso de la República que investiga irregularidades durante su segunda presidencia, entre los años 2006-2011.
Entre las principales imputaciones está la de haber beneficiado en los últimos años de su gobierno con indultos y conmutaciones de penas irregulares a casi 6 mil reos, muchos de ellos encarcelados por narcotráfico y robo agravado. El presidente de la Comisión, el congresista Sergio Tejada, afirmó que se ha logrado identificar bandas completas entre los más de cuatrocientos reos condenados por narcotráfico que fueron indultados y que se encontraban en la cárcel.
En su declaración ante la Megacomisión, el ex presidente de la República, responsabilizó a su ministro de Justicia, Aurelio Pastor, a quien llamó “ministro ciego”. En cambio para el presidente de la Comisión de Gracia, Miguel Facundo Chinguel, su amigo y compañero de partido —el APRA—, solo tuvo reproches menores “por pasarle expedientes sin estudiarlos para su firma”.
Pero no solo este tema enreda a Alan García. Se prevé que una resolución negativa de la Megacomisión, por esta y otras causas, podría costarle hasta 10 años de inhabilidad política. “Solo quieren sacarme del juego presidencial para el 2016”, declaró.
El año pasado, el gobierno de Ollanta Humala publicó un Decreto Supremo (205-2012 EF) que permite compras militares y policiales en secreto.
Ahora, antes de concurrir a la Megacomisión a declarar, Alan García dijo que “solamente en gobiernos dictatoriales se optó por tener secretos en compras militares que siempre conducen a corruptelas”.
En una ácida respuesta, el actual ministro de Defensa, Pedro Cateriano, reveló que durante el gobierno de García se realizaron aproximadamente 157 compras secretas en el sector Defensa, por la suma de 3.200 millones de soles (unos 1.300 millones de dólares), y dio a entender que la Megacomisión del Congreso debe analizarlas.
En su estadía en Chile en carácter de “conferencista estrella” y acompañado por el vicepresidente ejecutivo de la firma, Daniel Fernández, Alan García intervino ante 200 personas para explicar por qué en su mandato puso a la hidroelectricidad como pilar de la estrategia energética limeña. Dijo que no quería defender HidroAysén sino “compartir experiencias”.
Sin embargo, no solo habló de energía. También comentó el regreso de Michelle Bachelet, mencionando que él tuvo un mejor segundo mandato que el primero; cuestionó la estrategia de Hugo Chávez, y contó como ayudó a Ecuador, país clave en el litigio limítrofe con Chile, pese a las diferencias entre ambos países. Habló de independencia energética criticando a los ecologistas, dijo que la Central en Machu Picchu (en realidad son dos centrales) no han “destruido el santuario.” ¿Qué se hace? No se ve el socavón, pero dentro es una perforación gigantesca, y tampoco se ven las líneas de transmisión. “¿Por qué? Algún día me tocó viajar por Bélgica. ¿Dónde están las torres?: todo bajo tierra”. Eso sí, nada acerca de la demanda en La Haya, que presentó su gobierno, y tampoco de las demandas bolivianas.
No se ve claro qué pretenden los empresarios, en este caso HidroAysén, con un expositor como Alan García. Sobre todo porque pese a su carisma político, sus gobiernos están rodeados de un hálito de corrupción y tiene fama de populista. No es la primera vez que viene a una actividad de este tipo. En mayo del año pasado estuvo como invitado de honor en el debut en sociedad de BTG Pactual/Celfin.
Tal como lo ha demostrado en otras ocasiones, el dos veces Presidente de Perú tiene un gran manejo político y es capaz de hablar mucho tiempo sin apuntes o ayuda de powerpoint. Su elocuencia cautiva a los auditorios, sobre todo aquellos sin experiencia en política, pero con poder económico suficiente para influirla, y que aplauden a rabiar frases como “la regulación es un fantasma que ahuyenta a la inversión”.
Autodeclarado “un audaz”, no se sabe si esta vez en Coyhaique, luego de los brindis, pidió la guitarra para interpretar “El Rey”, su canción preferida.