Es comprensible que las masacres escolares generen indignación pública y el reclamo de medidas para proteger las escuelas. Tras el incidente en la escuela de Texas, varios distritos escolares dijeron que aumentarían la presencia policial en los campus esta semana. Lo mismo sucedió después de los incidentes en la escuela secundaria Columbine (1999), la universidad Virginia Tech (2007), la escuela primaria Sandy Hook (2012) y la escuela secundaria de Parkland (2018). Combinados, esos incidentes resultaron en la muerte de 88 personas inocentes.
Los tiroteos masivos en las escuelas de Estados Unidos generan una sensación deprimente de familiaridad. Sin embargo, la vida no continúa como antes una vez que se acaba el furor mediático.
En el incidente más reciente, Salvador Ramos, de 18 años, abrió fuego en una escuela primaria en Texas, matando a 19 niños y dos maestras. La escuela -Robb Elementary School- enseña a niños de entre 7 y 10 años.
Ramos irrumpió en el centro escolar fuertemente armado con una pistola, un rifle automático y cargadores de alta capacidad. Finalmente, un agente de la policía fronteriza que se encontraba en las inmediaciones en el momento del tiroteo lo abatió a tiros.
Pero ¿cómo afectan estos actos violentos la vida cotidiana de los alumnos de las escuelas estadounidenses, así como a los maestros y padres?
Es comprensible que las masacres escolares generen indignación pública y el reclamo de medidas para proteger las escuelas.
Tras el incidente en la escuela de Texas, varios distritos escolares dijeron que aumentarían la presencia policial en los campus esta semana.
Lo mismo sucedió después de los incidentes en la escuela secundaria Columbine (1999), la universidad Virginia Tech (2007), la escuela primaria Sandy Hook (2012) y la escuela secundaria de Parkland (2018).
Combinados, esos incidentes resultaron en la muerte de 88 personas inocentes.
«Cada evento importante ha resultado en llamados para aumentar la seguridad en sus respectivas escuelas y para asegurarle a la gente que sus hijos no serán víctimas de los próximos Columbine, Virginia Tech o Sandy Hook», dice Cheryl Lero Jonson, una estadounidense experta en tiroteos escolares.
Jonson escribió en la revista Victims & Offenders que, como resultado, los detectores de metales, las máquinas de rayos X, los guardias armados y el personal al que se permite portar armas en la escuela se han convertido en «lugares comunes».
Las escuelas estadounidenses también se han acostumbrado a planificar en caso de masacres.
Esto significa que están haciendo cada vez más cosas, como llevar a cabo evaluaciones de amenazas, elaborar planes de respuesta de emergencia y tener equipos de crisis y planes para actuar en caso de que se presenten atacantes armados, dice Jonson.
Una de las políticas más controvertidas son los simulacros en los que se pretende que hay un atacante armado en acción, que se han implementado en más del 95% de las escuelas primarias de EE.UU., según la organización Everytown for Gun Safety Support Fund.
En algunos de los ejemplos más intensos, esos tiroteos simulados involucran a hombres enmascarados que portan armas falsas y estudiantes que juegan el papel de víctimas cubiertas con sangre falsa.
En un informe de 2020, Everytown dijo que «no hay datos» para respaldar la efectividad de tales simulacros.
Entretanto, la evidencia sugiere que estos en realidad pueden ser dañinos para la salud mental.
El informe cita a un padre que dice: «Mi hija -en edad de guardería- quedó atrapada en el baño, sola, durante un simulacro, y pasó un año en terapia por ansiedad extrema.
«Incluso en una nueva escuela, todavía tiene que usar el baño de la oficina de las maestras porque tiene trastorno de estrés postraumático por ese evento».
En 2019, una escuela en Indiana fue criticada por dejar a los estudiantes traumatizados y a los maestros «magullados» y «aterrorizados» después de que les dispararan con perdigones, al estilo de una ejecución.
«Muchos simulacros son para adultos -profesionales de la escuela o policías- para ver cómo reaccionan en ciertas situaciones», le dijo en ese momento a la BBC David Schonfeld, del Centro Nacional para las Crisis en las Escuelas y el Duelo.
«Pedir a los niños que se hagan pasar por víctimas en el suelo cubiertos de sangre falsa no tiene sentido y puede ser traumatizante».
Y agregó: «Me preocupa que estos ejercicios sugieran a los niños que pueden hacer más de lo que ellos, o cualquier otra persona, son realmente capaces de hacer».
«Eso solo crea más trauma para los sobrevivientes de los tiroteos».
Esos alumnos también tienen menos probabilidades de graduarse y encontrar un trabajo antes en su vida.
También hay efectos que se sienten en un área más amplia; por ejemplo, los economistas dicen que los tiroteos tienen un impacto económico a medida que las familias abandonan el área.
Y un estudio de la Universidad de Stanford encontró que el uso de antidepresivos por parte de los jóvenes (menores de 20 años) aumentó en un 21% en las comunidades donde se habían producido tiroteos en las escuelas.
Maya Rossin-Slater, del Instituto de Investigación de Política Económica de Stanford, señala que los tiroteos masivos «ocurren con tanta frecuencia que nos estamos volviendo insensibles a ellos».
«Tal vez para las personas que sobreviven, simplemente vuelven a la vida normal porque así es la vida en EE.UU. Pero lo que muestra nuestro estudio es que no parece ser el caso.
«Cuando pensamos en el costo de los tiroteos en las escuelas, a menudo se cuantifican en términos del costo para las personas que mueren o resultan heridas y sus familias. Pero la realidad es que hay muchos más estudiantes expuestos a tiroteos escolares que sobreviven», dice
Según un recuento del grupo multiplataforma especializado Education Week, tan solo este año hubo 27 tiroteos en escuelas con heridos o muertos en EE.UU.
Al menos 67 personas resultaron heridas o muertas.
Ha habido 119 tiroteos en escuelas en los que al menos una persona murió o resultó herida desde 2018, cuando el organismo comenzó a recopilar datos.
Jonson dice que los jóvenes de hoy en día se han ganado la desafortunada etiqueta de «generación de los tiroteos masivos».
Pero a pesar de tener numerosos impactos en la vida de las personas, los tiroteos no han podido influir significativamente en la opinión pública sobre el control de armas, y los políticos y votantes republicanos todavía consideran favorablemente la posesión de armas.
La presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, dijo que el pistolero de Texas había «robado el futuro de los niños» y criticó a algunos miembros del Congreso por ofrecer «palabras huecas después de los tiroteos mientras se oponen a todos los esfuerzos para salvar vidas».
El senador republicano de Texas, Ted Cruz, señaló que el tiroteo fue «un acto de maldad y asesinato en masa», pero insistió en que las políticas de control de armas no evitarán tales incidentes.