No del todo exitosa resultó la «Cumbre por la Paz» llevada a cabo este miércoles por la Gobernación Regional de La Araucanía en un casino de juego, algo que sin duda restó solemnidad a la ocasión. Pero no fue el único «lunar» de la jornada: además, el delegado presidencial declinó estampar su firma en el cuadro final de un extraño acto por la paz que, encima de todo, excluyó a una de las partes en conflicto: a los mapuche.
Temuco, 09:00 a.m. Esa fue la hora de arranque de la esperada «Cumbre por la Paz» de los gobiernos locales de La Araucanía, un encuentro organizado por el gobernador de la región, Luciano Rivas, de Evópoli. En la sala se encontraban 28 de los 32 alcaldes de La Araucanía. El primer lunar, el lugar del encuentro: un casino de juego.
No estaba el Presidente Gabriel Boric, el invitado principal que tenía el encuentro, al que el Mandatario desistió de asistir con antelación, pues se comprometió a visitar La Araucanía cuando tuviera medidas concretas. En su lugar llegó el delegado presidencial Raúl Allard, al tiempo que destacó la figura del exministro de Desarrollo Social y del MOP, Alfredo Moreno, quien otrora encabezó con entusiasmo un diálogo en la zona que, ya se sabe, terminó frustrado por el asesinato de Camilo Catrillanca. Dijo que había venido a participar en calidad de asesor del gobernador Rivas.
El clima estuvo tenso. Los asistentes comentaron que ser autoridad en la región requiere un temple especial. Algunos lamentaron la ausencia del Mandatario; otros, no. Se dijo que era un encuentro por la paz, y más de uno cuestionó y se preguntó cómo era posible que alguien pudiera restarse de un encuentro por la paz. Otros son más comprensivos, tanto por las tareas que tiene el Presidente como por la importancia del acto, cuya solemnidad bien pudo verse mancillada por llevarse a cabo en un lugar tan poco solemne. Pero el encuentro por la paz tuvo otra curiosidad: no contó con representantes de las comunidades mapuche abiertas al diálogo, que es precisamente lo que conduce a la paz.
De pronto irrumpió en escena el vocero del Consejo de Todas las Tierras, el werkén Aucán Huilcamán, quien quiso hacer ingreso para conversar y poner su parte en un diálogo que conduzca a la paz. Pero le impidieron ingresar para construir la paz, aunque la paz está en todas las frases e invocaciones, en una jornada tensa que persigue paz o, al menos, algo de sosiego en una región malacostumbrada a la violencia.
Impidieron pacíficamente que el werkén ingresara a dialogar. Pacíficamente Aucán Huilcamán declaró que no hay intención genuina por construir la paz mientras se excluya a una de las partes en conflicto. Los increpó por hablar de la paz con semejante ligereza, y junto con criticar a los alcaldes mapuche que asistieron al encuentro, les pidió a los presentes que dejaran de “enlodar ese concepto y esa valiosa práctica de la paz que tenemos que construir, una vez que se haya abordado la deuda histórica con el pueblo mapuche”.
Raúl Allard se mostró meditabundo ante el discurso del gobernador Rivas, quien se refirió con dureza a “quienes infunden el terror”, a quienes no saben de “honor ni respeto” a la cosmovisión mapuche, y que tienen –según él– “otros intereses”, y que tal reivindicación de sus tierras y autonomía en realidad es una excusa “para justificar sus atrocidades”, y que… en fin.
“Si no solucionamos esta crisis corremos el riesgo de perderlo todo, no habrá más democracia, y puede no haber más futuro. La emergencia está sobre nuestros hombros”, sostuvo el gobernador Rivas. Los periodistas que estaban en el lugar se enteraron (algunos) de que esta “Cumbre por la Paz” en realidad era un encuentro más bien bimensual para hablar de desarrollo e inversiones en la región, seguridad… en fin, todo eso que importa en la región. Lo que ocurrió es que este fue el primero después de que concluyera el Estado de Excepción Constitucional. Se aprovechó la oportunidad para hacer algo distinto. Se informó que de tan magno encuentro saldría un documento con medidas orientadas a conseguir la paz.
En el acto de despedida, todas los autoridades locales estamparon su firma, a modo de compromiso con la paz. Todos firmaron, menos el delegado presidencial Raúl Allard, quien no logra visualizar algo de paz en una «Cumbre por la Paz» llevada a cabo en un casino de juego.