“El programa más grande en la historia del Fondo Monetario lo empujamos para la Argentina. Que se haya manejado mal el programa, que no se haya ejecutado bien por parte de la Argentina y les haya costado una elección, esa es otra cuestión”, afirmó Claver-Carone en una conferencia virtual con el Consejo Chileno para las Relaciones Internacionales en 2020.
En aquel rol, fue uno de los principales responsables del diseño de la política de Estados Unidos para Venezuela, con la que se apoyó al entonces líder de la Asamblea Nacional venezolana, Juan Guaidó, en su pretensión de obtener la presidencia; un plan que acabó con Guaidó abandonando el país y con Maduro consolidado en el poder.
Asimismo, como asesor, Claver-Carone presionó para que se impusieran duras sanciones a Venezuela y a Cuba, justificándolas por las “graves” violaciones de derechos humanos de ambos gobiernos.
En 2020 y con el impulso del propio Trump, Claver-Carone fue nombrado presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que otorga financiamiento a largo plazo para el desarrollo económico, social e institucional en América Latina y el Caribe.
Su llegada al cargo no estuvo exenta de críticas, por ser un puesto históricamente reservado para Latinoamérica, y acabó dos años después salpicado por el escándalo.
Señalado de mantener una relación con su jefa de gabinete, Jessica Bedoya, con quien había trabajado previamente en el Consejo de Seguridad de la Casa Blanca y que resultó favorecida con ascensos, Claver-Carone se vio forzado a renunciar por haber violado el código ético de la institución.
Convertido en el primer presidente de la historia del BID en ser despedido, siempre negó la relación y ha dicho más de una vez que fue víctima de una campaña de difamación.
“En el afán de las élites arraigadas por perjudicar mi liderazgo y reputación, así como las de mi personal, el Banco no ha cumplido como una institución basada en normas”, se defendió hace poco más de dos años.
Tras su salida del BID, Claver-Carone trabajó en un fondo de capital privado de inversión de Medio Oriente a América Latina, según informó el medio económico Bloomberg.
Ahora vuelve a la Casa Blanca para ayudar a definir la estrategia de Estados Unidos en América Latina.
“La designación de Claver-Carone expresa el ala dura del equipo que acompaña al presidente Trump”, le dijo a BBC Mundo un exembajador argentino que conoce de cerca al elegido del mandatario.
La mirada sobre la región
Antes de la gira por Centroamérica, la agenda empezó el pasado viernes con la reunión del enviado para misiones especiales de la administración Trump, Richard Grenell, con el presidente venezolano Nicolás Maduro en Caracas.
“No va a ser una negociación”, había adelantado Claver-Carone unas horas antes del encuentro.
“Es una visita para trasladar un mensaje inequívoco sobre dos puntos: los criminales venezolanos, incluidos los miembros del Tren de Aragua, serán devueltos, y recibirlos es la responsabilidad de Venezuela y los rehenes estadounidenses deben ser liberados y regresados a Estados Unidos”, subrayó.
“Si no se cumplen estas dos demandas, habrá consecuencias. No habrá negociación sobre el petróleo de Venezuela. A Estados Unidos no le hace falta el petróleo de Venezuela. No habrá quid pro quo. Tengo un consejo para Maduro: que atienda las demandas, porque si no las cumple, habrá consecuencias. Así que le sugerimos que lo vea como una oportunidad”, dijo dejando en claro cómo aborda el nuevo gobierno su relación con Venezuela.
La visita se llevó adelante con Grenell regresando a Estados Unidos con seis estadounidenses que estaban detenidos en Caracas, acusados de “terrorismo” y de ser “mercenarios” de alto perfil.
Claver-Carone ocupó un papel clave en el diálogo con Colombia para destrabar la crisis diplomática. (Foto: Getty Images).
“La agenda de política exterior del presidente Trump comienza cerca de casa”, escribió en una nota de opinión el secretario de Estado, Marco Rubio, en The Wall Street Journal ese mismo día.
“Incluso cuando las circunstancias exigen dureza, la visión del presidente para el hemisferio sigue siendo positiva. Vemos una región próspera llena de oportunidades”, continuó.
Claver-Carone también destacó las posibilidades de colaborar con los aliados en la región en cuestiones como la migración, la seguridad y el comercio.
“(Los presidentes de El Salvador, Costa Rica y República Dominicana) Bukele, Chaves y Abinader son los líderes con la mayor aprobación de la región y es por el éxito en su gestión”, dijo sobre la visita oficial. “Son grandes aliados de Estados Unidos y queremos afianzar y fortalecer esa relación”.
Aunque hay expertos que señalan que, en realidad, el gobierno de Trump identifica en América Latina más problemas que beneficios.
“Trump infantiliza a la región. La considera como irrelevante para Estados Unidos y, a su vez, le dice que debe comportarse de una manera determinada para ser merecedora de algo positivo”, le dice en esa línea el analista Juan Tokatlian a BBC Mundo.
Para Tokatlian, la administración republicana tiene una mirada de la región como la de aquel que “no entiende que sus acciones pueden afectar negativamente a Estados Unidos”.
Sea como fuere, el nuevo enviado especial del Departamento de Estado, un viejo conocido del presidente Donald Trump, busca inyectarle una gran dosis de velocidad a las relaciones con América Latina que contribuyan a construir, como anunció Trump, “la nueva era dorada” de Estados Unidos.