Nombramientos pendientes, otros revocados, rencillas internas, conflictos intergeneracionales y acusaciones de segregación, son algunas de las cuestiones que se enredan y tejen al interior de Cancillería. Muchos dardos apuntan a la jefa de gabinete de la ministra Antonia Urrejola, Carola Muñoz Oliva, y contra su marido, Director de Personal de la Cancillería, Iván Favereau Urquiza. También se señala al asesor internacional en el Segundo Piso, Carlos Figueroa Salazar, nieto del ex ministro concertacionista Carlos Figueroa Serrano.
El aire se corta con cuchillo en algunas de las reparticiones del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrel). A la seguidilla de errores no forzados en los nombramientos en algunas jefaturas y en las embajadas de Chile en el exterior, se suman una serie de malos entendidos (dicen de un lado), o “mala leche” y mera segregación y “ninguneo” (replican del otro lado). Lo cierto es que las relaciones interiores no andan bien en Relaciones Exteriores.
Funcionarios antiguos se sienten desplazados de sus responsabilidades o invisibilizados, simplemente, por ser de otra generación o de otra tienda política. “Han armado una especie de razzia generacional, y atacan en especial a la gente vinculada a la ex Concertación. Al tercer hombre de la Cancillería (el secretario general) lo tienen dando vueltas por el mundo, a cargo de temas menores, solo para mantenerlo lejos. Cuestión que no procede”, señala una fuente.
Y agrega: “Igualmente, le están haciendo la vida imposible al cónsul general en Barcelona, Jaime Ferraz (ex Concertación), que presentó una queja interna porque nadie le avisó que el nuevo agregado cultural en España, Carlos Berger Hertz, se instalaría a vivir en Barcelona, y no en Madrid como correspondía. Luego lo sancionaron con anotación demérito, cuando alguien filtró a la prensa ese reclamo interno”.
Llueven las quejas sobre la poca interacción de las jefaturas. “Tienen como referencia su pequeño grupo y no miran más allá de sus narices y amigos”, reclaman fuentes del sector.
Muchos dardos de funcionarios preocupados con la situación apuntan a la jefa de gabinete de la ministra Antonia Urrejola; Carola Muñoz Oliva, y contra su marido; el Director de Personal de la Cancillería, Iván Favereau Urquiza. La actual directora de Ceremonial y Protocolo, Manahi Pakarati, sería parte de este grupo interno.
También se apunta a Carlos Figueroa Salazar, nieto de Carlos Figueroa Serrano, actual asesor internacional en el segundo piso. “No se sabe aún qué rol realmente está jugando en los enredos de las designaciones en el servicio exterior”, se queja otro funcionario.
En lo que se refiere a los representantes de Chile en el exterior aún queda mucho por hacer. Solo por nombrar algunos: falta la designación de los embajadores en México -la segunda mayor economía de Latinoamérica-, en Vietnam y la confirmación del embajador Sebastián Depolo, que aún no recibe el beneplácito del gobierno brasileño, primera economía del barrio.
Y ni hablar de la desprolijidad en varios otros nombramientos. La última fue la “bajada” del designado representante en China, Andreas Pierotic, a pocos días de asumir (1 de agosto), y ya otorgado el “agreement” por el gobierno chino. Las razones: denuncias de maltrato por parte de su hermana, Tania Pierotic, y por la sociedad que mantiene con el cuestionado exyerno de Joaquín Lavín, Isaac Givovich, en una empresa de iluminación que posee capitales chinos.
Semanas antes, el nombramiento de la arquitecta Susana Herrera como embajadora en el Reino Unido generó una airada reacción de varios integrantes del cuerpo diplomático. “Falta de experiencia no solo diplomática, también en política y en relaciones internacionales”, fue la queja generalizada.
El muy importante acuerdo con la Unión Europea (renegociación que quedó lista desde fines del gobierno de Sebastián Piñera) también está pendiente, y con los europeos esperando. Al respecto, las diputadas de Renovación Nacional, Catalina del Real y Sofía Cid, enviaron una carta a la canciller Antonia Urrejola, pidiendo mayor prolijidad en el manejo de la política exterior.
Hay voces que apuntan y “culpan” a la paridad autoimpuesta del gobierno que privilegia el género por sobre la experticia y la trayectoria; una especie de discriminación positiva. Otros se inclinan por la prisa y cierta soberbia de la juventud; otros a las malas prácticas de siempre, pero ahora de otro signo… Lo cierto es que en el Minrel, las cosas no están muy diplomáticas.