La deuda de la institución deportiva porteña es con Fundación Futuro de Valparaíso (FFV), que controla el 79% de la sociedad anómima que concesiona al club, y se arrastra desde 2014.
Una nube negra ronda al puerto de Valparaíso. Y no tiene que ver con el clima cercano al invierno, sino con el momento que atraviesa Santiago Wanderers.
Al mal momento deportivo del club, que marcha penúltimo en la segunda división del fútbol chileno (15° entre 16 equipos), se suma el lío económico del llamado «decano» del balonpié criollo.
En entrevista con El Mercurio de Valparaíso, el vicepresidente de Wanderers, Miguel Bejide, reconoció la cruda realidad del club: debe $2.257 millones a la Fundación Futuro de Valparaíso (FFV), organización presidida por el empresario Nicolás Ibáñez y que controla el 79% de la sociedad anónima que concesiona al equipo.
Bejide reconoció además que, de no haber sido por el apoyo económico de la fundación, el club habría quebrado.
En total, la fundación ha aportado $1.882 millones desde 2014, que han sumado intereses por 4,5% anual, que para Bejide es «una tasa favorable porque me gustaría que alguien me dijera quién le hubiese prestado tal cantidad de dinero a Santiago Wanderers con el momento que nos encontrábamos viviendo».
Indicó que desde la administración solo pueden pagar este préstamo a razón de 27 millones de pesos mensuales, aunque señala que «para mí, porque esto debe ser un acuerdo de directorio, lo que se debería hacer es utilizar los recursos que llegarán por concepto de la concesión del CDF para cancelar no la totalidad, pero sí saldar una parte de esa deuda, al igual que destinar para mejoras» del club.