El nombramiento de Alberto van Klaveren como ministro de Relaciones Exteriores fue muy bien recibido en Bolivia. Esto, porque el hoy canciller fue el encargado de la agenda de los 13 puntos (2006), que “ilusionó” a nuestros vecinos con una salida al mar. Tanto así que en 2013 nos demandaron ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, alegando “derechos expectaticios”. Y aunque la acusación fue denegada, el recuerdo de Tiliviche –donde podría haber estado el corredor boliviano hacia el mar– sigue intacto en el imaginario colectivo del Palacio Quemado. De hecho, a la reciente Cumbre Iberoamericana de Jefes y Jefas de Estado, el presidente boliviano llegó con sus propios 7 puntos de negociación bajo el brazo.
El pasado 23 de marzo, un día antes de que comenzara la XXVIII Cumbre Iberoamericana de Jefes y Jefas de Estado, el presidente boliviano, Luis Arce, tuiteó: “Finalmente, estoy seguro que cuando nuestros hijos e hijas se bañen en las aguas del Pacífico, navegando y comerciando desde puertos soberanos, se habrá cerrado de una vez y para siempre, aquella herida centenaria en nuestra América”.
Por su parte, el Presidente Boric y la delegación chilena iban con otro norte claro: tratar el tema migratorio, en especial en la frontera con Bolivia, lo que no se logró del todo, al contrario, pareció estar condicionado –por las autoridades bolivianas– a la discusión de otros temas.
Dichos temas fueron presentados por el presidente Arce en una agenda de siete puntos, que incluyen: mar para Bolivia, las aguas del Silala, cumplimiento del Tratado de 1904, acceso a usar puertos chilenos, litio, migración y combate del contrabando.
Al respecto, el canciller boliviano, Rogelio Mayta, agregó que “la reivindicación marítima es irrenunciable para el pueblo boliviano. La agenda de siete puntos propuesta a Chile apunta a que fluyan las relaciones de ambos pueblos”.
“Lo que ocurre es que las autoridades bolivianas deben pensar que con Alberto van Klaveren en la Cancillería tienen parte del camino adelantado”, señala un exdiplomático.
Antecedentes al respecto hay. Fue en 2006, durante el primer Gobierno de Michelle Bachelet, cuando Alberto van Klaveren era subsecretario de Relaciones Exteriores y confeccionó una agenda de 13 puntos, que se discutió con el entonces presidente boliviano Evo Morales. Estos eran: desarrollo de la confianza mutua, integración fronteriza, libre tránsito, integración física, complementación económica, tema marítimo, Silala y recursos hídricos, instrumentos de lucha contra la pobreza, seguridad y defensa, cooperación para el control del tráfico ilícito de drogas y productos químicos esenciales y precursores, educación, ciencia y tecnología, culturas y otros temas.
“Desde 2007, comisiones de ambos gobiernos se reunieron en forma reservada para buscar alternativas de solución al enclaustramiento planteado por Bolivia. Se habrían considerado diferentes alternativas para un enclave en Tarapacá. Entre ellas, una al norte de Iquique, cerca de Pisagua, al sur de la Quebrada de Camarones y en Tiliviche”, señala Edgard Eckholt en La relación bilateral de Chile y Bolivia, 1990-2016: Estado, Movilización de Recursos y Proceso Decisorio, de la Universidad de Leiden.
El Gobierno de Sebastián Piñera asumió en 2010 y siguió las conversaciones. Pero tras una serie de incidentes y crisis en las relaciones bilaterales, las negociaciones se fueron abandonando y dieron paso a los enfrentamientos judiciales. Así, en abril de 2013, el Gobierno de Bolivia denunció a Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Para ello, los argumentos se sustentaban en “promesas incumplidas” que dieron paso a los llamados derechos expectaticios –derechos latentes, aún no perfeccionados, basados en la esperanza o posibilidad de conseguir un beneficio (…) amparados jurídicamente o efectivos en el futuro–.
El escrito señalaba a la Corte que, fruto de propuestas y negociaciones entre los representantes de ambos países para solucionar la mediterraneidad, Bolivia había adquirido derechos expectaticios que le permitían negociar una salida al océano Pacífico. La demanda fue rechazada en octubre de 2018.
Según un analista, gran parte de la actitud actual de Bolivia, “tiene que ver con que tienen mucha frustración acumulada y ahora más que hace 20 años. El ideólogo de la agenda de los 13 puntos fue Alberto van Klaveren, una política apaciguadora de la Cancillería de esa época que generó expectativas sobre su aspiración de salida al mar. Vino hasta una delegación secreta boliviana a visitar terrenos… Y eso le pena al actual canciller, porque los bolivianos deben querer reeditar esa agenda o una parecida. De hecho, el presidente Luis Arce llegó a la Cumbre con siete puntos bajo el brazo para proponerle al Presidente Boric, lo que no fue posible… Por ahora”, sostiene.