El fin de semana antes que las Cortes de San Miguel y de Santiago eligieran la terna para Fiscal Regional Occidente, se llevó a cabo un asado con ministros de la Suprema y Apelaciones en la casa de una notaria de Colina, esposa de un supremo. Luego del evento, el orden de las preferencias cambió.
El catering encargado a El Peyo -el clásico restaurante de comida típica chilena de Ñuñoa- estaba pensado para 15 comensales, aunque los invitados superaban los 30. El resto del asado se prepararía en casa. Cocinar para la mitad de gente de un evento a fin de ahorrar costos, no cayó nada bien al dueño del restaurante. En otras circunstancias habría rechazado el pedido, pero como la clienta era amiga suya, hizo sentir su molestia mandando solo un par de mozos. Tampoco podía dejarla plantada, mal que mal su amiga era la notaria de Colina Gilda Miranda, esposa del ministro de la Corte Suprema Diego Simpértigue.
El asado, que al principio se justificó como una simple invitación a tomar el té, luego como una celebración del cumpleaños del ministro, aunque este es recién el 30 de diciembre, finalmente fue presentado como un encuentro de camaradería, cuya planificación databa de hacía tres meses. A su casa en Lo Barnechea llegaron prácticamente todos los ministros de la Corte Suprema, y al menos cuatro ministros de las Cortes de Apelaciones de la capital, entre ellos, Celia Catalán y Tomás Grey.
Gilda Miranda no es solo conocida por ser la esposa de un supremo, la también exjueza del Primer Tribunal Oral de Pudahuel es reconocida en círculos judiciales como una persona con capacidad para articular posiciones y voluntades, en especial cuando en el horizonte se avizoran cargos de relevancia.
El asado se llevó a cabo el 24 de noviembre, el fin de semana antes que las Cortes de Santiago y San Miguel escucharan los discursos de los postulantes a Fiscal Regional de la zona Occidente de Santiago. Hasta esa fecha, dentro de los nombres que más sonaban para integrar la terna que sería enviada al Fiscal Nacional, Ángel Valencia, estaba el del abogado externo a la institución y exdirector de Gendarmería y de la Agencia Nacional de Inteligencia, Luis Masferrer. Se contaba que hasta el viernes de esa semana Masferrer ya tenía los votos y que -de integrar la terna- al Fiscal Nacional le sería muy difícil no nombrarlo, especialmente por los respaldos políticos que concitaba su nombre. Una presión para algunos insoslayable, aunque Valencia tuviera conflictos de intereses claros al haber trabajado con Masferrer en un estudio de abogados.
¿Qué pasó entre el viernes y el martes 28 de noviembre para que se barajara el naipe al punto de quedar marginado Masferrer de la terna y que, en su reemplazo, se sumara a un fiscal de bajo perfil y que -según se ha escuchado- apenas hizo campaña?
En el mundo judicial nadie se atreve a dar una respuesta certera, aunque reconocen que en el asado de Gilda se pudo haber cocinado algo más que carne.