En estos días debería ser ratificada por el Senado la nueva integrante de la Corte Suprema, María Soledad Melo. La ministra de la Corte de Apelaciones de Santiago, cercana a la oposición, es la primera nominación al máximo tribunal que realiza el Presidente. La tónica de este tipo de nombramientos procura mantener los equilibrios políticos al interior de la Suprema. En esa línea, fuentes parlamentarias explicaron que “el cupo ahora correspondía a la oposición y eso ya está zanjado”. Por ello, ya comenzó a operar un nuevo ciclo de acuerdos en torno a la segunda designación del Mandatario, la que debe realizarse una vez que el ministro Guillermo Silva Gundelach abandone el tribunal en diciembre próximo. Un cupo que debería quedar en manos del oficialismo.
En las próximas horas, debe ser ratificada como miembro de la Corte Suprema la ministra de la Corte de Apelaciones de Santiago, María Soledad Melo Labra. Esto, luego de que el pasado 11 de octubre la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, después de analizar el oficio del Presidente de la República y escuchar la exposición de la magistrada, votó de manera unánime su ratificación. Dejando, así, la vía libre para el trámite en la Cámara Alta, el que debe contar con el acuerdo de los 2/3 de sus integrantes en ejercicio.
La ministra Melo –quien es pareja del ministro del Tribunal Constitucional, Nelson Pozo, y que ocupará el cupo que dejó la exministra Rosa Egnem, jubilada del Poder Judicial en marzo de este año– ha sido en reiteradas ocasiones parte de las quinas que elabora el Pleno de la Corte Suprema. Sin embargo, esta vez el proceso de nombramiento fue de fácil tramitación y, aunque en su currículum figuran fallos complicados en Derechos Humanos, este fluyó rápidamente. Esto, debido a que el Gobierno acordó el nombre de Melo previamente con las distintas fuerzas políticas del Senado, como suele pasar (o solía pasar) en los 90, en la llamada política de los acuerdos.
Como es la tónica de este tipo de nombramientos, La Moneda procuró mantener los equilibrios políticos del máximo tribunal. En esa línea, fuentes parlamentarias explicaron que “el cupo ahora correspondía a la oposición, tras la llegada a la Suprema del ministro Diego Simpértigue, vinculado a sectores progresistas”.
En la presentación ante la comisión del Senado, la ministra de Justicia, Marcela Ríos, señaló que para la nominación de la candidata se tuvo en cuenta, entre otras fortalezas, su sólida formación académica, y que también destacó el ser una profesional nacida y formada en regiones (Región del Biobío), además de su desempeño como profesora de Derecho Civil en universidades del país.
En los próximos meses, el Primer Mandatario tendrá que hacer un segundo nombramiento, pues en diciembre se jubila el expresidente de la Corte Suprema, Guillermo Silva Gundelach. Al respecto, las negociaciones ya están en marcha. “La lógica señala que el escaño debería quedar en manos del oficialismo”, acota una fuente judicial. Como, de los 21 integrantes de la Suprema, solo 8 –si se confirma a María Soledad Melo– son mujeres, es probable que el Jefe de Estado se incline por una magistrada para avanzar hacia la paridad. Pero eso dependerá de la nómina propuesta por el Pleno.
Entre los nombres de la nueva quina podrían repetirse los de Sergio Mora Vallejos (Corte de Apelaciones de Coyhaique), Roberto Contreras Olivares (Corte de Apelaciones de San Miguel), Jessica González Troncoso (Corte de Apelaciones de Santiago).
Los siguientes nombramientos que deberá realizar el Presidente Gabriel Boric son: el 2023, los correspondientes a los cupos de Haroldo Brito y Jorge Dahm; un año después, Juan Eduardo Fuentes, y el 2025 debe terminar su carrera María Teresa Letelier.