Una portada de 1996 anunciaba que el abogado podía remecer a La Moneda. Veintiocho años después, el caso Hermosilla en pocos meses ha remecido a todo el país, dejando al descubierto una red de tráfico de influencias y corrupción, que recién comienza a destaparse.
Corría julio de 1996 y la prensa daba cuenta de la renuncia de Roberto Zahler al Banco Central, del escándalo de drogas en el Congreso y del romance entre Cecilia Bolocco y Kike Morandé. Sin embargo, las portadas se las robaba el abogado Luis Edgardo Hermosilla Osorio. Esto, porque Luis Edgardo asumía como la gran carta de la familia Guzmán para reabrir la investigación por el asesinato del exsenador Jaime Guzmán. Y revista Qué Pasa titulaba: “Luis Hermosilla: el hombre que puede remecer a La Moneda”.
La tesis de la publicación señalaba que la designación del abogado, sumada al cambio de juez –Alfredo Pfeiffer se había inhabilitado y había asumido en su reemplazo la magistrada Raquel Camposano–, dejaba sin argumentos al oficialismo, al Gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, para seguir desarrollando la teoría de que la reapertura del caso Guzmán no pasaba de ser una operación política.
La idea de que Hermosilla se hiciera cargo del caso fue –por supuesto– de su amigo de casi toda la vida, su compañero de universidad, Andrés Chadwick Piñera, quien como Hermosilla fue alumno de Jaime Guzmán y muy cercano a él. Antes de sugerir su nombre a la familia, le entregó un expediente con documentos que hablaban de la causa, incluidos datos del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y su relación con la Oficina. Luis Hermosilla lo asumió como un deber con su exprofesor y con su amigo Andrés. “Tomó el caso y nunca lo soltó”, dijo Chadwick a la periodista Lilian Olivares en el libro Asesinato en el campus Oriente. Fue la madre de Jaime Guzmán, Carmen Errázuriz, quien decidió contratarlo. Y terminaron siendo muy amigos. Ella no tomaba ninguna decisión sin consultarle a él.
Los casi 28 años a cargo del caso –últimamente eran ad honorem– llegaron a su fin en noviembre pasado, cuando la familia (Carmen Errázuriz murió en 2007) decidió sacarlo de la representación, en vista del escándalo por la filtración de audios junto a Leonarda Villalobos. Fue una decisión que golpeó fuertemente al penalista, según han dicho cercanos.
El directorio de la Fundación Jaime Guzmán –donde también está Andrés Chadwick, además del empresario Juan Eduardo Ibáñez, el exsenador y exministro Hernán Larraín, el exdiputado Edmundo Eluchans, el sobrino de Jaime Guzmán, Francisco Moreno, y el economista Ernesto Illanes– debe nombrar un nuevo abogado, pues, junto con la UDI y la familia, buscan reactivar la solicitud de extradición de Galvarino Apablaza desde Argentina, aprovechando la administración de Javier Milei.
Casi 28 años después, la portada de Qué Pasa resulta pitonisa, pero queda corta con el anuncio, pues el caso Hermosilla amenaza con remecer un radio mucho más amplio que La Moneda.