Los autos eléctricos, la digitalización… sin los metales y las tierras raras, la transición climática no es viable. Sin embargo, la mayoría de las materias primas provienen de China. ¿Es peligrosa esa dependencia?
Mientras Europa, sacudida por la guerra en Ucrania, intenta reducir su dependencia del suministro energético ruso, un peligro aún mayor acecha en las sombras. Los metales industriales y las tierras raras, vitales para las turbinas eólicas, los chips, los paneles solares y los vehículos eléctricos, son cada vez más solicitados, y la minería de estas materias primas se concentra en unas pocas regiones del planeta. Y esto podría derivar en que, en el futuro, el dolor de cabeza tenga otro nombre: China.
Alemania importa muchas de las materias primas que necesita para su desarrollo desde la República Popular. Y la concentración del mercado no se reduce solo a la extracción, sino también al procesamiento de estas materias. En ambos casos, China tiene gran parte de la torta, explica Siyamend Al Barazi, de la Agencia Alemana de Materias Primas (DERA, por sus siglas en alemán).
La Unión Europea importa entre el 75 y el 100 por ciento de los metales que necesita su industria. De las 30 materias que la UE califica como «críticas», 19 proceden principalmente de China. Entre estas se encuentran el magnesio, donde China tiene casi el monopolio (93 por ciento), al igual que en las tierras raras (98 por ciento) y bismuto (93 por ciento).
El problema es que esta dependencia podría aumentar en el futuro. La UE estima que la demanda de cobalto será cinco veces mayor que hoy en 2030. Debido a las necesidades de la electromovilidad, la demanda de litio podría multiplicarse por 18 hacia el mismo año. Y hasta 2050, esa cifra podría ser 60 veces mayor que en la actualidad.
Ya en 2010 había sospechas de que China usaba su poder exportador como medio de presión política. Ese año, Pekín limitó la exportación de tierras raras y, como resultado, los precios aumentaron considerablemente. El asunto llegó a manos de la Organización Mundial del Comercio, que arbitró el caso y llevó a China a revocar las restricciones. «Eso reforzó la confianza de los europeos en que China se atiene a las reglas del juego», dice Raimund Bleischwitz, director científico del Centro Leibniz de Investigaciones Marinas Tropicales.
Sin embargo, Europa no puede estar segura de que en el futuro la creciente demanda va a ser satisfecha. Según un informe publicado por el periódico Handelsblatt el 25 de marzo de 2022, expertos del Ministerio de Industria y Tecnologías de la Información de China debatieron en enero de 2021 sobre la posibilidad de frenar el envío de tierras raras a Estados Unidos.
Europa en realidad no debería sorprenderse si se reducen los suministros de materias primas desde China. En su plan quinquenal más reciente, Pekín dejó en claro que las exportaciones de recursos deben restringirse y que el país debe concentrarse en satisfacer la demanda interna. En lugar de exportador de materias primas, China quiere convertirse en el líder del mercado tecnológico.
Alemania, por su parte, al menos ya ha reconocido la importancia del problema. Desde hace años intenta diversificar las importaciones de materias primas. Las tierras raras ya no solo se traen desde China, sino también desde Brasil. Además, en 2010 se fundó la Agencia Alemana de Materias Primas (DERA), que supervisa constantemente las materias primas críticas y su disponibilidad.
Los estudios de DERA demuestran que, en la práctica, Alemania sigue siendo muy dependiente. DERA analiza de dónde vienen 27 productos refinados. El resultado: «En el caso de 25 de esos productos, China es el principal productor, más del 90 por ciento», dice Al Barazi.
Para afectar el mercado, China ni siquiera tiene que tener malas intenciones. También el gigante asiático debe prestar más atención a la sostenibilidad y protección del medio ambiente. Inspecciones realizadas a fines del año pasado en la industria del magnesio tuvieron como resultado que numerosos productores tuvieran que detener su trabajo y el precio por tonelada pasó de 2.000 a 10.000 dólares. Lo mismo ocurrió con el silicio, dice Al Barazi: hubo racionamientos eléctricos y la producción de silicio, que consume mucha electricidad, debió reducirse.
La cuestión de la seguridad en el suministro de las materias ha sido tema también a nivel de la UE durante algún tiempo. La Alianza Europea de Materias Primas (ERMA por sus siglas en inglés) fue fundada en el otoño de 2020, y su fin es mejorar la seguridad de suministro, además de diversificar las importaciones de materias primas. Además, Europa pretende abrir sus propias vetas y reforzar el proceso de refinación.
«Durante algunos años la UE ha realizado esfuerzos para promover la minería y agregar valor a las materias primas», explica Al Barazi. Porque Europa también tiene materias primas, pero los europeos son reacios a tener cerca de casa la sucia producción minera. En España, por ejemplo, hubo protestas contra una mina que extraería litio en Extremadura. En Serbia y Portugal la minería del litio también se ha enfrentado a problemas. Incluso en Alemania hay litio en el Rin y en Sajonia.
Otro problema es el financiamiento de los nuevos proyectos mineros y plantas para procesar las materias primas, explica Al Barazi. Falta capital de riesgo, básicamente porque una producción europea es poco competitiva. China subvenciona desde los noventa la extracción, ampliando drásticamente las capacidades de procesamiento. Además, tiene regulaciones ambientales muy laxas. Eso permite que los precios sean tan bajos, que resulta imposible competir. Como sea, tras una compleja búsqueda de inversionistas, la extracción de litio en Sajonia comenzará en 2025.
Para protegerse ante la eventual falta de importaciones, muchos países de la UE, además de Estados Unidos y Japón, han estado reservando metales y materias primas. Hasta ahora, Alemania principalmente ha almacenado petróleo y gas.
Con todas las consideraciones sobre la mesa respecto a lo peligroso que es depender de China, no hay que olvidar que «China también depende de las importaciones de Alemania», dice Bleischwitz. «Antes del estallido de la pandemia, China importaba más materias primas de Europa de las que exportaba, como por ejemplo productos agrícolas, forestales o metales procesados». Entonces, la dependencia es mutua.